A raíz de la reforma tributaria favorecida por Donald Trump y aprobada por el Congreso de Estados Unidos, la economía norteamericana ha mejorado notablemente su marco impositivo. Este cambio a mejor ha sido especialmente notable para las empresas, que se están beneficiando de un notable salto adelante en materia de atractivo fiscal para las mercantiles nacionales e internacionales.
Hasta el pasado año, Estados Unidos era el país de la OCDE con un tipo más alto en el Impuesto de Sociedades. En total, el gravamen general restaba el 38,9% del beneficio corporativo. Ahora, según el último informe elaborado por la Tax Foundation de Estados Unidos, ese dudoso honor corresponde a Francia y Bélgica, donde el mordisco que percibe Hacienda es del 34,4% y del 34%, respectivamente. El caso galo es significativo: pese a las reformas anunciadas por Emmanuel Macron, los primeros presupuestos del gobierno moderado no han evitado que el Impuesto de Sociedades se sitúe a la cabeza de la OCDE.
Algunos puntos porcentuales por debajo de dichas tasas, nos topamos con el 30,2% que cobra Alemania o el 30% fijado por México, Australia y Japón. Portugal y Grecia cobran un 29,5% y un 29%, mientras que Nueva Zelanda resta fiscalmente el 28% del beneficio empresarial e Italia se mueve en un tipo general del 27,8%.
Por debajo de estos niveles nos topamos con Luxemburgo (27,1%), Canadá (26,7%) y, ahora sí, Estados Unidos, cuyo tipo combinado asciende al 25,7%, una vez se suma el recargo estatal medio al nuevo tipo federal, del 21%. España, Países Bajos, Chile y Austria aparecen justo a continuación, las cuatro economías con un idéntico tramo general del 25% en el Impuesto de Sociedades.
Algo más bajos son los niveles de retención fiscal con los que se topan las empresas de Corea (24,2%), Noruega (24%), Israel (24%), Suecia (22%) o Dinamarca (22%). Justo a continuación aparecen Suiza (21,2%) y Eslovaquia (21%). En tipo del 20% lo comparten Turquía, Islandia, Finlandia y Estonia, aunque el país báltico solo cobra esta tasa al reparto de dividendos, no a la obtención de beneficios.
Los niveles de imposición a las empresas son más bajos en Reino Unido, Eslovenia, Polonia y República Checa (todos empatados en un 19%, aunque en el caso británico con perspectiva de bajar al 18% durante el próximo año). Pero la palma se la llevan Letonia (15%), Irlanda (12,5%) y Hungría (9%), los tres países con el Impuesto de Sociedades más bajo de la OCDE.