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EDITORIAL

Sindicato de mentiras

El 130 aniversario de UGT sirve para que veamos de nuevo la miseria moral en la que el sindicato lleva años vegetando.

UGT celebraba este domingo su 130 aniversario y no ha podido hacerlo de mejor forma: recordándonos que el viejo sindicato de clase no es más que una inmensa montaña de mentiras elevada para provecho de unos pocos.

Porque si en algún momento UGT fue realmente algo más que el brazo sindical del PSOE, si de verdad fue un día una organización al servicio de los trabajadores a los que decía defender, eso pasó hace muchas décadas. Ahora es sólo una gran fachada publicitaria sin otro fin que mantener el poder y el alto nivel de vida de unos cuantos.

Y es que incluso en un día como este domingo, en el que lo lógico habría sido una celebración pausada y festiva, las mentiras constantes que adornan la trayectoria de este sindicato han vuelto a emerger a la superficie, en esta ocasión a colación del supuesto feminismo de la organización, que es como todo lo demás una burda manipulación: a la hora de la verdad, tal y como ha tenido que recordar una de las escasas mujeres en la plana mayor de UGT, "de 23 organizaciones" que forman el sindicato "sólo dos tienen secretaria general al frente: Extremadura y Andalucía". Y era sólo el ejemplo más alto de una organización que mientras presume de feminista está dominada por los hombres en un grado que no se toleraría en un partido político.

Trístemente o no, la verdad es que el feminismo es sólo una de las cantinelas a las que se suma UGT porque entiende que están bien vistas y son rentables desde el punto de vista de la imagen, pero en las que no creen lo más mínimo.

Es la hipocresía de un sindicato que, por recordar sólo uno de los más clamorosos ejemplos, se manifestaba contra la reforma laboral mientras despedía a sus trabajadores aprovechándose de la nueva normativa. Un sindicato que -tal y como también hacía CCOO, justo es recordarlo- aparentaba luchar contra los despidos mientras se lucraba con cada trabajador despedido en un ERE.

Un sindicato que ha estado implicado en buena parte de las mayores tramas de corrupción política y que ha tenido su propio caso -la infame PSV- en el que las corruptelas acabaron en una inmensa estafa a miles de trabajadores.

Un sindicato, por último, que no sólo se ha pasado la mayor parte de su existencia haciendo política en lugar de sindicalismo, sino que en los últimos meses encima ha decidido sumarse de forma descarada al golpe separatista que es, además de un infame ataque a la libertad y a España, el movimiento político más clasista e insolidario que actualmente se puede encontrar en Europa.

Aunque en líneas generales en un mercado laboral sano no haría falta ninguna organización sindical que mediase en las relaciones entre trabajadores y empleadores, quizá sí que podría tener sentido un sindicato que ayudase a sus miembros en diversas áreas y que, financiándose exclusivamente con las cuotas de sus afiliados, trabajase en campos como la formación o los asuntos legales, por poner sólo dos ejemplos. Está claro que UGT no es eso y, sobre todo, que no quiere ser eso; al contrario, prefiere seguir siendo una estructura paquidérmica que con la excusa de las "clases sociales" y del "capitalismo depredador" -términos ambos que están en las primeras líneas del manifiesto de que ha hecho público con motivo de esta conmemoración- siga enganchada al maná del presupuesto público y expoliando a los trabajadores que pagamos impuestos y no recibimos otra compensación que contemplar atónitos sus mariscadas.

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