Scott Hodge es el presidente de la Tax Foundation, uno de los centros de pensamiento económico más importantes de Estados Unidos. Su trabajo, centrado en el ámbito de la reforma tributaria, ha sido crucial para impulsar la rebaja de impuestos aprobada por Donald Trump y aprobada a finales de 2017 por la Cámara y el Senado. Libre Mercado se reunió con él durante el Europe Liberty Forum 2018 de ATLAS Network para intercambiar impresiones sobre la nueva situación tributaria del país del Tío Sam.
- ¿Cómo lograron convencer al Ejecutivo de que tenía que impulsar una gran rebaja impositiva?
En los años 80, con Reagan en la Casa Blanca, se introdujeron grandes cambios fiscales que, sin embargo, no estaban centrados en el aumento del crecimiento económico, sino en la aminoración de la carga impositiva que soportaban las familias. Entonces, la economía crecía al 4%, al 5% e incluso al 6%. Hoy tenemos una situación mucho peor porque el PIB se está moviendo en el entorno del 2%. Para ayudar a empujar al alza esas cifras, insistimos en la importancia de cambiar el marco fiscal, mejorando el clima empresarial en vez de abordando solamente la situación de los hogares.
- Las últimas elecciones fueron una locura. ¿Cómo consiguieron colar sus propuestas en el debate político?
Llamamos a todos los candidatos a la Presidencia que expresaron interés en aprobar una rebaja impositiva. Les pusimos a disposición todos nuestros recursos: expertos tributarios, sistemas informáticos que simulan el impacto de una u otra propuesta fiscal, etc. Al final, en el Partido Republicano se generó una competencia para ver qué propuesta arrojaba mejor resultado de acuerdo con nuestros estudios.
Como fue Trump quien salió vencedor de las primarias, mantuvimos esa relación y seguimos insistiéndole en que debía mover ficha y apostar por una reforma como la que finalmente se ha aprobado. Pero, al mismo tiempo, como somos conscientes de que estas cuestiones se aprueban a nivel legislativo, nos pusimos a trabajar con parlamentarios como Paul Ryan, que luego ha sido un hombre clave para conseguir que la rebaja fiscal saliese hacia adelante.
- ¿Cómo valora el resultado?
Me parece muy importante que el Impuesto de Sociedades haya bajado al 21%. Nuestra tasa combinada era del 39%, de modo que estamos ante un cambio significativo. Además, debido a la importancia que tiene Estados Unidos en la economía internacional, ese 21% va a desencadenar una intensa competencia fiscal entre los países ricos y emergentes. No olvidemos que, de media, la OCDE aplica un tipo del 25%, de modo que son muchos los países que han perdido su ventaja tributaria y se van a ver obligados a cambiar las cosas.
También me parece que es muy positivo el cambio de la regulación que hace que las empresas paguen impuestos por su actividad en Estados Unidos, puesto que no tenía sentido mantener las viejas leyes que también exigían una tasa por las rentas obtenidas en el extranjero. Eso explicaba que tantas y tantas multinacionales mantuviesen miles de millones de dólares fuera de nuestras fronteras, en filiales o en paraísos fiscales.
- Para un país como España, ¿qué supone todo esto?
Gracias a la rebaja impositiva que se ha aprobado en Estados Unidos, en Europa veremos una competencia fiscal mucho más intensa. España no se quedará fuera de ese fenómeno. El 21% es el nuevo estándar internacional. Cada país deberá medirse contra el 21% y, como muchos encontrarán que su tipo es mayor, tendrán que adaptarse a la nueva realidad.
- En clave doméstica, ¿cuál es su siguiente reto?
Bueno, no podemos esperar treinta años para tener otra reforma fiscal, de modo que seguiremos trabajando para que el clima tributario mejore a nivel federal. Mientras tanto, vamos a impulsar cambios regionales, trabajando con los gobiernos estatales que están por la labor de mejorar su marco fiscal. Vamos a ver mucha competencia en ese plano y territorios como Nueva York o California pueden sufrir las consecuencias si no apuestan por bajar impuestos como han hecho Texas o Florida.