Donald Trump llegó al poder prometiendo una rebaja fiscal similar a la que aprobó Ronald Reagan en los años 80. A finales de 2017, los legisladores republicanos sacaron adelante un paquete de medidas tributarias que, entre otras medidas, duplicó el mínimo exento en el Impuesto sobre la Renta y redujo a la mitad el tipo del Impuesto de Sociedades.
La Oficina Presupuestaria del Congreso alertó del ensanchamiento del déficit que podían generar las reformas tributarias impulsadas por Trump. Sin embargo, los cálculos de la Oficina también admitieron que el 88% del coste inicial de la rebaja se verá compensado a medio plazo con el crecimiento de los ingresos que se derivará del mayor crecimiento de la economía.
Hasta aquí la teoría, pero ¿qué nos dice la práctica? El Departamento del Tesoro acaba de publicar los datos de ingresos correspondientes al año fiscal 2017-2018. De acuerdo con dicha documentación, los ingresos generados por el Impuesto sobre la Renta han subido un 6% durante los doce últimos meses.
En total, el Impuesto sobre la Renta habría cerrado el año fiscal 2017-2018 con una recaudación total de 1,7 billones de dólares. Esto significa un aumento de 14.000 millones en comparación con el anterior ejercicio. Y todo a pesar de que el gravamen directo por excelencia fue revisado a la baja en el marco de las medidas fiscales impulsadas por la Casa Blanca.
Es cierto que el año fiscal 2017-2018 no recoge plenamente el impacto de la rebaja impositiva, puesto que el nuevo entorno tributario entró en vigor el 1 de enero. Sin embargo, si restringimos el análisis del Impuesto sobre la Renta al período que va de enero a septiembre, el aumento de los ingresos es del 5%.
En el Impuesto de Sociedades sí que se ha producido una caída recaudatoria. Los datos del Departamento del Tesoro arrojan un descenso de los ingresos del 31%. Kevin Hassett, presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Donald Trump, ha explicado que la caída de la recaudación en este gravamen "ha superado las previsiones, pero por una buena noticia: el aumento de las inversiones empresariales, que ahora son automáticamente deducibles en el impuesto. Entendemos, por tanto, que se están sentando las bases del crecimiento futuro y que esta caída en los ingresos se compensará con el paso de los años y permitirá que la economía crezca con más vigor".
Si consideramos toda la cesta de impuestos, encontramos que los ingresos federales han subido un 0,5% en el año fiscal 2017-2018. De modo que, a pesar de que el sistema tributario ha sido revisado por entero para reducir sustancialmente la presión de los impuestos que soportan empresas y familias, el fisco sigue ingresando prácticamente lo mismo que en el mismo período del año anterior.
Se cumple, por tanto, la llamada Curva de Laffer. Tal y como explicó el economista estadounidense Arthur B. Laffer, aumentar los impuestos por encima de ciertos niveles puede estrangular la actividad económica de forma que el menor crecimiento termine aminorando la recaudación fiscal. En este caso, reducir los gravámenes que soporta el sector privado no ha generado un agujero en las cuentas públicas, sino que ha sostenido la recaudación a base de compensar los menores tipos con una mayor actividad.
Eso sí, para que las rebajas fiscales se mantengan en el largo plazo, es importante controlar el gasto. En el año fiscal 2017-2018, los ingresos subieron en 14.000 millones de dólares, pero los gastos se dispararon en 127.000 millones. Esto arroja un saldo negativo de 127.000 millones, como consecuencia de la falta de austeridad en el manejo del gasto.
Por tanto, las rebajas fiscales no explican el aumento del déficit, pero sí pueden verse comprometidas en el caso de que el Ejecutivo y el Legislativo no pongan remedio al agujero presupuestario que arrastra el gobierno de Estados Unidos desde hace una década.