Podemos ha presentado un nuevo programa económico. Otro brindis al sol en el que recuerda a Pedro Sánchez que le debe su ascenso al poder y le maniata de cara a la aprobación del techo de gasto y de los Presupuestos para 2019.
Como todo lo que rodea a Podemos, el documento es una herramienta de puro marketing vacía de contenido. Comienza hablando de un criterio de "déficit cero" en los Presupuestos, una etiqueta un tanto pretenciosa para un país que ha incurrido en déficit durante 14 de los últimos 17 años. Proponer un déficit pactado con Bruselas superior al 1,8% del PIB tras varios años creciendo por encima del 3% es un keynesianismo adulterado sin fundamentación alguna.
Principalmente, proponen "acabar con la austeridad" -nótese la ironía- bajo un modelo de gasto público que se basa exclusivamente en comparativas a nivel internacional. Como si el gasto público fuera un fin en sí mismo, en el que la presión fiscal es independiente de la estructura empresarial, la atracción de capital y el atractivo inversor del país.
Entre 2007 y 2017, el gasto público se ha incrementado más de un 13%. Los españoles hemos financiado subidas acumuladas de doble dígito en partidas como la educación, sanidad y protección social. Como consecuencia, hemos tenido que acudir a un incremento acumulado de casi el 200% en términos de deuda pública para que nuestro PIB a precios de mercado crezca un 8%.
Todo un éxito para los amantes del dinero ajeno, que siguen pidiendo más recursos de todos para que acaben siendo de nadie, y, por tanto, despilfarrados. Recordemos que, sin entrar en el margen de eficiencias que hay en las partidas de gasto asociadas al Estado de Bienestar, un 21% de los Presupuestos de 2018 es gasto ajeno a las funciones básicas del Estado y, en muchos casos, discrecional.
La estrategia de Podemos y sus costes
Como en el resto de los programas económicos presentados por Podemos -ya van unos cuantos-, sus propuestas pasan por dos líneas maestras. En primer lugar, desplumar a los pocos agentes públicos solventes que quedan en nuestra economía. En este caso, han elegido los ayuntamientos como objetivo principal en sus peticiones, a pesar de ser "las únicas administraciones con una deuda razonable y unos presupuestos equilibrados", tal y como reza su propio documento. O, lo que es lo mismo, desmantelar las únicas entidades que, a día de hoy, mantienen una credibilidad fiscal elevada para seguir aumentando sus redes clientelares y financiar los incumplimientos masivos de la ley, tal y como ocurre en Madrid o Barcelona.
En segundo lugar, ningún programa económico puede ser considerado de Podemos si va acompañado de un incremento salvaje y explícito del gasto público, y , por supuesto, sin dar una sola cifra. Ideología a ciegas e intervencionismo desmesurado en un documento que está más cercano a vender humo que a un programa de gobierno.
Cualquiera que analice tales propuestas se dará cuenta de que su plan de marketing se deshace como un castillo de naipes al pie de un acantilado una noche lluviosa de otoño. El aumento de gasto que propone Podemos en pensiones, sanidad y educación costaría a los españoles 100.000 millones de euros adicionales en los próximos cuatro años, equivalente al 10% del PIB, si se compara con los incrementos que avanzó el PSOE en su borrador de Presupuestos.
Si, además, se compara el plan de Podemos con un escenario de bloqueo institucional, donde los Presupuestos de 2018 tuvieran que ser prorrogados, la diferencia de gasto ascendería a 120.000 millones.
Finalmente, si el programa de Podemos se compara con un escenario en el que se producen elecciones anticipadas y el Partido Popular de Pablo Casado se hace con el poder, llevando a cabo las promesas de eficiencia y eliminación de gasto superfluo de las que hizo gala durante las primarias, el agujero se agrandaría hasta un total de 150.000 millones de euros…. Es decir, 1.000 euros extra al año en el pago de impuestos por cada contribuyente.
La última vez que el Gobierno de España se metió en un despilfarro de este calibre fue con Zapatero a la cabeza, en el año 2008. ¿Resultado? Déficit del 10% del PIB y el estallido de la mayor crisis que hemos vivido en nuestra historia reciente, un éxito que pretenden emular ahora obligando al PSOE a actuar de forma irresponsable.
En el documento de Podemos, por supuesto, tampoco hay ninguna referencia a los ingresos públicos. Esos más de 100.000 millones de euros adicionales de gasto hay que financiarlos, y si las estimaciones del sindicato de técnicos de Hacienda (Gestha) para la batería de impuestos que Pedro Sánchez se plantea poner en marcha ya son ciencia ficción, las del partido morado no se quedarían atrás.
Podemos incide en dos figuras para financiar el despilfarro: el impuesto a la banca y la subida del IRPF para rentas "altas" -superiores a 60.000 euros anuales-. Sin embargo, el impuesto a la banca, como ya comentamos en esta columna (lean), es difícil que supere los 2.000 millones anuales, además de generar graves desequilibrios económicos. La subida del IRPF, por su parte, fue implementada en España por última vez en 2012 y 2013 con un resultado de -¡oh! ¡sorpresa!- reducción recaudatoria del 0,2% en tributación directa, frente al incremento promedio del 3,9% para el período 2015-2017 con rebaja de impuestos.
Incrementar el SMI, tal y como también plantea Podemos, tampoco va a tener ningún efecto positivo sobre la economía ni sobre la recaudación. El efecto multiplicador de incentivar la demanda, sencillamente, no existe. La recaudación de IVA, IRPF y otros muchos impuestos no guarda ninguna relación con el incremento del SMI.
Así pues, la financiación de la fiesta de gasto que propone Podemos iría directa a los impuestos que paguen sus hijos y nietos para devolver la deuda pública con intereses asociados. Concretamente, entre 60.000 y 90.000 millones de deuda adicional a la ya contemplada a medio plazo.
Lo que sí ocurriría con total certeza en caso de que el PSOE cediese al plan de sus socios es un incremento del paro. Y eso, además de suponer una verdadera emergencia social, agudizaría los efectos nocivos sobre nuestra economía y nuestra calidad crediticia. No en vano, cada parado cuesta unos 7.700 euros en prestaciones por desempleo, según la Agencia Tributaria. Si a esto le sumamos el impacto por menores ingresos en IRPF y cotizaciones a la Seguridad Social, cada punto porcentual adicional en la tasa de paro supone para las arcas públicas un desembolso extra de 2.500 millones de euros. Volver a un escenario de 5 millones de parados, como el de 2011, tendría un impacto presupuestario cercano a 23.000 millones.
En definitiva, estamos ante una receta segura para continuar cercenando la capacidad de crecimiento del país, aumentar el intervencionismo a costa de la libertad de los individuos y avanzar inevitablemente hacia la pérdida de confianza en el exterior y posterior quiebra de nuestras finanzas públicas.
España es el último país en dar signos de desaceleración económica, de forma similar a lo que está ocurriendo en Europa. Adicionalmente, somos de los que más impacto tendremos que absorber derivado del fin de la compra de deuda por parte del BCE y de la crisis de los emergentes, especialmente Argentina y Brasil. Aunque, por el momento, no se ha activado el estado de alarma, tenemos que empezar a prepararnos para el invierno... Y el documento de Podemos es justo lo contrario de lo que necesita España. Nada es gratis. Paga usted.
Daniel Rodríguez es consultor estratégico de multinacionales, autor del blog economistadecabecera.es y miembro del Comité de Dirección del Club de los Viernes.