Reconozcámoslo. Actualmente, pocos conocen quiénes son sus vecinos o cómo se llaman. Los ven pasar, los encuentran en el rellano, se saludan en el ascensor con un tímido "hola", pero poco más. Las grandes urbes han roto los vínculos de las antiguas comunidades vecinales donde María, la del quinto, bajaba al primero, a casa de Juana, a contarle que su hijo entraba ese año a la universidad; o Juan le pedía que le echara una mano al del último con el grifo del fregadero roto. Para bien o para mal, los habitantes de un mismo bloque tenían nombre, el anonimato no existía.
Sí podemos matizar que muchos pueblos continúan ligados a sus barrios, y, por ende, a sus vecinos. Sin embargo, las ciudades, en pleno crecimiento desde hace más de dos siglos, han visto desdibujarse las uniones de puerta a puerta, incluso las típicas discusiones al estilo de La que se avecina han desaparecido. Ni rastro de radio patio.
Este nuevo escenario, con auténticos extraños viviendo al otro lado de la pared de la casa, ha provocado cierta desazón y añoranza por los viejos tiempos a varios empresarios californianos. Sí, Silicon Valley lo ha hecho una vez más. Netxdoor, una aplicación para conectar a los vecinos, está causando furor entre sus usuarios. En España, acaban de llegar y ya está pasando lo mismo. Conocer al vecino es algo muy nuestro, radio patio regresa, pero se asoma a través de las ventanas de nuestro teléfono móvil .
Nube digital de vecinos
Más de 20.000 usuarios de barrios madrileños y barceloneses se han registrado ya en Netxdoor. En Europa, 200.000 barrios están ya en la nube vecinal. La cosa parece que funciona y las comunidades se las apañan de maravilla. La aplicación registra la dirección del vecino junto con su nombre y apellidos. Una vez verificado el perfil, ya se puede preguntar si alguien tiene un limón o le sobra hielo.
Según Netxdoor, los vecinos españoles emplean la aplicación sobre todo para buscar un canguro, vender una camiseta o juguetes en desuso, comprar muebles que va a tirar el propietario del tercero porque se muda, organizar barbacoas o cenas con los vecinos, compartir el coche para ir al trabajo o denunciar si han robado y hay algún delincuente merodeando en el barrio. Incluso si algún vecino ha hecho lentejas de más, puede invitar a otro usuario a que vaya a su piso con un táper y se lleve comida recién hecha. Y, por qué no, cotillear de paso de unos y otros.
Todo muy práctico, sí. Pero, ¿y si tenemos en el chat al clásico vecino pesado con el que evitamos cruzarnos? Sus creadores han pensado en ello y aseguran que "se puede silenciar a esa persona y hacer que no nos aparezcan sus mensajes".
Soy la vecina, ¿tienes sal?
¿Tienes sal? es la versión española de Netxdoor. Sus fundadoras, Sonia Alonso, y Marisa Díaz, cuentan en su blog que estaban hartas de que los barrios estuvieran tan desunidos. Vieron que la historia estaba funcionando en Italia o Alemania con más de un millón de vecinos activos en la plataforma perteneciente al grupo Good Hood, la red social de vecinos más grande de Europa y que pretende extenderse por todo el territorio nacional. De hecho, ya lo están haciendo.
Barrios como La Latina, Chueca, Ventas, o Lavapiés, en Madrid, se encuentran entre las zonas más activas con comunidades de vecinos digitales que han pasado a ser una piña. Marisa Díaz, cocreadora del invento, cuenta que se propusieron ofrecer a los vecinos "una herramienta para crear lazos y apoyarse mutuamente ante los retos de la vida cotidiana. Desde organizar una quedada hasta encontrar compañía para salir a correr, nuestra meta era romper la burbuja del anonimato que parecía haberse apoderado de la vida en los barrios y devolver la solidaridad vecinal en cada escalera".
Díaz recuerda una historia con la que un vecino estrenó la aplicación. Andrés tenía una camada de gatitos recién nacidos, no sabía dónde colgar el anuncio y lo publicó en ¿Tienes sal?. Según relata la CEO, en menos de una hora el chat se llenó de vecinos que querían adoptar a los cachorros felinos, lo que demuestra que conocer a tus vecinos, no tiene que ser tan malo. Tanto Díaz como su compañera Alonso quieren crear otra forma de vecindad que no es otra que la de siempre, solo que ahora nos acompaña el móvil en esta experiencia. En esta línea, las empresarias lanzan un mensaje: "¡Nunca dejen de pedir sal!"