Situación muy delicada la que enfrenta Ángela Merkel. Si hace un lustro la canciller teutona era la figura política más importante de Europa, hoy ya hay quienes creen que la lideresa conservadora va camino de convertirse en un cadáver político. Sobre la mesa, cuatro grandes problemas: la falta de unidad en su coalición política, la crisis migratoria que enfrenta su país, el desencanto que ha generado su nuevo gobierno con los socialdemócratas y el auge electoral de otros partidos que compiten por el electorado liberal-conservador.
Empecemos por el primero de estos cuatro retos que enfrenta Merkel. Como es sabido, la CDU de Merkel no tiene implantación en Bavaria. En dicho länder, la derecha está representada por los conservadores de la CSU. Por leer la alianza en clave española, se trata de un arreglo similar al que mantuvieron durante décadas el PP y UPN en Navarra.
En los últimos años, la CSU ha perdido parte de su fortaleza electoral en Bavaria. Sus altos cargos consideran que la derecha blanda que representa Merkel está perjudicándoles ante sus votantes. La canciller, que no lo ha dudado a la hora de pactar con el Partido Socialdemócrata, ha terminado alienando a la CSU en aspectos muy variados, especialmente en materia migratoria. Teniendo en cuenta que Bavaria celebrará elecciones regionales en octubre, solo era cuestión de tiempo que surgiesen las tensiones internas en la coalición política de la derecha tradicional alemana.
Esas fricciones tienen mucho que ver con el segundo asunto que tiene encima de la mesa la canciller: la política migratoria. El ministerio de Interior está en manos de la CSU y el titular de la cartera Horst Seehofer lleva meses barajando la idea de un "cierre de fronteras" similar al que defienden los nuevos gobiernos de Italia y Austria. Tradicionalmente, Merkel ha negociado estos asuntos en clave europea, pero la coyuntura política puede acabar obligando a la canciller a ceder ante las pretensiones de sus aliados para evitar la ruptura de una alianza que está en pie desde 1949.
El tercer punto que pone en entredicho el liderazgo de Merkel es su decisión de pactar con los socialdemócratas. Aunque Merkel justificó esta decisión para evitar una repetición de elecciones, el electorado de centro-derecha no valoró positivamente las numerosas concesiones que concedió la lideresa teutona al principal partido del centro-izquierda germano.
Como explicó Libre Mercado, CDU y SPD han acordado reducir la flexibilidad laboral, aprobar políticas de "bienestar animal", aumentar las ayudas a las energías renovables, disparar la inversión pública en materia de educación, fijar precios máximos en el mercado del alquiler de vivienda, aumentar las cotizaciones sociales, aumentar el gasto social, subir los impuestos al ahorro…
Y, por si no fuese suficiente, Merkel enfrenta un creciente grado de competencia política por el flanco de la derecha. Para empezar, los liberales del FDP lograron un buen resultado en las últimas elecciones, apoyándose en el liderazgo del joven Christian Lindner y acentuando el sabor a liberalismo clásico de su programa de gobierno. Más relevante aún, si cabe, es el crecimiento continuado de Alternativa por Alemania, cuyo discurso en materia migratoria está calando entre muchos votantes desencantados con Merkel.
Ante semejante panorama, Merkel se lo juega todo en los próximos días. Por un lado, deberá lograr un acuerdo satisfactorio en las cumbres europeas planteadas para los días 28 y 29 de junio. Por otro lado, deberá evitar el colapso de su relación política con la CSU sin que esto suponga la pérdida del apoyo que le brinda el SPD, su socio de gobierno. Sin esa cuadratura del círculo, el futuro de la canciller se antoja más complicado que nunca.