Madrid Central está dibujando un nuevo escenario en el centro de la gran capital, qué duda cabe. Las restricciones al tráfico comienzan y muchos ciudadanos aún siguen sin saber dónde están las fronteras entre la sanción y la circulación permitida por la desinformación del Consistorio.
Los políticos de Ahora Madrid mantienen la ilusión de una ciudad descongestionada, libre del ruido de motores y llena de aire puro, pero para poder respirar como Dios manda hacen falta buenos pulmones y la urbe principal de España no parece estar preparada para acoger los miles de vehículos que necesitarán ser aparcados antes de cruzar los límites hacia el Madrid de los peatones.
Al adentrarnos por la calle Atocha y recién arrancada la campaña antitráfico de Madrid Central, observamos que el parking más próximo anuncia, a través de sus neones verdes, que ya "está completo". Decenas de coches se encuentran parados en la fila esperando con ansias que la cola avance. Otros conductores no tienen tanta paciencia y se dan la vuelta a pesar de que están girando en dirección contraria. Todo sea por evitar la sanción económica. Si bien todavía las multas serán informativas hasta febrero, la escasa información que los madrileños han recibido sobre Madrid Central hace creer que las penalizaciones se producirán desde la primera jornada de las restricciones al tráfico en el núcleo madrileño.
Se evidencia, por tanto, ante la caótica situación que se está viviendo desde primera hora en la zona de Atocha, que en Madrid no se cabe. Demasiado coche para tan poco aparcamiento. Y claro, el efecto en la subida de precios de los garajes ha sido inmediato. Los afortunados propietarios que cuenten con una plaza dentro de las almendra y lo deseen alquilar están en su mejor racha. Les va a rentar, y mucho.
En la calle San Bernardo ya se anuncian garajes que de 20.000 euros han subido en dos meses a 60.000. Un agente de una inmobiliaria cercana asegura a Libre Mercado que ha tenido que cambiar varios carteles de plazas de aparcamiento en tres ocasiones por el incremento en los precios. Y esta realidad latente en la calle ya ha sido reflejada por el portal Fotocasa. En su estudio, la web de pisos ha señalado que los aparcamientos que se ofertan "se han disparado hasta en un 12% en el precio de venta". El hecho de que el Ayuntamiento de Madrid impida el acceso a la almendra central de cualquier vehículo si no tiene plazas disponibles está desatando la locura por adquirir una plaza al precio que sea.
"Una plaza de garaje es un tesoro"
Clarisa, una residente de Madrid Central, resalta que "aquellos que tengan una plaza de garaje tienen un tesoro". Esta madrileña vive justo en la frontera de Atocha, en los límites marcados por las prohibiciones al tráfico. Teme que cuando comiencen las sanciones, hasta que ella pueda llegar a la M30 para dirigirse a Alcorcón, "va a sufrir un colapso monumental". La empresaria asegura que su negocio "está fuera de la capital y van a tener problemas los que vienen, pero también los que deben conducir hasta la salida de la ciudad". Además, agrega que los ciudadanos fronterizos de la almendra central van a vivir en el atasco continuo por las decenas de vehículos que se agolparán para aparcar en esta nueva periferia marcada por Manuela Carmena. De hecho, mientras hablamos con Clarisa, lo observamos. "¿Veis? Ya está pasando y todavía no ha empezado de verdad… Las cosas hay que hacerlas bien y no a lo loco", refunfuña.
Para evitar la desesperación de los conductores, el Consistorio ha comunicado que avisará en tiempo real a través de pantallas electrónicas en 17 accesos de si quedan o no plazas disponibles. La cuestión es que los carteles electrónicos informativos no van a ser instalados hasta que llegue mayo.
Y así las cosas, los alquileres de garaje vuelan. Pepe Fernández, comerciante y dueño de una frutería, comenta que sus clientes entran al negocio preguntando por si "conoce de alguien que alquile un garaje". El frutero resalta que arrendar una plaza "puede costar 50 euros más de lo que valía antes del verano". En este sentido, explica que tiene un cliente que "ya está pagando 225 euros mensuales en el Barrio de Salamanca, cuando antes estaban a 120 euros al mes". El empresario termina diciendo, mientras pesa unos plátanos, que "al final habrá que comprarse un coche eléctrico, pero a ver quién puede permitírselo", concluye.