Ray Dalio es uno de los inversores más conocidos y exitosos del mundo. Uno de esos tipos que, en la línea de Warren Buffett, combina una apariencia tranquila, más propia de un profesor de filosofía que de un tiburón de los mercados al modo Hollywood, con una profunda sabiduría, con la que se ha ido haciendo un nombre como alguien que tiene mucho que enseñar, mucho más que lo referido a tal o cual tipo de activo o sobre cómo construir una posición inversora.
Tampoco la imagen, las palabras o las recetas de Dalio son las que uno se espera del fundador de una de las firmas de gestión de activos más importantes del mundo: Bridgewater. Dalio es cercano, amable y tranquilo; parece más interesado en mantener una conversación con su interlocutor que en darle una charla magistral.
De hecho, en la visita que hizo a España hace unos días no venía a hablar de inversiones, de mercados o de los diferentes tipos de activos (aunque no pudo evitar que todos los periodistas le preguntásemos por su visión de la economía mundial en estos momentos), sino de su último libro, Principios (Deusto). Éste es un texto muy difícil de clasificar, a medio camino entre el libro de autoayuda y la gestión empresarial, en el que todo, empezando por una cuidadísima edición llama la atención. Dalio ha querido volcar en este volumen su filosofía vital, la que le ha permitido alcanzar el éxito y la que le permite ir un paso por delante de la mayoría de los inversores. ¿Su receta? Buscar siempre, de forma obsesiva, la verdad y explicarle tu punto de vista a los que te rodean, incluso aunque esto sea complicado (por ejemplo, cuando nos cuenta cómo esta transparencia es la que guía las relaciones en su firma, con sus empleados). Siempre hay alguien que sabe más que tú de casi todo, cree Dalio, así que, si quieres crecer como persona y como inversor, tienes que buscar a esas personas y tienes que estar dispuesto a cambiar de opinión cuando te demuestren que las opiniones de los demás son mejores que las tuyas. Hay que pasar de la comodidad que nos dan las falsas certezas, con las que convivimos durante muchos años, a la alegría de encontrar nuevo conocimiento que nos hace mejorar. Es un lema atractivo, pero nada fácil de llevar a la práctica. Sí, la verdad está ahí fuera, pero hace mucho frío; se está más calentito bajo la manta de los prejuicios y las recetas aplicadas una y otra vez.
- Su libro se llama Principios, en plural, pero yo creo que todo el volumen está dedicado a un único principio, que podría resumirse en buscar la verdad y vivir con honestidad conforme a ella.
- Sí, tienes razón: ver la realidad tal cual es y tener el coraje de perseguir lo que quieres
- ¿Cree usted que vivimos en una época especialmente deshonesta o que ahora tenemos menos principios que hace 50-60 años?
- Creo que sí hay menos principios. Hace 50 o 60 años la gente aprendía principios en la escuela, la familia o la religión. Hoy no. Creo que ahora la gente aprende a hacer más cosas, pero no piensa demasiado en los principios que les guían.
- ¿Y en su profesión? ¿Hay menos principios en los mercados financieros que en otros sectores?
- Yo no puedo verlo desde fuera. Lo que ocurre, probablemente, es que hay gente que está haciendo mucho dinero y muchos no se preocupan por otras personas o por sus principios mientras los negocios sigan funcionando.
- Ha hablado antes de "coraje" para buscar tus objetivos…
- Creo que la honestidad radical y transparencia radical es un problema en nuestra sociedad. El primer problema es dónde obtener esos principios. Esa transparencia radical es una buena forma de construir confianza con otros.
- ¿Y dónde podemos encontrar o buscar esos principios?
- Tienes que empezar por ti mismo. Reflejando de forma honesta, cada día, en cada decisión que tomas, lo que quieres. Es una posición complicada. Pero hay que tomar decisiones. Mi respuesta a tu pregunta de dónde encontrar los principios: puedes encontrarlos en muchos sitios a tu alrededor. Pero el mayor problema es que la gente no piensa de esta manera. Piensan en sus decisiones, pero no en los principios que guían esas decisiones. No están buscando esos principios.
- La frase que más me ha gustado del libro es una en la que usted dice "tienes que cambiar el deseo de tener razón por la alegría de encontrar la verdad"
- Sí, porque la verdad es el fundamento de todo. Ésa es la lección, porque la multa que pagarás por no hacerlo será enorme. Tienes que encontrar la mejor decisión, sin importar de dónde venga. La mayor tragedia de la humanidad es que la gente tiene pésimas opiniones, pero no es capaz de despegarse de ellas, se quedan encajonados [en sus opiniones]. Tienes que buscar y preguntarte cuál es la verdad y hacer lo necesario para perseguirla.
