
El déficit público de Estados Unidos sigue moviéndose en cifras excesivamente abultadas. Tras el franco deterioro vivido en los años de gobierno de Barack Obama, la llegada al poder de Donald Trump no se ha traducido de momento en una mejora del saldo presupuestario, que viene de registrar un cierto aumento a pesar de la subida de los ingresos.
A lo largo del último año, el déficit presupuestario del gobierno federal de Estados Unidos alcanzó los 898.000 millones de dólares. Así lo certifica el último informe del Departamento del Tesoro, que ha sido desglosado por Bloomberg. Los críticos de las rebajas de impuestos han achacado el ensanchamiento del déficit a la reforma fiscal impulsada por Donald Trump. Sin embargo, las cuentas dicen algo muy distinto.
Así, según los datos oficiales del Departamento del Tesoro, el gasto público ha subido un 7% durante el último año, hasta llegar a 3,88 billones de dólares, mientras que los ingresos han aumentado un 1% a lo largo de dicho período, para un total de 2,99 billones de dólares. Esto significa que, a pesar de la rebaja de impuestos, los ingresos fiscales han subido ligeramente, de modo que el problema del déficit debe achacarse a la falta de austeridad del gobierno, que ha aumentado significativamente sus desembolsos.
El pasado curso 2017, el déficit registrado por el gobierno federal subió de 586.000 a 666.000 millones de dólares. Ya existía, por tanto, un patrón de excesivo aumento del gasto, heredado de Barack Obama y no rectificado por Donald Trump. Conviene recordar, eso sí, que la evolución del gasto también la determina el poder legislativo, a través de techos de gasto y mecanismos similares.
La Oficina Presupuestaria cree que el déficit subirá este año a 804.000 millones de dólares, registrando aumentos adicionales en 2019 y 2020, hasta llegar al billón de dólares al final de la Era Trump. Sin embargo, el asesor económico de cabecera del presidente, Larry Kudlow, ha anunciado que el próximo año podría marcar un punto de inflexión, debido al aumento de ingresos fiscales generado por el repunte del crecimiento hasta el 4% y por la posible reforma de las transferencias sociales que pretenden impulsar los parlamentarios del Partido Republicano.
Ahora mismo, la deuda pública se mueve en el entorno del 101% del PIB, mientras que el peso del déficit presupuestario ronda el 4% del PIB. De acuerdo con Fitch, Estados Unidos debe mejorar sus políticas fiscales si no quiere sufrir un deterioro en su calificación crediticia.