A las 4 de la tarde el sol pega todavía en la campa que Auro tiene en Vicálvaro (Madrid). Como casi todos los días, unos 20 candidatos han pasado por las instalaciones del gigante de las VTC para intentar conseguir un puesto de conductor. Llevan allí desde las 9 de la mañana.
Dos hombres con traje y corbata esperan el último turno para realizar la prueba de conducción. La indumentaria será la misma que tengan que llevar siempre al volante de Cabify. Sheila Higueras, una exprofesora de autoescuela, supervisa el examen, que nada tiene que ver con la temida criba que hace la DGT con el carnet de conducir.
Los nervios entre los dos aspirantes están a flor de piel. Por iniciativa propia, el más joven es el primero en realizar la prueba. "El freno de mano es eléctrico ¿verdad?", pregunta. Será una de las pocas dudas que tenga. El segundo se monta en el asiento de atrás junto a nosotros y espera su turno. Para evitar añadir más presión al momento, ninguno de ellos sabe que somos periodistas.
Higueras les da una breve indicación. "Solo hay que leer. La aplicación es super intuitiva", les anima. Eso sí, "cuando manipulemos el teléfono debemos estar en un lugar adecuado y sin circular", advierte.
Una sencilla prueba de conducción
Es entonces cuando salta el primer aviso de la DEMO. La profesora les recuerda que lo primero que deben tener en cuenta antes de recoger al cliente es "saber cómo se llama, para dirigirnos a él por su nombre al entrar, y conocer sus preferencias". En este simulacro, aparece que al cliente ficticio le gusta ir sin aire acondicionado y que le abran la puerta. "Siempre que os sea posible se la abrís, pero no es obligatorio porque hay veces que las condiciones del tráfico no lo permiten", puntualiza Higueras.
El candidato, que maneja a la perfección la aplicación, arranca el coche, pero la evaluadora le hace parar. No se ha colocado ni los espejos ni el asiento a su altura. "Así, en el caso de que haya un accidente, los elementos de seguridad no cumplirán su función", le explica. En el examen oficial de la DGT, esta sería una falta eliminatoria, pero aquí no es determinante. "Lo más importante es que la conducción sea suave y que respeten las señalizaciones", cuenta la exprofesora de autoescuela.
Aunque el simulacro le pide al conductor que vaya a recogerle a la calle Toledo, lo cierto es que la prueba se realiza por los alrededores de Vicálcaro. Durante unos 15 minutos, Higueras les hace pasar por diferentes calles, stops y rotondas, pero no les meterá en el centro de Madrid, que es en realidad donde van a pasar la mayor parte de su jornada laboral y donde más tráfico hay. También, simulan una parada del cliente a mitad del viaje, para después volver a continuar hacia su destino. Así, comprueban el manejo del conductor en la aplicación. Cuando la evaluadora decide que la prueba se ha acabado, les recuerda que "la seña de identidad de Cabify es sugerirle al pasajero que compruebe si se ha dejado algo en el coche antes de bajar. Es importante que lo hagáis, como hábito, unos minutos antes de que finalice el viaje. Es mejor para vosotros, y así os quitáis de líos y de tener que devolvérselo".
Siguiente turno. El segundo candidato ronda los 50 años y está más nervioso. Ambos motivos influyen a la hora de empezar a hacer funcionar la aplicación. Sus dudas con la usabilidad de la app incluso obligan a la evaluadora a moverle el dedo hasta pinchar en la opción correcta. Habla bajito y no hace preguntas, pero a su favor tiene que su conducción es bastante experimentada. Durante la prueba, el coche se le cala una vez, un percance que "no es concluyente" para suspenderle, según Higueras.
Los dos candidatos han pasado la prueba. En el turno anterior, la evaluadora ha tenido que suspender a un aspirante "por exceso de velocidad y por llevar el coche revolucionado". Las pruebas de conducción de Auro las pasan "más del 70% de los que se presentan, pero siempre hay algunos que se quedan fuera porque conducen como locos o no guardan las distancias laterales y frontales. Yo he llegado a pasar miedo", relata Higueras. Antes de esto, los futuros conductores han pasado un examen tipo test, que les mandan previamente al correo, y un psicométrico. Conseguir el puesto es bastante sencillo: los dos están contratados.
