Desde la década de los 90, Irlanda se convirtió en el país europeo con la fiscalidad empresarial más baja. Su apuesta por dejar el tipo general del Impuesto de Sociedades en el 12,5% sedujo inmediatamente a cientos de multinacionales, lo que ha permitido aupar al Tigre Celta a la tercera posición del ranking de PIB per cápita del Viejo Continente.
Pero Irlanda ya no es el país que menos impuestos cobra a los beneficios empresariales. El responsable es el primer ministro húngaro Viktor Orbán, que encabeza el Ejecutivo de su país desde el año 2002 y viene de obtener 133 de 199 diputados en las últimas elecciones parlamentarias celebradas en la república de la llanura pasónica.
A lo largo de la década pasada, la Administración que encabeza Orbán empezó a maniobrar para reducir el tipo del Impuesto de Sociedades. El primer paso significativo llegó en el momento de fijar el tramo de aplicación general en el 20%, mientras que en 2010 llegó un nuevo hito, con la rebaja del tributo al 19%.
Sociedades, al 9%
Pero Orbán no se detuvo aquí. Su siguiente decisión fue aplicar un tipo diferenciado a las pymes, gravando al 10% los beneficios de empresas que ganen menos de 2 millones de euros al año. Por encima de este umbral, el resto de compañías siguieron pagando el 19%. Una vez más, Hungría apostaba por reducir la carga tributaria de las empresas, pero el verdadero golpe en la mesa aún estaba por llegar.
Así, a finales de 2016, Orbán anunció que su objetivo era dejar el tipo general del Impuesto de Sociedades por debajo del 10%, para que todas las empresas paguen una retención de un solo dígito. Según un comunicado emitido por el Ejecutivo, "el Impuesto de Sociedades pasará al 9%, con un tipo único que se aplicará por igual a las pymes y a las grandes empresas que hagan negocios en nuestro país". Por tanto, desde el pasado curso, las mercantiles con actividad en Hungría se benefician de la fiscalidad empresarial más baja de la UE y la OCDE.
A falta de cifras finales, las primeras estimaciones oficiales sobre el impacto de la medida en las cuentas públicas confirman que la recaudación fiscal total no solo no se redujo, sino que aumentó a lo largo del año pasado en Hungría. De modo que la reducción de los impuestos a las empresas no parece haber golpeado la salud fiscal de la Hacienda del país.