Kyle Pomerleau es economista y director del Centro para el Análisis Cuantitativo de la Tax Foundation de Estados Unidos. Sus modelos de análisis tributario le han convertido en uno de los especialistas más consultados por la prensa norteamericana. Libre Mercado se ha reunido con él durante el Europe Liberty Forum de ATLAS Network para pulsar su opinión sobre el panorama impositivo en Estados Unidos y otros países de la OCDE.
- ¿Por qué se ha puesto tanto énfasis en cambiar la fiscalidad empresarial?
Antes de la rebaja fiscal, el principal problema que tenía Estados Unidos era el tipo general del Impuesto de Sociedades, que rondaba el 40% frente al promedio del 25% que vemos en la OCDE. Las empresas que operaban en suelo americano reducían sus inversiones en el país y las volcaban hacia otras jurisdicciones porque nuestro código fiscal castigaba estas operaciones. Además, las reglas en vigor exigían el pago de impuestos por ingresos obtenidos en el extranjero que ya habían tributado allí donde se habían logrado, de modo que las empresas americanas creaban filiales por el resto del mundo para evitar la necesidad de repatriar sus ingresos internacionales.
- Esta desventaja también desató una oleada de "fusiones" orientada a deslocalizar sedes. Una empresa americana se unía a una europea y, aunque el tamaño de la segunda fuese claramente menor, se optaba por fijar la residencia fiscal en el Viejo Continente, por motivos fiscales…
Así es. Esto generaba distorsiones contables que, en última instancia, generaban ineficiencias económicas. Y no es el único tipo de estrategia antieconómica provocada por la anterior legislación tributaria. También llegábamos a situaciones extrañas como las de aquellas empresas que preferían emitir bonos y endeudarse antes que traer sus ingresos internacionales a Estados Unidos.
- Es normal, por otro lado, que esto fuese así, porque las normas en vigor tenían más de treinta años. Estados Unidos tenía un código fiscal del siglo XX para una realidad empresarial del siglo XXI.
Sin duda. Por eso es importante reconocer que las cosas han cambiado a mejor. Un ejemplo: la repatriación de fondos va a recibir un tratamiento favorable con la reforma fiscal de 2018. En el sistema anterior no se permitía tal cosa, el dinero simplemente se quedaba en filiales extranjeras para evitar el golpe que suponía pagar la tasa de recuperación de esos fondos.
No sería sorprendente que algunos de los ingresos que ahora podrían volver al país sean beneficios generados en los años 80 y 90, no solo en los últimos años. No pensamos que la repatriación vaya a disparar drásticamente la inversión, porque las empresas ya se las arreglaban para emplear esos fondos como colateral a la hora de endeudarse y así seguir invirtiendo. Pero sí generará recaudación tributaria y cambiará las reglas de juego, además de permitir un aumento moderado de la inversión.
- ¿Qué países deberían servir como referente a la hora de reformar un sistema fiscal?
Estonia tiene el sistema tributario más eficiente y competitivo de la OCDE y del resto del mundo. Tiene un flat tax del 20%, de modo que dicho tramo es el único que se aplica en el IRPF, a partir de un mínimo exento. Además, este impuesto de la renta se aplica solamente a las rentas del trabajo, no a las rentas del capital.
En segundo lugar, Estonia tiene también un impuesto plano del 20% en el Impuesto de Sociedades, que además se paga únicamente cuando hay reparto de dividendos, dejando libres de tributación las reinversiones de beneficios. Por tanto, su sistema gira en torno a reglas innovadoras que buscan preservar la acumulación de capital, que es precisamente lo que genera riqueza a base de favorecer la productividad.
- ¿Qué me dice del modelo irlandés?
Irlanda tiene un sistema único. Estonia es, probablemente, el sistema más coherente, pero Irlanda tiene el más agresivo en lo tocante al Impuesto de Sociedades. Su modelo tributario es perfectible en muchos aspectos, pero en la fiscalidad empresarial han adoptado un 12,5%, que ha generado miles de millones de inversiones. Además, tienen un tipo reducido del 6,25% que se aplica a los beneficios generados por patentes cuya propiedad intelectual sea desarrollada en suelo irlandés. Este último punto ha sido criticado por la OCDE y el alcance de la deducción se ha reducido.
- ¿Y los paraísos fiscales? ¿En qué situación les deja la reforma?
Para los paraísos fiscales, la reforma tributaria ha supuesto un cambio significativo. Estados Unidos ha cambiado sus reglas para acabar con las aberraciones que se venían dando desde hace años y que justificaban que muchas empresas canalizasen por esta vía sus inversiones en el extranjero. Vamos a ver lo que ocurre en adelante, pero las reglas se han alterado notablemente y esto va a tener implicaciones. De hecho, hay una regla que va a exigir un impuesto mínimo en el extranjero, de modo que operar solamente a través de una isla del Caribe que solo cobre un 5% puede terminar resultando en un recargo en suelo americano.