Los presupuestos del Ayuntamiento de Madrid para 2019 vuelven a vulnerar la Regla de Gasto. Esta vez, la Intervención General del Consistorio estima que el incumplimiento será de 130 millones de euros, si bien el criterio mantenido por el ministerio de Hacienda y las recomendaciones elaboradas por la AIREF sugieren que el desfase puede ser mucho mayor, hasta el punto de llegar a 357 millones de euros.
El pasado año, la presentación del proyecto de presupuestos para 2018 marcó un cierto giro a la prudencia. Había dos factores clave detrás de dicha moderación. Por un lado, el Ministerio de Hacienda venía de intervenir las cuentas del Ayuntamiento. Por otro lado, Manuela Carmena había cesado a Carlos Sánchez Mato como delegado de Economía del Consistorio.
Ninguna de estas circunstancias está operativa de cara a 2019. El Gobierno de Pedro Sánchez no solo no parece preocupado con el déficit de las Administraciones, sino que ha relajado los objetivos fiscales para 2019 entre fuertes críticas de la UE, la OCDE o el FMI. En clave local, el equipo de Manuela Carmena ha vuelto a la senda del gasto irresponsable, ignorando las advertencias que han llegado desde la Intervención General y haciendo caso omiso a las críticas que ha lanzado la oposición política.
Fuerte reducción del superávit
Pero los presupuestos para 2019 no solo contemplan un incumplimiento de la Regla de Gasto, sino que también confirman la decisión de reducir notablemente el superávit presupuestario heredado de la ex alcaldesa Ana Botella, cuya gestión logró elevar el saldo positivo del consistorio hasta los 1.500 millones de euros.
Pues bien, según reflejan los datos oficiales del Ayuntamiento que ha recopilado el Partido Popular, Ahora Madrid redujo esta rúbrica a 1.057 millones en 2017 y la dejará en 651 millones al final de 2018. De cara a 2019, las cuentas que ha presentado el equipo de Manuela Carmena dejan el superávit en niveles similares: 702 millones de euros.
Así las cosas, el superávit presupuestario es hoy prácticamente la mitad del mejor registro alcanzado por el Gobierno de Ana Botella. Ese fuerte recorte redunda en mayor presión fiscal y menor gasto efectivo, puesto que los presupuestos seguirán arrastrando durante más años los compromisos de pago asumidos por el Consistorio.