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Los blancos convocan una huelga histórica contra el racismo del Gobierno en Sudáfrica

Los trabajadores blancos de una de las mayores empresas del país denuncian trato discriminatorio en el reparto de acciones con respecto a los negros.

Los trabajadores blancos de una de las mayores empresas del país denuncian trato discriminatorio en el reparto de acciones con respecto a los negros.

Las huelgas en Sudáfrica eran hasta ahora asunto de sindicatos de izquierdas y trabajadores negros, pero las cosas están empezando a cambiar. Empleados blancos de una de las principales empresas del país se han declarado en huelga esta semana para protestar por la discriminación racial contra la minoría de origen europeo, en la primera protesta sindical de este tipo en la historia del país que se convoca para rechazar las políticas de discriminación positiva (discriminación a secas para los blancos) con que el Gobierno del Congreso Nacional Africano intenta compensar injusticias del pasado.

El histórico paro ha sido organizado por el influyente sindicato de trabajadores afrikáners Solidaridad, y es llevado a cabo por sus afiliados en la empresa Sasol, que tiene participación del Estado y es la mayor compañía del mundo dedicada a producir gasolina a partir del carbón. Según ha explicado Dirk Hermann, segundo secretario general de este sindicato de orientación liberal-conservadora y cristiana, el gigante energético sudafricano vulnera la Constitución y todas las leyes que reconocen la igualdad de todos los sudafricanos, sin distinción de raza, al ofrecer participación en la empresa a través de acciones valoradas en medio millón de rands (unos 30.000 euros) solo a sus empleados de color.

"Se trata de una exclusión absoluta de una categoría de trabajadores en razón de su raza", ha afirmado Hermann sobre este mecanismo, pensado por la empresa para "empoderar" a sus trabajadores de la mayoría negra discriminada durante siglos en el país austral. "En la práctica esto significa que un empleado blanco de Sasol con 30 años de servicio en la empresa no recibirá ningún beneficio, mientras que un empleado que ha estado trabajando solo tres meses para Sasol recibirá 500.000 rands", ha añadido el dirigente sindical, para quien "la decisión de Sasol dividirá a los empleados según su raza y aumentará la tensión racial".

Hermann ha denunciado que el plan de Sasol no tiene otro objetivo que mejorar el puntaje de la empresa en el sistema que el Gobierno utiliza para medir si las compañías cumplen o no las políticas de discriminación positiva promovidas desde el poder. Ganar puntos en esta baremación supone a las empresas numerosos beneficios, entre ellos ventajas a la hora de acceder a contratos públicos.

Una huelga histórica

Según el sindicalista afrikáner, los afiliados de Solidaridad van a la huelga por una cuestión "de principio", "de lo que es correcto y lo que no lo es", y no de raza. Además de la huelga en sí, Solidaridad lanzará una campaña para que todos los sudafricanos que lo deseen muestren su solidaridad con los trabajadores discriminados en Sasol, de la que ofrecerá más información en su página web.

Formado fundamentalmente por trabajadores blancos cualificados, Solidaridad es, junto al poderoso lobby Afriforum, una de las puntas de lanza en la resistencia del comunitarismo afrikáner conservador y liberal contra las políticas de discriminación positiva del Gobierno y la hegemonía del nacionalismo racial y de izquierdas del Congreso Nacional Africano.

Solidaridad ha ganado numerosas batallas legales a instituciones del Estado como la policía, los ayuntamientos o el propio gobierno nacional, a las que los tribunales han obligado a rectificar sus políticas de contratación y de ascensos después de que el sindicato denunciara ante la Justicia su naturaleza racista y discriminatoria contra los blancos sudafricanos.

Veinticuatro años después de la caída del sistema segregacionista del apartheid –que limitaba la movilidad de los sudafricanos negros y les negaba el derecho a la propiedad y a la libre empresa–, la sociedad sudafricana vive aún marcada por la tensión racial y las divisiones entre grupos étnicos. Buena parte de la población negra –que representa en torno al 80% de la población– continúa sumida en la pobreza y condenada a una educación de segunda clase, pese a más de dos décadas de políticas de discriminación positiva de los gobiernos del Congreso Nacional Africano.

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