Hong Kong repite un año más como la economía más abierta del mundo, pero Singapur está cada vez más cerca de alcanzar el trono. Es la principal conclusión a la que podemos llegar repasando el nuevo Índice de Libertad Económica del Instituto CATO y el Instituto FRASER, que se publica en 2018 pero recoge datos de 2016, de modo que el sorpasso podría haberse producido ya.
Mientras que Hong Kong obtiene 8,97 puntos en una escala de 0 a 10, Singapur logra 8,84. No anda lejos Nueva Zelanda, cuyo giro hacia un sistema económico liberal empezó a coger fuerza en los años 80 y ha llevado al país oceánico hasta los 8,49 puntos. Un valor seguro, Suiza, logra la cuarta posición, con un anota de 8,39 puntos.
El primer países de la Unión Europea es Irlanda, que alcanza la quinta posición de la tabla con 8,07 puntos. En su caso como en el de Nueva Zelanda, las reformas liberales empezaron a desplegar sus alas en la década de 1980 y han terminado arrojando excelentes resultados con el paso de los años. De hecho, el auge de Irlanda ha expulsado a Estados Unidos del top cinco, de acuerdo con los datos para el último año de gobierno de Barack Obama, que arrojan una puntuación de 8,03 para el gigante norteamericano.
Dos países en vías de desarrollo como Georgia y Mauricio consiguen el séptimo y octavo puesto con 8,02 y 8,01 puntos. Justo a continuación nos topamos con Reino Unido, que consigue 8 puntos, y con Australia y Canadá, empatados a 7,98 puntos. Georgia puso rumbo al capitalismo bajo gobierno de Mijaíl Saakashvili, que lideró un ambicioso programa de reformas entre 2004 y 2013. Mauricio, que firmó su independencia en 1968, también es un clásico en este tipo de estudios, puesto que lleva años moviéndose hacia un sistema económico más liberal.
En el top veinte aparecen también Taiwán, Estonia, Lituania, Chile, Dinamarca, Malta, Chipre, Países Bajos, Alemania y Rumanía, con puntuaciones que van de 7,69 a 7,89 puntos. Con la salvedad de Taiwán y Chile, hablamos de economías europeas que no alcanzan cotas tan altas de liberalismo como Irlanda o Reino Unido, pero sí consiguen una buena puntuación.
Para encontrarnos con España tenemos que bajar hasta la trigésima posición. Por delante de nosotros aparecen Finlandia, Guatemala, Letonia, Luxemburgo, Noruega, Austria, Panamá y Armenia. Empatados con nuestro país a 7,56 puntos, el emirato de Bahréin y la República Checa. En las posiciones siguientes nos topamos con Costa Rica, Corea del Sur, Portugal, Israel o Japón.
Suecia sorprende para mal, cayendo al puesto 43 bajo el gobierno izquierdista de Stefan Löfven. Bélgica e Italia se conforman con los escalones número 52 y 54, mientras que Polonia y Francia figuran en los puestos 54 y 57, respectivamente. La palma se la lleva Venezuela, que solo consigue 2,88 puntos y figura en el puesto 162, a la altura de Libia. También es desastroso el 4,84 cosechado por Argentina, herencia entregada por Cristina Fernández de Kirchner al hoy presidente Mauricio Macri. En el caso argentino, su puesto es el 160 de la lista.
España mejora
España ha mejorado su puntuación de forma progresiva, hasta alcanzar en la edición de 2018 su mejor resultado en mucho tiempo. En 2006, nuestra calificación era de 7,38 puntos. Dicha evaluación fue empeorando progresivamente hasta caer a 6,99 puntos en 2009, el año más negro del zapaterismo. Mariano Rajoy empezó su etapa en La Moncloa en 2012, con una calificación de 7,26 puntos que nos dejó relegados al puesto 52. De momento, el índice de 2018, que recoge datos de 2016, asigna a España una nota de 7,56 puntos, suficiente para ascender el número 30 del ranking.
Ampliando el foco, seguimos lejos de los 7,77 puntos que alcanzó la España de José María Aznar. Por aquel entonces, las reformas liberales del gabinete popular auparon a nuestro país al número dieciocho del ranking. Eso sí: pese al retroceso que supuso la reacción intervencionista a la Gran Recesión, estamos mucho mejor que en 1980 (5,81 puntos) o 1990 (6,56 puntos), cuando nuestra economía gozaba de un grado mucho más bajo de libertad económica.
Por categorías de análisis, España consigue 6,02 puntos en la que mide el peso del Estado (gasto e impuestos), 6,80 en la que estudia el sistema legal y el imperio de la ley, 9,49 en la que evalúa la estabilidad monetaria (anclada al euro desde hace más de tres lustros), 8,05 en lo tocante a la apertura comercial y 7,43 en el análisis del entorno regulatorio.