"No es un lujo, es para servir mejor al pueblo. El actual palacio me parecía una ratonera". Esto es lo que decía el presidente de Bolivia, Evo Morales, en 2014, cuando ordenó la construcción de la nueva sede presidencial, ubicada en el corazón de la capital del país, La Paz. Cuatro años después, el edificio ya está terminado y no ha dejado indiferente a nadie debido al tamaño, la exclusividad y el lujo de las instalaciones.
El edificio, de 120 metros de altura, reemplaza al decimonónico Palacio Quemado. Situado a espaldas de la antigua casa presidencial, la mole consta de 29 pisos y su coste ronda los 34 millones de dólares, según los datos oficiales, aunque la prensa local señala que, en realidad, habría superado los 40 millones, más gastos de equipamiento.
Evo Morales estrenará lujoso palacio presidencial de 34 millones de dólares https://t.co/kSd7Kpy3qh pic.twitter.com/mgfrBhqmd7
— FOROtv (@Foro_TV) June 20, 2018
La principal crítica a la nueva edificación apunta a que rompe la estética de la zona patrimonial del casco viejo paceño, donde se alzan casonas de estilo colonial, ya que la norma municipal prohíbe edificaciones elevadas, un impedimento que Morales pasó por alto con leyes aprobadas por el Parlamento, controlado por su partido, informa Afp.
Pero es que, además, llama la atención por su suntuosidad. La construcción, visible desde casi todos los ángulos de la ciudad, incluye tres sótanos y un helipuerto en la azotea. El Gobierno ha dispuesto, cuando cae la noche, el despliegue de luces multicolores en los últimos pisos. En el interior contará con muchas comodidades: oficinas para la vicepresidencia y algunos ministerios, salas de reuniones y varios auditorios con capacidad para más de 1.000 personas para conferencias y presentaciones.
Dispone de siete ascensores de última generación, de los cuales uno será de uso exclusivo del presidente. La planta 13 se destinará a las reuniones del gabinete. Dos pisos están reservados para el uso exclusivo del jefe de Estado: en la planta 23 está el área de trabajo del mandatario con un despacho, más dos oficinas y tres salas de reuniones, llamadas Illimani, Lago Titicaca y Salar de Uyuni, en honor a tres destinos naturales del país; en la plana 24 se ubica la lujosa suite presidencial, que consta de 1.068 metros cuadrados, según planos revelados tiempo atrás por el diario Página Siete, con sauna, jacuzzi, sala de masajes, sala de lectura y un gimnasio.
El oficialismo ha bautizado al edificio como la "Casa Grande del Pueblo". Insiste que será el lugar de los sectores de la población que encumbraron en 2006 a Morales al poder: indígenas, campesinos, trabajadores y ciudadanos pobres, pero su uso está reservado exclusivamente para Morales y su Gobierno.
Hace un año, cuando se debatía el significado de la obra, el vicepresidente, Álvaro García declaró: "Cada revolución que transforma las condiciones de vida de un país deja un conjunto de símbolos duraderos que reflejan los nuevos espacios de democratización". El empresario y líder opositor, Samuel Doria Medina, ha criticado el "derroche" del palacio y ha propuesto convertir el nuevo palacio en un hospital oncológico, que asegura es de urgente necesidad en Bolivia. Por su parte, el cardenal boliviano Toribio Ticona también se sumó al coro de críticas, al considerar que el "palacio de Evo" es muy lujoso.