A Manuel Pacheco le da "escalofríos" pasar por la puerta del Hotel Ávila que regentaba junto a su padre en el centro de Jerez de la Frontera. Fue en 1967 cuando su progenitor abrió las puertas de un negocio que estuvo activo hasta el año 2010, fecha en la que falleció y en la que comenzó el calvario para Manuel y sus otros tres hermanos.
La herencia de su padre ha supuesto "la ruina" de toda la familia, asegura el afectado a Libre Mercado. El Impuesto de Sucesiones en Andalucía ha sido uno de los más voraces de España con el contribuyente hasta que el pasado año PSOE y Ciudadanos acordaron establecer un mínimo exento a las herencias de hasta un millón de euros. Demasiado tarde para los Pacheco porque la modificación tributaria no tiene carácter retroactivo.
"El hotel, un piso, una casa en la playa y una plaza de garaje", enumera Manuel. Ése es el legado que su padre quiso dejar a sus hijos tras su muerte, y por el que la Junta de Andalucía les pedía 400.000 euros en concepto del Impuesto de Sucesiones.
Una valoración desorbitada
La cuantía era "inasumible" para los beneficiarios, aún vendiendo parte de una herencia valorada en unos 2 millones de euros. El valor del patrimonio "está totalmente inflado", asegura Pacheco."Intentamos vender las propiedades y nadie nos daba la cantidad que nos decían que valía", recuerda. Al tratarse de bienes inmuebles, la Administración es la encargada de otorgarles un valor a través del catastro, que nada tiene tiene que ver con el precio de mercado.
"El piso nos decían que valía 300.000 euros y lo vendimos por 90.000 euros para poder pagar Sucesiones", cuenta el afectado. Los hermanos Pacheco también vendieron la casa de la playa, aunque el caso más sangrante es el del hotel, que lo valoraron en 1,4 millones de euros y se adjudicó a una empresa por unos irrisorios 185.000 euros tras salir dos veces a subasta y quedar la puja desierta. El edificio tuvo que venderse por un precio ocho veces menor que lo que había valorado la Junta de Andalucía, lo que ni siquiera permitió a sus antiguos propietarios pagar la disparatada cantidad que les exigían por Sucesiones.
Siguen debiendo dinero
"No nos hemos quedado con nada de la herencia de mi padre, que era una herencia limpia y sin deudas, y seguimos debiendo 90.000 euros cada hermano. No es justo", se lamenta Pacheco.
A pesar de haber dilapidado la herencia del fallecido, la Administración les sigue persiguiendo. En el año 2010 a Pacheco le dieron una discapacidad por una enfermedad irreversible "y como cobro la pensión mínima no me pueden quitar nada, pero a mis hermanos les tienen embargadas todas sus cuentas".
"Yo nunca he tenido deudas, siempre he ido con el dinero por delante, y me lo han quitado todo. No se puede consentir", clama. A sus 72 años, a Manuel le ahogan las deudas, los embargos y las notificaciones. "Vivo justito. Para pagar la comida, la luz y el teléfono tengo, pero no me puedo permitir ningún capricho. No puedo ni cambiar de coche, que tiene 22 años, porque me lo quitarían", asegura.
Nuevos inquilinos en su hotel
Sus vecinos ya han avisado a Manuel de que desde hace unas semanas "hay luz y trasiego de gente" en el Hotel Ávila. Pacheco ha acudido a ver qué pasa con el negocio de su padre a pesar del "sufrimiento" que le produce acercarse al hotel donde trabajó "los 365 días del año, los 7 días de la semana, las 24 horas y sin cogerme un día de vacaciones".
"Son muchos extranjeros. Entran y salen, pero nadie me dice nada", cuenta Pacheco. Desde la Plataforma Stop Impuesto de Sucesiones aseguran que el hotel sigue siendo propiedad de La Palmosilla, la empresa a la que le adjudicaron el negocio a precio de saldo, y que se lo ha alquilado a la asociación con fines sociales Anide.
La Palmosilla "es de una persona conocida y bien relacionada de Jerez en los círculos políticos. La abogada de los hermanos Pacheco constató que únicamente se presentó una oferta, lo que es bastante extraño dado lo rentable del asunto", explica Juan Carlos Valverde, su presidente. "Hay algo raro en todo esto… y de ser cierto estaríamos ante el expolio y la ruina de una familia para hacerse a precio de saldo con un inmueble", añade.
La única "esperanza" que le queda a Pacheco para no despedirse definitivamente del legado de su padre "es que nos acepten la liquidación nueva que hemos pedido y revisen nuestro caso", cuenta. "Y si no, que me metan en la cárcel si quieren, pero que me dejen en paz", declara desesperado.