- Pero en su libro también pide que seamos firmes en nuestras convicciones. Es un mix complicado: por un lado estar siempre abierto a cambiar de opinión si encuentras a alguien que sepa más que tú de un tema y al mismo tiempo ser tenaz en la defensa de lo que crees.
- Sí, tienes que ser firme, pero también de mente abierta. En realidad, esto es fácil si tu objetivo real es tomar la mejor decisión posible. La idea es que tienes que creer que estás tomando la mejor decisión, pero no estar seguro al 100% de que lo estás haciendo. Y tienes que confiar en mucha gente que sabe mucho y te puede ayudar a mejorar las posibilidades de tomar la mejor decisión. Escucha e incluye lo que te sirva en la toma de decisiones. Asume que no eres el mejor tomando decisiones en todo. Sea cual sea el éxito que yo haya tenido en mi vida, no es tanto por lo que sé, sino por la manera en la que me enfrento a lo que no sé. He aprendido mucho a lo largo de los años, pero sé que lo que no conozco siempre es mucho más extenso que lo que conozco.
El ciclo
- Si no le importa, me gustaría dedicar la segunda parte de la entrevista a temas de actualidad. Usted ha escrito mucho acerca del ciclo económico. ¿En qué punto del ciclo cree que estamos?
- Estamos en el 75-80% del ciclo de corto plazo. Hablo del mundo en su conjunto. En EEUU llevamos nueve años en este ciclo. Estamos en una fase avanzada del ciclo. Y también estamos en una fase avanzada del ciclo de largo plazo. Esto puedes medirlo por la distancia de los tipos de interés respecto a cero y por la magnitud del Quantitative Easing aplicado.
- En esta situación, ¿qué herramientas les quedan a los bancos centrales para enfrentarse a una posible recesión o enfriamiento de la economía?
- Por eso es por lo que sabemos que estamos en la parte final del ciclo [porque no tenemos muchas herramientas a nuestra disposición]. Creo que estamos en una posición que tiene muchas similitudes con lo que ocurría a finales de los años 30. Porque estás en la parte final de los dos ciclos (el largo y el corto). Y además tienes enormes diferencias de riqueza, lo que estimula los populismos. Y el populismo causa más conflictos internos y externos. Además, tenemos a China como un poder emergente y está retando al poder ya establecido.
Existen varios tipos de política monetaria [para intentar salir de esta situación]. Política monetaria 1: manejar los tipos. Política monetaria 2: Quantitative Easing. Política monetaria 3: implica medidas políticas y fiscales junto a las monetarias. Por ejemplo, entregar a la gente cupones que le permitan comprar determinadas cosas, para estimular las compras e incrementar el gasto. Hasta ahora, lo que hemos visto es un QE que consiste en la compra de activos financieros, lo que beneficia más a los que poseen esos activos financieros.
- Me da un poco de miedo lo que dice. Todos sabemos cómo acabó la década de los años 30...
- Creo que hay un riesgo significativo.
- ¿Y qué hacemos para no volver a caer en un desastre como aquel?
- Tenemos que conseguir que la gente vuelva a estar unida. En los años 30, los conflictos fueron escalando y la gente escogió luchar antes que encontrar soluciones comunes. Una vez que comienzan, los conflictos pueden descontrolarse e ir creciendo de forma muy sencilla.
- Pero estamos sentados en una montaña de deuda. ¿Podemos salir de esta situación sin dolor? ¿Qué haría usted o qué recomendaría usted a los políticos?
- Tienes que encontrar un balance. Hay muchas formas diferentes de desapalancarte: reducir la deuda reestructurando (eso es deflacionario) y puedes imprimir dinero (inflacionario). Hay que balancear estas herramientas para conseguir un equilibrio y desapalancarte, sin demasiada depresión ni demasiada inflación, pero es complicado.
- ¿Y qué puede hacer un inversor pequeño que esté ahora en el mercado? Las acciones parecen caras e impredecibles; el mercado de bonos está en una situación nunca vista, con mucho miedo a lo que pasará cuando los bancos centrales normalicen su política monetaria; las materias primas parecen muy volátiles. ¿Qué le podemos recomendar a ese pequeño inversor?
- Mi consejo es que diversifique bien entre diferentes tipos de activos. También que diversifique entre países y divisas.