Los bonos han sido y siguen siendo un instrumento de financiación para los bancos, compañías y administraciones públicas, y una fuente de rentabilidad para inversores. Constituyen una manera de obtener capital contrayendo una deuda con particulares o grupos inversores: el emisor saca al mercado su producto, los interesados lo adquieren y al cabo de un tiempo recuperan la inversión con los correspondientes intereses. Pero el mundo ha evolucionado y los inversores no solo piensan en términos de rentabilidad; desean que su aportación se destine a proyectos que redunden en beneficio de la sociedad. Ese es el concepto del llamado bono verde, un producto financiero que está adquiriendo en los últimos años una enorme popularidad.
¿Qué es un bono verde?
Los bonos verdes o emisiones verdes se diferencian de los bonos convencionales en el destino final de los fondos obtenidos. Los bonos del estado, por ejemplo, tienen como objetivo financiar el déficit público. En el caso de los bonos verdes, el destino final ha de ser algún proyecto de carácter sostenible que contribuya a mejorar las condiciones del planeta.
Los bonos verdes, por tanto, están estrechamente vinculados con la ecología y el respeto al medio ambiente y nunca podrán destinarse a fines que pongan en entredicho el concepto de sostenibilidad. ¿Y qué tipo de entidades son las que ofrecen un producto financiero de este tipo? Por lo general, detrás de la emisión de bonos verdes están entidades bancarias, grupos energéticos y, por supuesto, las administraciones públicas, ya sea de forma directa o a través de empresas dependientes del Estado.
Principios de los bonos verdes
La Asociación Internacional de Mercado de Capital (ICMA) estableció en su momento los principios que deben regir la emisión de bonos verdes. Los denominados Green Bond Principles (GBP) ponen un énfasis especial en la transparencia informativa, la exactitud y la integridad en los procedimientos.
Un aspecto importante es la elaboración y publicación de informes periódicos sobre el uso de los fondos, de manera que el inversor pueda conocer con exactitud el desarrollo de los proyectos. Los GBP recomiendan también la incorporación de auditores externos que verifiquen el seguimiento de las actuaciones y añadan un plus de transparencia a todas las operaciones en marcha.
¿Qué proyectos se financian con bonos verdes?
La emisión de bonos verdes tiene como objetivo principal la financiación de proyectos que guarden una relación directa con la sostenibilidad y la preservación de los medios naturales. Dentro de este campo, se incluyen, por ejemplo:
- Proyectos sobre energías renovables
- Iniciativas para alcanzar una eficiencia energética
- Medidas para la prevención y el control de la contaminación
- Construcción de plantas eólicas
- Proyectos para el aprovechamiento de la energía solar
- Gestión de la sostenibilidad
- Reducción de emisiones contaminantes
- Proyectos sobre movilidad sostenible
- Conservación de la biodiversidad
- Proyectos tecnológicos para el reciclaje de materiales
- Economía ecológica
- Iniciativas para la construcción de edificios sostenibles
Además, los bonos verdes se ajustan a los criterios establecidos por el Acuerdo de París contra el cambio climático de diciembre de 2015. El documento fue subscrito por todos los estados miembros de Unión Europea y otros 96 países del mundo.
Un producto en expansión
La historia de los bonos verdes empezó en 2007, cuando el Banco Europeo de Inversiones y otros bancos internacionales apostaron por esta fórmula de financiación para crear proyectos sostenibles. La emisión de estos bonos permitió por ejemplo ampliar la red eléctrica de Perú con energía solar, apostar por las energías renovables en México, introducir un transporte urbano no contaminante en Colombia o instalar sistemas de riego eficientes en Túnez.
Diez años más tarde, aquella primera experiencia se ha convertido en un boom. La idea de comprar bonos verdes ha convencido a los inversores; son títulos que se rigen por las mismas condiciones de un bono tradicional pero que llevan detrás algo más.
Y los gobiernos no se han mantenido al margen. El primer estado en emitir bonos verdes fue el polaco; luego se sumaron Francia y China y ahora son muchos los gobiernos que han incorporado este tipo de deuda. En España, una de las comunidades que se ha implicado más a fondo en este asunto es Madrid, que aspira a que el 100% de su deuda sea de carácter sostenible.
Según los últimos informes de Bloomberg New Energy Finance, en el año 2017 las emisiones verdes en el mundo alcanzaron los 163.100 millones dólares (unos 131.000 millones de euros). En Europa se superaron los 70.000 millones de euros y las previsiones para este año son más que optimistas. En los últimos 4 años, la tasa de crecimiento de los fondos verdes ha superado el 64%.
¿Y qué pasa con las empresas españolas?
España se ha sumado con ímpetu al carro de los bonos verdes. En 2017, la emisión de estos productos superó los 5.000 millones, según un informe de Climate Bonds gracias al creciente interés de empresas e instituciones. La primera compañía en emitir bonos verdes en España fue Iberdrola. Era el año 2014 y desde entonces ha realizado ya más de seis emisiones de estas características. Otras compañías que han adoptado la misma línea son Repsol y Adif AV.
Los bonos verdes como herramienta en la transición hacia una economía baja en carbono representan una gran oportunidad en los mercados. Banco Santander ha participado en 2017 en la emisión de 8,1 bn de euros y ha emitido su primer bono verde en Polonia. Además, está comprometido a actuar contra el cambio climático apoyando a sus clientes y financiando la transición hacia una economía baja en carbono.