Puede que sea la propuesta fiscal más sensata en mucho tiempo, quizá por eso resulta tan sorprendente y refrescante. El caso es que el Gobierno de Donald Trump está planteándose la posibilidad de modificar las reglas de cálculo del Impuesto sobre la Renta para que los recargos aplicados a las rentas del capital se calculen teniendo en cuenta el mordisco a la rentabilidad que supone la inflación.
La propuesta es tan sencilla como suena. Imaginemos que compramos acciones de una empresa por valor de 1.000 dólares y queremos venderlas diez años después, ahora con un valor de 1.500 dólares. La ganancia que se verá sujeta a retención fiscal conforme dictan las reglas convencionales del impuesto son los 500 dólares de incremento en el valor de nuestra cartera.
Sin embargo, si durante ese período se ha registrado una inflación anual del 2%, entonces podemos argumentar que 219 de los 500 dólares de ganancia patrimonial se han esfumado como consecuencia del menor poder adquisitivo de la moneda. De modo que, ajustando las cifras, la ganancia real es de 281 dólares, no de 500.
En 1989 y 1990, el Gobierno de George H. W. Bush se planteó una posible corrección en las reglas de cálculo. La idea era sencilla: permitir que los ahorradores se deduzcan el aumento de la inflación a la hora de estimar cuántos impuestos deben pagar por sus rentas del capital. Sin embargo, el Ejecutivo no veía clara la vía adecuada para consolidar la reforma.
¿Sería suficiente con modificar el reglamento tributario con un decreto del Ejecutivo o tocaría pasar por el Parlamento para conseguir el cambio en la normativa del impuesto? Los expertos del equipo de Bush padre no llegaron a ponerse de acuerdo, aunque los borradores que manejó la Casa Blanca optaban por la segunda opción. Sin embargo, Trump parece inclinarse más por el camino del decretazo, de acuerdo con las informaciones que ya circulan en la prensa salmón estadounidense.
A lo largo de la próxima década, aplicar esta medida beneficiaría a los contribuyentes con un ahorro fiscal de 100.000 millones de dólares, a una media de 10.000 millones por curso. Se estima, eso sí, que el grueso de la rebaja iría al bolsillo del 1% de mayor renta, que se beneficiaría del 90% del recorte tributario. Esto ha generado las críticas de ciertos sectores del Partido Republicano, que prefieren acotar la propuesta a las clases medias y bajas. En paralelo, también han surgido numerosas voces del Partido Demócrata que denuncian esta tentativa de Trump como "un nuevo favor a los ricos".