A lo largo de las últimas décadas, la globalización ha acelerado de forma significativa el ritmo de crecimiento de las economías en vías de desarrollo. Esto ha permitido incorporar a miles de millones de personas a la clase media, reduciendo un 80% la tasa de pobreza, que se sitúa ya en mínimos históricos. Solo durante el pasado año medido por el Banco Mundial, 34 millones de personas rebasaron el umbral de la pobreza.
Expertos en desarrollo como Bill Gates, Johan Norberg, Max Roser o el recientemente fallecido Hans Rosling han puesto de manifiesto que, desde 1990, el mundo ha reducido a la mitad la incidencia del hambre, la mortalidad infantil, la contaminación o el analfabetismo. Sin embargo, Intermón Oxfam insiste un año más en negar este progreso. Así, como ya es tradición, la ONG publica a finales de enero un informe apocalíptico en el que dibuja un mundo de creciente desigualdad y miseria.
Oxfam no pasa por su mejor momento. La entidad está en el punto de mira en España por haber recibido 236 millones de euros en subvenciones. A esto hay que sumarle los escándalos sexuales que han salpicado a la ONG y que afectan a su operativa en España, a su actividad en Europa y a su presencia en países del Tercer Mundo.
En medio de estos escándalos, Oxfam vuelve a insistir en su retórica anticapitalista con un informe en el que denuncia, por ejemplo, que "los sesenta hombres más ricos del mundo atesoran la misma riqueza que el 50% de la población mundial". Desde la ONG afirman también que "los ricos se vuelven más ricos y los pobres, más pobres", ignorando toda evidencia disponible.
El Financial Times ya ha advertido a sus lectores que "nadie debería tomarse muy en serio los números de Oxfam". La falta de credibilidad de la ONG no ha evitado que algunos medios españoles le dediquen cierta atención a los titulares de su último informe. Así, El Diario apunta que "el número de ultra millonarios residentes en España ha subido un 4%" y El País señala que "una de cada seis familias españolas de clase media ha caído en la pobreza", siendo Oxfam la fuente de una y otra información.
Como subraya Ian Vásquez, analista del Instituto Cato, "el principal problema de la metodología empleada por Oxfam es que mide la riqueza neta. Así, si una persona se endeuda para comprar una casa o estudiar en la universidad, pasa a registrar un patrimonio negativo que asciende a varios miles de euros. Bajo esta metodología, un cuarto de los pobres del mundo serían europeos o estadounidenses".
Pero la cosa no acaba aquí. Cuando Oxfam habla de la situación socioeconómica en España, ignora por ejemplo que el 80% del aumento de la desigualdad se produjo como consecuencia del repunte del desempleo. Además, a la hora de hablar de pobreza en España, Oxfam vuelve a caer en trampas que ya denunció Domingo Soriano en este artículo. De manera que, lejos de enmendar los errores del pasado, Oxfam insiste en plantear sus tesis anticapitalistas de manera sesgada y poco rigurosa.