La crisis de movilidad que atraviesa Madrid sigue agravándose. Bajo gobierno de la agrupación comunista Ahora Madrid, el Ayuntamiento de la Villa y Corte ha eliminado más de 30 kilómetros de circulación para el automóvil. En paralelo, el número de multas a conductores se ha disparado hasta superar los 2 millones anuales, a un ritmo de cuatro sanciones por minuto. Y, por si no fuese suficiente, la nueva Ordenanza de Movilidad aprobada por el consistorio contempla que ocho de cada diez calles de la capital reduzcan la velocidad máxima permitida hasta los 30 kilómetros por hora.
La situación no va a ir a mejor en los meses que restan para el final de la legislatura. A finales de noviembre, el centro de Madrid quedará cerrado al tráfico. La decisión se ha tomado con datos de movilidad de 2004, lo que invita a pensar que el caos circulatorio por la medida será aún mayor del que anticipan muchos expertos. Pero las restricciones también afectarán a otras áreas de la capital. En el Paseo de Extremadura, por ejemplo, se va a introducir un nuevo esquema de circulación que provocará un 350% más de atascos.
Todos estos ataques se justifican por el ánimo de restringir el tráfico rodado. Carmena y su equipo de gobierno apelan a argumentos medioambientales. Sin embargo, las Navidades de 2016 ya mostraron el limitado alcance que tienen las medidas restrictivas. Y es que, a lo largo de dichas fechas, el Ayuntamiento aprobó medidas que redujeron un 19% el tráfico, pero apenas consiguieron aminorar un 3% las emisiones contaminantes.
Por comparación, los datos de contaminación que presentó la propia Manuela Carmena en la Cumbre de París acreditan que, bajo gobierno del Partido Popular, las emisiones contaminantes cayeron un 30%. Ese 30% es diez veces mayor que el 3% conseguido por Carmena y no se apoya en medidas restrictivas, sino en políticas como el soterramiento de vías, la inversión municipal en renovación de calderas y modernización de autobuses municipales, etc.
¿Qué opinan los madrileños de todo esto? Las encuestas son claras. Sólo el 6,8% de los madrileños considera que la contaminación es el gran problema de la ciudad. Sin embargo, el 46,8% identifica el tráfico y los atascos como el principal obstáculo para el bienestar de los ciudadanos. De manera que el enfoque del Ayuntamiento parece ignorar el sentir mayoritario de los madrileños, que otorgan una clara prioridad a la cuestión de la movilidad.
Libre Mercado explicó recientemente que el gobierno local solo ha dedicado el 0,09% de su presupuesto de inversiones para 2019 a mejorar el tráfico. Esta semana hemos sabido por boca de Ciudadanos que las ventajas fiscales para la compra de vehículos menos contaminantes apenas ascienden a 4 céntimos de euro por madrileño. Tampoco es mucho mayor el compromiso fiscal con empresas que compran abonos de transporte público a sus trabajadores. Dicha partida recibe bonificaciones valoradas en 2,7 millones de euros, el 0,06% del presupuesto municipal, que asciende a 4.789 millones de euros.
El tiempo pasa y la guerra al coche sigue golpeando a los madrileños. Los indicadores de movilidad apuntan a que la Villa y Corte se sitúan ya entre las ciudades con más atascos. El cierre del centro de Madrid será el clavo definitivo en la tumba de la movilidad y solo contribuirá a agravar más un problema generado por un Ayuntamiento que lleva casi cuatro años en manos de políticos incompetentes y sectarios.