La Encuesta de Población Activa (EPA) es un enorme trabajo estadístico. Cualquiera que pinche en los "resultados detallados" que ofrece el INE se encontrará con cientos de tablas, clasificaciones, subgrupos… Por eso, no es muy habitual que ocurra como en este trimestre, en el que casi todos apuntan en la misma dirección: creación de empleo y de más calidad (con un peso muy relevante de los asalariados indefinidos).
También por esta razón destaca todavía más un gráfico, extraído directamente del resumen que proporciona el INE. Es el que pueden ver aquí debajo, y que recoge el crecimiento del número de ocupados en el último año por comunidades autónomas.
Como vemos, todas las regiones de España han creado empleo. En todas hay ahora más ocupados que hace doce meses. En términos absolutos lideran la clasificación Cataluña (89.900 ocupados más), la Comunidad de Madrid (85.200) y la Comunidad Valenciana (84.900). En términos relativos, las regiones con un crecimiento más importante de la ocupación son Canarias (6,99%), Valencia (4,32%) y Castilla-La Mancha (3,68%) [Nota: a lo largo de todo el artículo no tendremos en cuenta a Ceuta y Melilla debido a los posibles errores de muestreo, por su pequeño tamaño, de los que alerta el INE].
Dentro de este panorama optimista, sin embargo, llama la atención lo que ocurre con la última barra del gráfico. La que apunta en dirección contraria al resto. La de Asturias. La región es la única que ha destruido empleo en los últimos doce meses (aunque en tasa trimestral ha visto un pequeño repunte, probablemente por la campaña de verano). O lo que es lo mismo: a finales de junio había en esta comunidad autónoma 6.700 ocupados menos que hace un año. ¡Y eso en un momento de fuerte creación de empleo en todo el país! ¿Qué está pasando en Asturias?
Las cifras
La caída de la ocupación no parece que se deba a la falta de candidatos. Todos los asturianos con los que ha hablado este redactor (quizás no sea una muestra estadísticamente válida, pero no son pocos) le han dicho lo mismo: estarían encantados de volver, pero son muy poco optimistas respecto a sus posibilidades laborales. La tierra tira mucho y en el caso de los asturianos, más. Y no sólo ellos: también son legión los visitantes que se enamoran del paisaje, la comida, la calidad de vida y la forma de ser de los vecinos de esta preciosa región.
Cada viernes son miles los coches que enfilan la AP-66 para visitar Asturias, aunque sea por unas horas. Entre ellos, cientos de miles de jóvenes que han tenido que marchar a otros lugares de España a buscarse la vida, muchos de ellos a regañadientes. Pero, si no se quieren ir, ¿qué obliga, desde hace décadas, a los veinteañeros asturianos a mudarse a Madrid, Barcelona o Bilbao? Sobre las causas de la decadencia de la economía asturiana hay mucho debate; pero sobre este fenómeno se palpa el consenso: se van ante la falta de oportunidades laborales. Y no es una queja sin sentido. Los datos de la EPA la confirman.
En este punto, quizás haya quien mire a la tasa de paro y piense que no está tan mal. En Asturias, este indicador presenta una cifra del 13,1% por debajo de la media nacional del 15,3%. Pero es una impresión engañosa. No es que esté mal ese dato, es que enmascara una realidad mucho menos positiva. Sí, hay pocos desempleados… pero entre otras cosas porque hay un porcentaje de la ocupación muy bajo trabajando o buscando un empleo.
Por ejemplo, este gráfico muestra la tasa de actividad de los mayores de 16 años por comunidades autónomas. Como vemos, Asturias es, con cierta diferencia, la que menos porcentaje de su población adulta tiene en este grupo de activos (personas que tienen un empleo o lo están buscando). Son ocho puntos menos que la media nacional y casi 4,5 puntos menos que su vecina Cantabria (en teoría con un reparto poblacional y económico parecido).
[Nota: el INE es la fuente de todas las cifras y tablas de este artículo].
Algo parecido ocurre cuando miramos los datos de empleo. De nuevo, Asturias está entre las regiones en las que un porcentaje más reducido de su población adulta tiene un empleo. En este caso no es la última, Andalucía y Extremadura le ganan en esta clasificación. Pero las causas son muy diferentes: en el caso de las dos autonomías del sur, la baja tasa de empleo se debe a la elevadísima tasa de paro (por encima del 23% incluso tras cinco años de recuperación económica); en el caso asturiano, a la baja tasa de actividad que veíamos antes.
Si alguien quiere ver el vaso medio lleno (y hay que hacer un esfuerzo), puede apuntar que, aunque es cierto que ha bajado el número de ocupados en el último año, lo ha hecho tras varios ejercicios de subida. Y es verdad que los 394.700 ocupados de la última EPA son 32.000 más de los que se contabilizaban en el segundo trimestre de 2013. Pero no deja de ser un consuelo muy menor: en todas las regiones ha subido la ocupación con fuerza en los últimos cinco años. Lo que destaca de Asturias es que ese crecimiento ha sido mucho menor que en el resto.
