Cristina Narbona, presidenta del PSOE, anunció en verano de 2017 que su partido se negaría a aprobar el tratado comercial CETA, que regula los intercambios entre la Unión Europea y Canadá y entonces estaba pendiente de ratificación. Para la que fuera ministra de Medio Ambiente, el CETA debía ser rechazado por no ser "de izquierdas" y por obstaculizar el camino hacia "una nueva socialdemocracia".
Algo parecido defendía Pedro Sánchez, quien llegó a afirmar públicamente que "el capitalismo neoliberal actual es descarnado y socialmente insostenible". Los socialistas españoles daban así la espalda a su propia doctrina, puesto que el partido del puño y la rosa había defendido hasta entonces el pacto comercial entre ambos bloques económicos.
Sin embargo, el paso del tiempo ha puesto en evidencia a Sánchez. El acuerdo terminó saliendo adelante gracias a los votos de PP y Ciudadanos… y el nuevo mandatario no ha dudado en aprovechar su visita a Canadá para anotarse el tanto. Una nueva incongruencia que ya ha sido destacada por numerosos medios.
Efectos de la entrada en vigor de CETA
El acuerdo suprimió el 98% de los aranceles aplicados a la industria y el sector agrícola. También se tradujo en la simplificación de trámites burocráticos y en la reducción de costes de los procedimientos aduaneros. Gracias a estas medidas, el discurso pesimista de PSOE y Podemos ha quedado desmontado por la realidad.
Tomemos, por ejemplo, los números de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas. Este ramo de actividad aumentó sus ventas a Canadá un 18% durante 2017 y siguió ganando cuota de mercado en el primer semestre de 2018, con un crecimiento del 8%. En año y medio, el sector consiguió crecer más que en toda la década anterior.
El caso del vino también es digno de mención. Las exportaciones de caldos españoles al mercado canadiense han crecido un 17% en volumen y un 11% en valor. En total, este nuevo paradigma mueve más de 100 millones de euros y ha permitido que los vinos españoles alcancen el quinto puesto en el mercado canadiense, solo por detrás de Francia, Italia, Estados Unidos y Australia. Hay casos espectaculares como los de la bodega Aranleón, cuyo vino ecológico elaborado en la Comunidad Valenciana despacha ya 100.000 botellas al año en la provincia del Quebec.
También la industria española del juguete está satisfecha con los resultados que está arrojando el CETA. En este caso, el aumento de las ventas fue menor en 2017, pero se ha disparado un 20% durante el primer semestre de 2018, de modo que el tratado ha permitido un importante salto exportador que, si bien tardó algunos meses en llegar, se está traduciendo en un fuerte aumento de la actividad.
Otro caso de éxito es el del sector hortofrutícola, que en la primera mitad del año ha vendido a Canadá más de 40 millones de euros, cifra que supone un crecimiento interanual del 90%. De mantenerse esta tendencia, las ventas totales en 2018 alcanzarían los 100 millones de euros, muy por encima de los 57 millones observados en 2017. La buena aceptación de los cítricos, el repollo, el ajo, la cebolla o el pimiento está poniendo de moda el "made in Spain" entre los consumidores canadienses.
Los beneficios no quedan limitados a nuestro país. En toda la UE, las estadísticas de la Comisión Europea para octubre 2017-junio 2018 arrojan una tasa de aumento de las exportaciones superior al 7% anual, muy por encima del ritmo de crecimiento de la economía. No hay que olvidar que el sector exportador genera 31 millones de puestos de trabajo en la UE, a razón de 14.000 empleos por cada 1.000 millones vendidos al extranjero.