Desde antes incluso de llegar a La Moncloa, el nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha defendido la necesidad de aplicar una batería de nuevos impuestos al sector financiero. Entre los gravámenes que ha propuesto el mandatario socialista está la llamada Tasa Tobin, que se aplicaría a todo tipo de transacciones financieras, o un posible recargo en el Impuesto de Sociedades, que supondría ocho puntos más de retención sobre el beneficio de las entidades.
El discurso con el que Sánchez quiere justificar estas medidas gira en torno a la idea de que el sector financiero paga pocos impuestos. En gran medida, este el mismo motivo que aporta el Gobierno socialista cuando habla de la necesidad endurecer la fiscalidad del resto de empresas del país, si bien el discurso del nuevo líder del Ejecutivo es especialmente beligerante en el caso de la banca.
En este sentido, conviene aclarar que buena parte del argumentario que maneja Sánchez para defender una subida fiscal parte de un cálculo demagógico de la fiscalidad efectiva que soportan las grandes mercantiles españolas, sean bancos o no. En repetidas ocasiones, el político socialista ha defendido que es necesario "un suelo mínimo de tributación" que evite que las principales empresas del país paguen tasas que rondan el 5%.
Sin embargo, este tipo de artificios contables surge de comparar beneficios globales con impuestos nacionales. En efecto, si no tenemos en cuenta cuál es la parte del beneficio obtenida en España, el pago del Impuesto de Sociedades que hacen las principales firmas del país podría parecer pequeño. No obstante, si ajustamos los datos para considerar la parte del beneficio que se obtiene en suelo español, vemos que las grandes empresas pagan cerca de un 20% por concepto del Impuesto de Sociedades.
No obstante, en el caso particular de las entidades financieras, la situación es aún más desfavorable en términos de tratamiento fiscal. Si tomamos como referencia a las principales entidades del sector (Santander, BBVA, La Caixa, Bankia, Sabadell y Bankinter), podemos comprobar que su nivel efectivo de tributación está en el entorno del 30%.
Para ser precisos, aunque estas seis compañías obtuvieron en 2017 un beneficio de 7.874 millones en virtud de su operativa en España, su monto de aportaciones en concepto del Impuesto de Sociedades ascendió a 2.426 millones, lo que supone un tipo efectivo del 31%, un 63% más que el 19% en el que están las mercantiles más grandes del país.
Entre los motivos por los que la factura fiscal de la banca es tan elevada está el hecho de que su tipo de referencia no es el 25%, como ocurre con la mayoría de empresas, sino un 30%. A esto hay que sumarle también el menor margen para aplicar deducciones fiscales en el caso de las entidades de crédito.