Vanessa Vallejo es economista y analista en distintos medios de comunicación de América Latina. Siempre contestaria e influyente en sus redes sociales, Vallejo defiende en esta entrevista con Libre Mercado que Jair Bolsonaro no solo no es un peligro para Brasil, sino que representa una oportunidad para los defensores del liberalismo.
- La izquierda disputa la legitimidad del triunfo electoral de Bolsonaro. ¿Tiene sentido esta retórica o estamos, de nuevo, ante la histeria habitual que desprende el bloque progresista cada vez que las urnas le dan la espalda?
Jair Bolsonaro ha ganado las elecciones en Brasil con una amplia ventaja. Obtuvo el 55% de los votos, con cerca de 58 millones de votos. Fernando Haddad, el ungido de Lula y Dilma, el representante del Partido de los Trabajadores (PT), se quedó en el 45%, diez puntos por debajo, con una desventaja de más de diez millones de votos. A Bolsonaro lo han votado con fuerza en las grandes ciudades (Río de Janeiro, Sao Paulo, Brasilía…) y también en otras demarcaciones del país. Su triunfo ha sido claro, pese a quien pese.
- ¿Qué lecturas hace del resultado?
La izquierda latinoamericana lleva años cultivando la teoría de que la derecha hizo todo un complot para encarcelar a Lula da Silva y convencer a los brasileños de que el PT es un partido corrupto. El problema con este relato es que las pruebas son abrumadoras y demuestran que Lula no es una víctima, sino un ladrón. Bajo su gobierno y el de Dilma, la corrupción fue una práctica sistemática.
- ¿La corrupción explica el resultado de Bolsonaro?
No. Es un error pensar que su victoria refleja simplemente un rechazo multitudinario a la corrupción del PT. Ese es el discurso de una parte de la izquierda, que intenta salvar su dañina ideología diciendo que el único problema fueron los problemas de corrupción. Si así fuese, el ganador habría sido cualquier otro de los candidatos de izquierdas.
- Entonces, se confirmaría un fuerte giro sociológico a la derecha...
Bolsonaro logró un triunfo increíble teniendo en su contra muchos factores. De entrada, no tenía dinero para competir de forma efectiva. Haddad gastó en su campaña 31 millones de reales, es decir, 8,3 millones de dólares. Bolsonaro gastó 1 millón de reales, menos de 300.000 dólares. Por descontado, el exmilitar no tuvo apoyo de las Administraciones Públicas, de modo que toda su campaña se fundamentó en grupos de voluntarios y campañas espontáneas en redes sociales.
- ¿Comparte el optimismo de algunos liberales latinoamericanos que ven en Bolsonaro un líder capaz de asumir algunas de las tesis de dicha escuela de pensamiento?
Bolsonaro no suavizó su discurso para llegar al poder. En clave económica, ha elegido como ministro de Hacienda a Paulo Guedes, un Chicago Boy, un hombre muy cercano a quienes realizaron las exitosas reformas económicas llevadas a cabo en Chile, en la época de Augusto Pinochet. Por eso no es sorprendente que el programa de gobierno refleje claramente los postulados económicos de la escuela que lideró Milton Friedman. En clave económica, Guedes es completamente liberal.
- ¿Se traducirán esas alianzas en una acción de gobierno digna de ser aplaudida por los liberales?
El nuevo presidente ha enfocado su discurso en tres áreas: economía, seguridad y corrupción. La economía, por tanto, juega un rol crucial en el discurso que le ha llevado al poder. En su programa electoral, afirma abiertamente que "las economías de mercado han sido históricamente el mejor instrumento de generación de ingresos, empleo, prosperidad e inclusión social. Gracias al liberalismo, la pobreza a nivel mundial se ha reducido en miles de millones de personas".
Algo similar es lo que ha declarado en sus discursos de campaña. Siempre ha insistido en que el socialismo es la causa de la miseria que sufren tantos brasileños. Suele decirse que Bolsonaro no es el mayor experto en asuntos económicos, pero también es justo afirmar que ha sabido encontrar a los asesores adecuados y, mejor aún, ha logrado convencer a los brasileños, de modo que ha demostrado ser un excelente vendedor de ideas.
Por otro lado, Bolsonaro ha propuesto la libertad de portar armas como clave para mejorar la protección de los ciudadanos y también ha defendido un federalismo más intenso como fórmula para fragmentar el poder y minimizar las oportunidades de corrupción que pueden surgir cuando la autoridad no está efectivamente dividida y controlada.
- ¿Soplan vientos de cambio en la región?
Lamentablemente, lo que ha ocurrido en Brasil no es igual a lo que sucede en los países de la región donde la izquierda ha perdido el poder. No hay en la región un plan de gobierno parecido al de Bolsonaro. Algunos líderes hablan de liberalismo económico en ciertos aspectos, pero no se acercan ni de lejos al compromiso que ha demostrado Paulo Guedes.
En países como Chile, Argentina y Colombia, los actuales presidentes han llegado al poder con un discurso moderado, que sí contiene algunos elementos liberales, pero que no le llega ni a los talones a Bolsonaro. Además, también sucede en estos países que la victoria de la derecha bebe, en gran parte, de la división de la izquierda. Por tanto, no creo que podamos hablar de un cambio. La izquierda todavía tiene fuerza, todavía convence… Y cuando pierde es porque sus divisiones internas abren paso a discursos tibios, que no defienden abiertamente las libertades.
Espero que el triunfo de Bolsonaro produzca un efecto regional. Creo que cuando los latinoamericanos vean los resultados del programa económico del nuevo gobierno brasileño empezarán a demandar lo mismo. De momento, el triunfo electoral del exmilitar deja claro que sí se puede hablar abiertamente de capitalismo y convencer a millones de personas con ese discurso.