El presidente estadounidense, Donald Trump, redobló su estrategia de presión sobre Pekín con la propuesta de duplicar con creces los aranceles a productos chinos valorados en 200.000 millones de dólares, pasando del 10 % previsto a un 25 %. "El presidente Trump ha pedido (al responsable de Comercio Exterior, Robert) Lighthizer que considere incrementar el nivel propuesto para estos aranceles del 10 % al 25 %", explicó en una llamada con periodistas un alto funcionario del Gobierno de Trump, que pidió permanecer en el anonimato.
La imposición de gravámenes del 25 % a estos productos significa duplicar con creces el incremento del 10 % que la Administración Trump había anunciado a principios de julio, después de la respuesta de Pekín a los primeros aranceles ordenados por Washington. Estas sanciones se aplicarán por primera vez a un número considerable de bienes de consumo, incluyendo muebles, lámparas, alimentos y ordenadores.
En un comunicado, Lighthizer señaló que la Administración Trump "continúa instando a China a detener sus prácticas desleales, abrir su mercado y participar en una verdadera competencia de mercado". "Hemos sido muy claros sobre los cambios específicos que China debería emprender. Lamentablemente, en lugar de cambiar su comportamiento dañino, China ha tomado represalias ilegales contra trabajadores, granjeros, rancheros y empresas de Estados Unidos", apuntó el responsable de Comercio Exterior.
La USTR analizará en las próximas semanas esta propuesta del mandatario y abrirá un periodo de consulta pública hasta el 5 de septiembre, ampliado a raíz de la solicitud de Trump, para que las empresas estadounidenses puedan dar su opinión sobre estas sanciones comerciales. Al concluir esa fase, la Oficina de Comercio Exterior estadounidense realizará una valoración final y se pronunciará sobre el posible aumento arancelario propuesto por Trump.
A pesar de que algunos medios estadounidenses han relacionado la propuesta de aumento de los gravámenes con una fuerte caída en el valor de la moneda china, los funcionarios descartaron esa idea. De acuerdo a Lighthizer, el posible incremento del 10 % al 25 % en estos aranceles "tiene la intención de proporcionar al Gobierno (estadounidense) opciones adicionales para alentar a China a cambiar sus políticas y conductas perjudiciales y adaptar políticas que conduzcan a mercados y prosperidad más justos".
Antes de que la propuesta de Trump se hiciera pública, el Gobierno chino afirmó que el chantaje y la presión que EEUU intenta ejercer sobre sus exportaciones "no van a funcionar". "El chantaje y la presión de EEUU nunca funcionarán con China, y si toman medidas que empeoren la situación, nosotros tomaremos con toda seguridad contramedidas para mantener nuestros legítimos derechos e intereses", subrayó hoy en rueda de prensa el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino Geng Shuang.
Frente a las continuas amenazas desde la Casa Blanca, el portavoz chino subrayó que "el diálogo debería basarse en la confianza mutua y la igualdad, estableciendo reglas y credibilidad, porque las amenazas unilaterales y la presión solo serán contraproducentes".
La interlocución entre Washington y Pekín en materia comercial se ha estancado en las últimas semanas, periodo en el que ambas naciones se han impuesto aranceles recíprocamente. "Las comunicaciones (con el gobierno Chino) siguen abiertas. Hay conversaciones sobre si llevar a cabo negociaciones fructíferas o no", dijo, sin dar más detalles, uno de los altos funcionarios que anunciaron la propuesta de Trump en una conferencia telefónica.
La primera oleada de aranceles de EEUU incluyó un castigo del 25 % a las importaciones chinas por valor de 34.000 millones de dólares, una medida a la que Pekín respondió de igual manera. A los pocos días, el Gobierno de Trump anunció sus planes de aplicar aranceles a productos importados de China por valor de 200.000 millones, en un principio del 10 %, aunque hoy el presidente estadounidense redobló su estrategia de coacción y solicitó que sean finalmente del 25 %.