El desafío separatista en Cataluña sigue causando estragos en la región. Tras la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre, las víctimas inmediatas fueron las empresas y los bancos que, desbordados por un clima de extrema incertidumbre, protagonizaron un traslado masivo de sus sedes a otras partes de España.
Las empresas catalanas del Ibex, las cotizadas, las no cotizadas… haciendo balance, la fuga de empresas de la región que ahora preside Quim Torra ya supera las 4.500 en menos de un año. Aunque la factura es alta, los cambios de domicilio social no dejan de ser simbólicos mientras que no se produzca un movimiento de los empleados de las compañías.
Pero cuando el temor por continuar la carrera laboral en Cataluña ya se contagia a los trabajadores, la cosa se vuelve mucho más grave. Y si el personal en cuestión trabaja para el Estado, el éxodo ya ha comenzado.
La situación que están viviendo los jueces y fiscales que ejercen su labor en la región está llegando a al límite. Manifestaciones eternas a las puertas de los juzgados, actos vandálicos contra los edificios judiciales, e incluso, ataques personales se han convertido en el día a día de estos representantes de la Justicia. Por eso, cada vez son más los profesionales que deciden hacer las maletas para trasladarse a otro destino donde poder trabajar sin la hostilidad independentista.
Se marchan 42 jueces y magistrados
En el caso de jueces y magistrados los datos han hecho saltar todas las alarmas. Desde septiembre de 2017 hasta el pasado mes de junio, última fecha disponible, la friolera de 42 de ellos ha abandonado la región voluntariamente, según informa la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) de Cataluña. "Las cifras son sangrantes, esto nunca había pasado antes", denuncia Patricia Brotons, miembro de la directiva de la APM de Cataluña. "Es muy triste que nos estemos quedando sin gente, que nos estemos quedando solos", se lamenta.
"No es nada agradable llegar al trabajo y ver que te han roto las ventanas, tener que sortear a grupos de manifestantes para entrar e incluso, encontrártelos dentro de la Ciudad de la Justicia", relata Brotons. En esta región la imagen de los jueces está tan denostada que la mayoría evita revelar a qué se dedica. Suelen acudir medio en broma a la regla de los 3 segundos que ocurre "cuando le dices a alguien que eres juez en Cataluña y tarda 3 segundos en volver a hablarte".
Los jueces pueden cambiar de destino en el momento que salgan a concurso otras plazas dentro del territorio nacional, por ejemplo, por jubilaciones o por juzgados de nueva creación. En el desglose de las dos categorías, llama la atención la cantidad de magistrados que han decidido marcharse, ya que son profesionales con mayor arraigo en la región. Los magistrados "suelen tener más de 45 años, una vida hecha en Cataluña, una familia asentada y, a pesar de todo, están decidiendo irse. Es dantesco", señala Brotons.
Así, en los concursos publicados entre abril y junio se marcharon de Cataluña 6 magistrados, 8 jueces y solo llegó un magistrado. Entre enero y marzo, se fueron 9 magistrados, 8 jueces y sólo llegaron otro magistrado y otro juez. Y ya de septiembre a diciembre de 2017, se fueron 7 magistrados y 4 jueces a cambio de un magistrado que entró.
Tienen que acudir a los jueces sustitutos
Como en Cataluña "hay muy poca tradición de opositar" a la Judicatura, "la mayoría de jueces no son de aquí", explica la experta, lo que está propiciando aún más la fuga. Ante la falta de jueces que están dispuestos a cubrir las plazas vacantes, "se está acudiendo a los jueces sustitutos", que son abogados de cierto prestigio, pero que no han aprobado la oposición "ni tienen el rodaje suficiente", señala. Además, en este sentido, el punto que más recelo le causa a Brotons es que "el Poder Judicial tiene que ser apolítico y quizá ellos esto no lo tienen tan interiorizado". Estas declaraciones ponen sobre la mesa la idea de que al Gobierno separatista incluso le pueda estar beneficiando esta nueva situación.
Desde que el Gobierno catalán sacara las urnas a la calle, "ya no es cómodo" trabajar en Cataluña", cuenta Brotons. "Si a la profesión de juez, que ya genera de por sí unos altos niveles de ansiedad, le añades esta presión, no es de extrañar que se nos vaya la gente". A cierre de 2017, había 810 jueces y magistrados en Cataluña
Figuras con nombres y apellidos, como la de Pablo Llarena, el instructor del procés, han sufrido en sus propias carnes la persecución de los independentistas. En las protestas habituales, la quema de la foto de Llarena es tan recurrente como la del Rey, aunque lo más preocupante son las amenazas que están sufriendo por parte de los más radicales tanto él como su familia. "Han cruzado una línea que nunca se debería de haber cruzado. Llanera no está haciendo nada fuera de la ley, habría que considerarle una eminencia, y le han perdido el respeto a él y a todo el Poder Judicial", asegura la experta.
Para Patricia, la imagen de La Justicia está siendo maltratada a todos los niveles de la sociedad en Cataluña. "Si un médico te diagnostica un cáncer, nadie le pregunta dónde lo ha estudiado o si tiene un máster. Aquí se cuestiona todo y además, se indaga en la vida personal de ese juez", asegura.
Los fiscales, "abandonados por el Estado"
La persecución que están sufriendo los jueces en Cataluña es muy similar a la de los fiscales, aunque estos tienen más complicado marcharse. "Salen muy pocas plazas cada trimestre en España y no tenemos la misma movilidad que los jueces. Si los concursos fueran más amplios, sería diferente", explica la presidenta de Asociación de Fiscales, Cristina Dexeus.
"Desde el 6 de septiembre, hemos pasado muchos días amargos y todos en algún momento hemos pensado en marcharnos, hasta los que llevan 30 y 40 años viviendo en Cataluña", reconoce Dexeus. "Ves como viven los colegas de Málaga o Galicia y te preguntas ¿qué hago aquí", asegura.
"La presión y la incertidumbre de no saber qué va a pasar y hasta dónde van a llegar", es lo que hace desfallecer a los fiscales. "Han rodeado la Ciudad de la Justicia, han pintado nuestros edificios y , aunque resistimos, sentimos cierto abandono por parte del Estado", cuenta Dexeus.
Tanto Patricia Brotons como Cristina Dexeus coinciden en que trabajar en Cataluña debería proporcionar a jueces y fiscales un plus para hacer más atractivo el destino. Ambas ponen como ejemplo al complemento de peligrosidad que reciben sus colegas en el País Vasco a pesar del fin de los atentados terroristas de ETA.