En esta tabla mostramos la diferencia entre el número de ocupados del segundo trimestre de 2008 y 2018. Hablamos de hace justo una década, cuando todavía la crisis apenas no se hacía sentir y los niveles de empleo estaban casi en máximos (el récord de ocupación se había logrado en el tercer trimestre de 2007). Como vemos, la mayoría de las regiones todavía no han recuperado las cifras de empleo de hace diez años. Pero, de nuevo, destaca Asturias: es la que tiene una diferencia más marcada con el nivel de hace una década y con cierta diferencia. Hoy trabajan en el Principado 65.000 personas menos (un 14%) que en 2008.
Porque, además, esta no es una tendencia que haya nacido con la crisis. Ni un dato aislado, fruto de una circunstancia coyuntural. Como vemos en el gráfico anterior, Asturias mantiene un diferencial de 8-10 puntos en cuanto a tasa de actividad respecto al conjunto de España desde hace décadas. Es la plasmación estadística de esa realidad de la que hablábamos antes, la de esos miles de jóvenes (y ya no tan jóvenes) que se vieron obligados a salir de su querida Asturias porque sentían que no encontrarían una oportunidad allí. ¿El reflejo? Una región en la que el número de ocupados respecto al de la población total desciende, incluso en un año tan bueno en términos de empleo para el conjunto del país como este último.
Un mercado laboral envejecido
Y la cosa no pinta bien en el futuro a medio plazo. La tabla que podemos ver sobre estas líneas clasifica a las regiones españolas en función de dos variables: porcentaje de ocupados con menos de 24 años y porcentaje de ocupados con más de 45 años. Pues bien, Asturias lidera ambas: en una a la cabeza de la lista y en la otra a la cola. Ninguna autonomía tiene menos jóvenes trabajando (respecto del total de personas con un empleo) ni ninguna tiene más personas con una edad cercana a la de jubilación. Hablamos de un mercado laboral muy envejecido y en el que no se atisba un relevo a corto plazo. Es cierto que no es un fenómeno exclusivo de Asturias, toda España tiene un problema con el envejecimiento de la población y del mercado laboral, pero en esta región se agudizan ambas tendencias.
Este fenómeno de falta de oportunidades también puede intuirse entre las cifras de la anterior tabla. En este caso, lo que muestra es el reparto empleo público-privado por regiones. De nuevo, Asturias destaca, aunque no es la última (Extremadura la supera, con casi 1 de cada 4 empleados en el sector público). En realidad, es una consecuencia lógica de todo lo anterior: en una región envejecida y con cada vez un mayor número de inactivos (sobre todo pensionistas), el gran empleador acaba siendo el Estado o la comunidad autónoma, sobre todo a través de servicios sanitarios o sociales. Hablamos de una región que no hace tanto era una de las más prósperas y dinámicas de España, con un aparato productivo-empresarial pujante, competitivo y diversificado. Merece la pena preguntarse qué ha pasado en las últimas décadas (esto no es un fenómeno que se haya fraguado en unos años).
El último reflejo de todo esto puede encontrarse en esta tabla, que divide la población asturiana y española por grupos de edad. Ya no hablamos de mercado laboral, sino de demografía. De nuevo, la situación asturiana no es nada positiva. Si en toda España existe una fundada preocupación por el envejecimiento de la población, la falta de nacimientos y el impacto que todo esto puede tener en nuestro bienestar futuro, en Asturias las cifras son alarmantes. Apenas el 22,6% de su población tiene menos de 30 años, ocho puntos menos que la media nacional. Y en el lado contrario de la distribución ocurre lo mismo: ocho puntos más de personas con más de 60 años.
De hecho, según los datos del INE, Asturias es la región con una edad media más elevada, más de 48 años, casi uno más que la segunda Castilla y León (un año puede parecer una diferencia pequeña pero, para una estadística de este tipo, no lo es, ni mucho menos).
Con todos estos datos sobre la mesa, puede pensarse que el escenario que se plantea es muy catastrofista. Y sí, es cierto que a corto plazo hay pocas cifras para el optimismo. También es verdad que Asturias disfruta de una serie de ventajas muy apreciables: una población formada, con un elevado porcentaje de titulados universitarios y de técnicos de nivel medio-alto; un tejido empresarial que quizás no pase por su mejor momento, pero sigue siendo potente, con algunas marcas muy reconocibles; una economía diversificada; buenas infraestructuras (incluso a pesar de ese AVE que no termina de llegar); y varios centros urbanos bien diferenciados entre sí, como Oviedo, Gijón y Avilés, que podrían funcionar como competidores y, al mismo tiempo, generar sinergias entre sí. También tiene a cientos de miles de asturianos que están deseando que se den las condiciones para regresar y aportar su granito de arena. Y a muchos asturianos de adopción seducidos por el Principado. Este verano, muchos de ellos visitarán, por unos días, su casa, y un elevado porcentaje se preguntará por qué tuvieron que salir y cuándo podrán volver.