La economía de Estados Unidos vuelve a estar de moda. El PIB aumentó un 4,2% de abril a junio y volvió a crecer un 3,5% entre julio y septiembre. El empleo sigue creciendo, hasta el punto de que el paro ha caído a niveles que no se veían desde los años 60. Los salarios también mejoran, con aumentos trimestrales del 2-3% que rompen la tendencia de estancamiento observada en la era Obama.
Todas estas noticias aparentemente positivas han generado más y más dudas sobre la sostenibilidad del ciclo. La división de Filadelfia de la Reserva Federal, especializada en proyecciones macroeconómicas, ha advertido que la probabilidad de que el crecimiento de Estados Unidos experimente un frenazo ha subido al nivel más alto de la última década. El miedo también va a más entre los particulares y, según las estadísticas de tráfico de Google, el término "recesión" genera un número creciente de búsquedas.
Que una economía esté tan caliente puede ser síntoma de que las cosas se han hecho bien, pero también puede ser el aviso de una fiebre que está por llegar. Por eso, Boyd Nash-Stacey y Nathaniel Karp han publicado un estudio en el que se preguntan cuánto tiempo de alegría le queda al boom que algunos expertos denominan Trumponomics.
Según Nash-Stacey y Karp, "cuando la economía agota el ciclo expansivo, empezamos a ver patrones que pueden conducir a una recesión. Por ejemplo, al reducirse significativamente el paro, el crecimiento de los salarios se empieza a acelerar, hasta el punto de perjudicar la evolución de los beneficios empresariales. Esto genera presiones inflacionistas, puesto que las compañías suben precios para recuperar los márgenes perdidos. Y, como consecuencia, la Reserva Federal encarece el precio del dinero, buscando evitar una escalada del IPC. El problema es que esto complica la financiación del crédito concedido a empresas y familias, lo que deprime el consumo y, a su vez, cercena las nuevas inversiones. Esto termina llevando a la economía a un punto de recesión".
Combinando estos factores, Nash-Stacey y Karp encuentran que "el riesgo de que se produzca una recesión en los próximos doce meses ha subido del 5% que registrábamos en mayo al 15% que observamos hoy. Pero si extendemos el cálculo para analizar un período de dos años, entonces vemos que ese porcentaje crece al 60%". El miedo de ambos analistas radica especialmente en los mercados de capitales y la "banca en la sombra". Lo vemos en los dos gráficos siguientes:
Sin embargo, estos dos expertos advierten que "el escenario recesivo no será comparable al que hemos vivido hace algunos años. Las finanzas tradicionales tienen hoy una salud mucho mejor. Las familias también están en mejores condiciones. Será importante lo que ocurra políticamente en 2020, cuando se celebrará una elección presidencial de vital relevancia para el rumbo de la política fiscal del país. Pero, con todo, creemos que la corrección en Estados Unidos tendría forma de "U" y reflejaría, ante todo, el regreso a una senda de crecimiento más razonable".
La mirada optimista
Stephen Moore, uno de los asesores económicos de cabecera de la Administración Trump, considera que los miedos a una recesión son infundados. "Cuando Trump derrotó a Clinton, se anunció una catástrofe económica que nunca llegó. La economía ha crecido con fuerza y ahora lo que escuchamos es que Trump está beneficiándose de un boom artificial. El caso es que, mientras el crecimiento de gigantes como Alemania o China se detiene, Estados Unidos sigue en un período de expansión", señala.
El gurú de la Heritage Foundation, que dio consejo a Trump de la mano de Arthur B. Laffer o Larry Kudlow, explica en las páginas del WSJ que "no se puede decir que el déficit está inflando el crecimiento, porque el descuadre del 4,2% del PIB previsto para 2018 añade apenas 0,23 puntos al crecimiento total de la economía, según los datos de la Oficina de Análisis Económico. Por otro lado, hay que recordar que con Obama se registraron déficits del 9,8% en 2009, el 8,6% en 2010 o el 8,3% en 2011. Su presidencia arrojó un déficit medio del 5% del PIB y la deuda subió en un billón de dólares. Pero los mismos que ahora dicen que este va a ser el factor que impulse una crisis callaban entonces cuando las condiciones fiscales eran mucho peores".
Esos mismos informes a los que alude Moore para criticar el relato de la izquierda sobre el déficit apuntan que el boom de la era Trump "obedece a más inversiones en la industria, la energía y otros ámbitos de actividad". El analista reconoce que el mercado inmobiliario está flojo, pero subraya que las subidas salariales compensan ese enfriamiento. Por otro lado, Moore recomienda al gobierno de Trump que reduzca el gasto público para apuntalar la recuperación: "en los años 90, en el segundo mandato de Bill Clinton, los acuerdos del presidente con los legisladores republicanos redujeron el gasto público del 22% al 18% del PIB. Sin embargo, el crecimiento siguió acelerándose y los déficits terminaron convertidos en superávits fiscales".