Cuando Alexis Tsipras llegó a la presidencia del Gobierno griego en 2015, Europa miraba con incertidumbre y temor lo que el nuevo Ejecutivo de corte populista socialista pudiera comenzar a hacer, sobre todo en materia económica. Sin embargo, el rescate y el control de la troika mantuvieron al país heleno dentro de las exigencias que se pedían desde Bruselas. Hace menos de un mes, Grecia ha comenzado a caminar sola, tras dejar atrás el férreo control de los hombres de negro que vigilaban la economía nacional.
El líder de Syriza ha presentado ante la Eurocámara un plan post-rescate que promete estabilizar la economía griega y llevarla por la senda del crecimiento, la atracción de inversores y la reducción de la deuda. Por eso, Tsipras no ha dudado en anunciar una considerable rebaja del Impuesto de Sociedades. Hasta ahora, el tipo impositivo se encontraba en el 29%, pero todo a punta a que el próximo año será del 25% –el mismo porcentaje que España–. Con esta rebaja fiscal, el país heleno buscará lograr uno de sus grandes objetivos: que las exportaciones supongan el 50% del PIB –actualmente, se encuentran en el 33%–. Este cambio de rumbo es considerable después de varias subidas tributarias durante los últimos años.
La positiva tendencia de la OCDE
Lo cierto es que si se hace una media del Impuesto de Sociedades del conjunto de la OCDE se puede observar una tendencia que apunta a una reducción pronunciada de este tributo. En el año 2000, las empresas pagaban una media del 32,2% en los países ricos, en 2008 se pasó al 25,9% y en 2016 volvió a contraerse hasta el 24,7%.
Francia y Bélgica son los dos países que más pagan por este impuesto, un 34,4% y 34% respectivamente; les siguen con un 30,2% Alemania; con el 30% México, Australia y Japón; Portugal y Grecia cobran un 29,5% y un 29%; mientras que Nueva Zelanda resta fiscalmente el 28% del beneficio empresarial; Italia se mueve en un tipo general del 27,8%; Estados Unidos, tras la reforma de Trump, ha bajado la tributación al 25,7% contando el impuesto estatal y el federal; por su parte, Letonia (15%), Irlanda (12,5%) y Hungría (9%) son los tres países con menos imposición fiscal para las compañías.
España, hasta ahora, ha seguido la misma dinámica que el resto de la OCDE. En 2015 pasó de gravar a las empresas con un 30% a hacerlo con el 28%, mientras que en 2016 volvió a reducir el tipo hasta el 25%. Además, para las compañías de nueva creación el impuesto está fijado en el 15% durante el primer periodo impositivo en el que obtienen una base imponible positiva. La peor parte la sufren el País Vasco y Navarra, donde el impuesto de sociedades está fijado en el 28%.
Sin embargo, Pedro Sánchez apuesta ahora por una subida de este gravamen. Tras las negociaciones con Podemos, se ha propuesto aplicar el tipo efectivo mínimo del 15% sobre el resultado contable de las empresas en lugar de sobre los beneficios netos, lo cual se traduciría en una fuerte subida fiscal, a diferencia de las rebajas generalizadas por las que están apostando otras grandes potencias en los últimos tiempos.