Las elecciones generales celebradas por la República de Portugal en 2015 arrojaron un escenario de elevada fragmentación política. El centro-derecha de Pedro Passos Coelho resultó vencedor, pero un pacto entre el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Bloque de Izquierda desalojó a los liberal-conservadores e inauguró un giro a la izquierda vertebrado en torno a la figura del nuevo primer ministro, António Costa.
No pocos analistas alzaron la voz ante los primeros planes anunciados por el gobierno, que planteó abiertamente su intención de revertir algunas de las reformas clave de la etapa de Passos Coelho. Sin embargo, estos primeros anuncios se diluyeron con el paso del tiempo. Al final, aunque se han aprobado ciertas medidas de izquierdas como la subida del salario mínimo, lo cierto es que la agenda económica del gobierno portugués se ha mantenido más o menos constante.
Como explicó este diario, el peso del gasto público sobre el PIB se ha reducido del 52% al 44% y la reforma laboral diseñada por la Troika ha seguido en pie. De hecho, el Ejecutivo de António Costa ha aprobado ciertas rebajas fiscales, como la devolución automática del IVA que pagan los turistas o el mantenimiento de los incentivos tributarios aplicables a los extranjeros que fijen su residencia en nuestro país vecino.
Todo lo anterior explica que expertos como Inés Gregorio, analista del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Católica de Portugal, afirmen sin tapujos que Portugal sigue creciendo porque la izquierda está siendo pragmática y está apuntalando las reformas aprobadas por el anterior gobierno, de centro-derecha
Los presupuestos de 2019
De cara a 2019, el plan del gobierno es reducir el déficit fiscal a su mínima expresión. En su discurso sobre los presupuestos generales, el primer ministro luso, António Costa, ha anunciado que la estrategia del Ejecutivo pasa por devolver de manera anticipada los fondos prestados por el Fondo Monetario Internacional en el marco del programa de estabilización que evitó la quiebra del país. Así las cosas, la partida reservada para dejar a cero el contador de Portugal con el FMI asciende a 4.60 millones de euros.
El Ejecutivo ha querido dejar claro que su meta central es "garantizar la sostenibilidad financiera". Por eso, el déficit presupuestario en 2019 será de apenas un 0,2% del PIB, cinco décimas por debajo de los niveles registrados en 2018. Eso sí: la previsión de crecimiento es conservadora y una ligera revisión al alza situaría a Portugal en un escenario de superávit fiscal.
Menos impuestos… y más recaudación
Los presupuestos de 2019 incluyen una rebaja del IVA cultural, que pasa al tipo reducido, y también abarcan un paquete de descuentos tributarios diseñado para facilitar el retorno de ciudadanos lusos que han emigrado al extranjero. Durante dos años, aquellos ciudadanos que regresen a Portugal podrán descontarse el 50% de su pago anual de IRPF.
El crecimiento, que se mueve en torno al 2,1%, y la buena política fiscal, sin subidas impositivas, han permitido que los ingresos tributarios aumenten un 5,4% en los once primeros meses de 2018. El gasto aumenta un 3,3%, por debajo de los ingresos, acomodando así la reducción del déficit.