La miniciudad de las VTC
Aunque estos conductores van a empezar a trabajar para Cabify (tienen exclusividad), quien les hace el contrato es Auro a través de Jobandtalent. Auro es una de las compañías propietaria de vehículos y de licencias VTC más grandes de España.
Una vez dentro del recinto, los empleados podrán acceder a todos los servicios de los que dispone esta miniciudad de las VTC. En las amplias instalaciones de Vicálvaro, los conductores disponen de túnel de lavado y un gran número de aspiradoras "para usarlas siempre que quieran". La limpieza de los vehículos es una parte fundamental del servicio a sus clientes. No deben olvidarlo si quieren obtener una buena puntuación.
También, de la montaña de botellas de agua que hay, pueden coger las que les hagan falta para la jornada En el interior del centro se encuentra un taller donde les miran todos los niveles a los coches, les hacen las revisiones y los reparan. En los tanques GLP y diésel los conductores pueden repostar sin tener que acudir a una gasolinera externa. Para la gasolina, sí es necesario.
Así, los Skoda y los Toyota negros brillan en la campa. Son la seña de identidad de los vehículos de Uber y Cabify y a los que los taxistas llaman cucarachas. Pero aunque sorprenden los centenares de coches que se encuentran en el aparcamiento, una gran parte de los conductores se lleva el vehículo a casa. Para ello, la compañía les exige que tengan garaje. Las VTC no gustan a todos, y los ataques a sus vehículos en la vía urbana son muy habituales.
Controlan los vehículos en tiempo real
Luis Rodríguez es el responsable de los gestores de flota de Auro. Como muchos de los directivos de las VTC, es un extaxista. "Dicen que nuestros conductores están precarizados, pero no saben lo duro que es trabajarle el taxi a otro: ni vacaciones, 3 días de baja de parternidad y cuidado con ponerte malo", cuenta. Ahora, lidera a un equipo de 14 gestores de flota que son responsables de más de 750 conductores.
Los conductores de Auro trabajan unas 12 horas al día por un sueldo base que no llega a los 1.000 euros. Pero a partir de los 4.000 euros de facturación, la cosa cambia: se llevan el 40% de los ingresos, lo que se convierte en una opción muy interesante para ganar más dinero. Entre la plantilla, predominan los parados, las personas de más de 45 años y los extranjeros. "Es gente a la que no contrataban en ningún sitio y con el decreto ley de Fomento les quieren poner en la calle", denuncia Rodríguez. El Gobierno ha aprobado una normativa que da poder a las CCAA para expropiar las licencias VTC dentro de 4 años. El Congreso ha dado luz verde al decreto, aunque como proyecto de ley, por lo que se podrán realizar modificaciones. "Nosotros vamos a seguir contratando gente porque hay más licencias aprobadas", asegura.
Además de los conductores, en la planta de Auro trabajan todo tipo de profesionales, desde informáticos a contables, "somos unas 75 personas", cuenta Rodríguez. Entre los departamentos más interesantes de las instalaciones se encuentra el centro de datos donde un gran número de empleados controlan en tiempo real qué están haciendo sus coches. Al más puro estilo Gran Hermano analizan su ubicación exacta en el mapa, registran los accidentes, comprueban si van vacíos o con pasajeros o hacen balance de la facturación de cada conductor.
Además del GPS de la aplicación, los vehículos llevan otro localizador incorporado "para evitar que alguien se vaya a comer un cochinillo a Segovia con el coche, como ya nos ha pasado", cuenta el directivo. En ese momento, el mapa destacan dos coches, uno en Guadalajara y otro en Talavera de la Reina. "Un conductor se ha tenido que ir porque ha fallecido un familiar y el otro, se ha separado y está viendo a su hija. Como nos han pedido permiso, no hay problema", explica. Nada se le escapa a Auro.