La rebaja fiscal impulsada por Donald Trump y aprobada por el Congreso de Estados Unidos el pasado mes de diciembre de 2017 ha servido como espaldarazo para el crecimiento económico, que se ha acelerado hasta el 4,1% gracias al mejor clima fiscal vigente en el país del Tío Sam. No hay que olvidar que, desde hace algo más de un semestre, el tipo general del Impuesto de Sociedades ha pasado del 35% al 21%, mientras que el Impuesto sobre la Renta se ha reducido en todos sus tramos.
Estos satisfactorios resultados han animado a destacados políticos republicanos a plantear una segunda ronda de recortes impositivos que podría cobrar fuerza en los próximos meses, tal y como adelantó Lorenzo Montanari, director internacional de Americans for Tax Reform, en las páginas de Libre Mercado.
Aunque la Casa Blanca ve con buenos ojos esta posibilidad y se ha manifestado a favor de las primeras ideas tributarias expuestas por congresistas republicanos como Kevin Brady, lo cierto es que la posibilidad de una nueva rebaja fiscal debe estudiarse con la mirada puesta en un asunto que también preocupa a los republicanos: la evolución de la estabilidad presupuestaria.
No hay que olvidar que, según los cálculos originales de la Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos, las cuentas públicas van a experimentar un deterioro anual de 100.000 millones de dólares como consecuencia de las rebajas fiscales aprobadas en diciembre, lo que empeoraría en un tercio el déficit público.
Tres factores a tener en cuenta
Sin embargo, los datos de recaudación del pasado mes de abril sirvieron para cuestionar estas previsiones, puesto que el Fisco estadounidense no solo no vio mermados sus ingresos sino que experimentó un aumento del 12% coincidiendo con el primer cuatrimestre de aplicación de la nueva normativa tributaria.
También hay que considerar el efecto que están teniendo las reglas que permiten repatriar beneficios obtenidos en el extranjero sin penalización fiscal. Según el Departamento de Comercio, esto está permitiendo una inyección trimestral de capital de 306.000 millones, frente al promedio de 36.000 millones observado en los últimos tiempos. Aunque estos fondos están gravados a un tipo reducido, también están suponiendo una inyección de ingresos para Hacienda.
Además, como explicábamos al comienzo, no hay que olvidar que la rebaja fiscal ha contribuido a acelerar los niveles de crecimiento, hasta el punto de que el PIB aumentó un 4,1% durante el segundo trimestre del año. Aunque las cifras de abril-junio fueron más fuertes de lo esperado, no pocos expertos consideran que sí es realista pensar que el crecimiento se va a mover en el entorno del 3% tras años por debajo del 2%.
Impuestos y crecimiento
Larry Kudlow, uno de los hombres fuerte de la Casa Blanca en materia económica, ha afirmado que todos estos aspectos deben ser tenidos en cuenta a la hora de ponderar el impacto fiscal de la rebaja fiscal impulsada por Trump. "A corto plazo, es posible que el déficit se deteriore, pero este es un fenómeno normal en un proceso de grandes cambios fiscales. De hecho, en el largo plazo, esperamos que la rebaja fiscal permita una aceleración del crecimiento capaz de generar más ingresos", explicó recientemente en la CNN.
De hecho, la Oficina Presupuestaria del Congreso acaba de reconocer en un informe que, pese al aumento del déficit que había estimado en términos estáticos, sus nuevos análisis dinámicos permiten anticipar que el 88% del coste de la rebaja fiscal se podrá compensar con los ingresos adicionales generados por el aumento del crecimiento. Así lo explica Mike Solon en las páginas del Wall Street Journal, que, además, señala que el aumento esperado en los salarios podría repuntar un 25% como consecuencia de las nuevas reglas fiscales.