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Manuel Llamas

Las cinco veces que Mariano Rajoy traicionó a los españoles

El todavía líder del PP ha demostrado ser, de lejos, el presidente más irresponsable y egoísta de la democracia española.

El todavía líder del PP ha demostrado ser, de lejos, el presidente más irresponsable y egoísta de la democracia española.

Habemus presidente. Mariano Rajoy abandona el poder tras seis años y medio en el gobierno después de que, por primera vez en la historia de la democracia, haya triunfado una moción de censura. El líder del PP dice enorgullecerse de haber dejado una situación económica mucho mejor de la que se encontró a finales de 2011, cuando las urnas le otorgaron la mayoría absoluta más holgada conocida hasta la fecha, mientras que entre sus filas destacan el sacrificio y la altura de miras del ya expresidente por buscar, siempre y en todo lugar, el "interés general" del país.

¿En serio? Lo cierto es que, por desgracia, Rajoy ha demostrado ser, de lejos, el presidente más irresponsable y egoísta de la democracia española. Adolfo Suárez se inmoló para lograr la tan ansiada Transición; Felipe González estuvo dispuesto a renunciar a su carrera política para que el PSOE abandonara el marxismo como base ideológica, reconvirtiéndolo en un partido de corte socialdemócrata y europeísta; José María Aznar, por su parte, decidió limitar voluntariamente su mandato a dos legislaturas; José Luis Rodríguez Zapatero aplicó un significativo recorte del gasto público, a sabiendas de que le costaría el cargo, para evitar males mayores; mientras que Rajoy, por el contrario, se ha jugado el futuro del país y el bienestar de todos los españoles hasta en cinco ocasiones por puro y simple interés personal.

Es evidente que todos los políticos, en mayor o menor medida, persiguen su propio beneficio empleando de forma falaz y torticera la excusa del "interés general", pero Rajoy ha sido, con diferencia, el mayor ególatra de todos. Sus antececentes así lo certifican.

1. Dijo "no" a los recortes de 2010

La primera gran traición al conjunto de los españoles se produjo en mayo de 2010. Por entonces, la situación económica que registraba España era dramática. El impacto de la recesión, el histórico incremento del paro y el estallido de la crisis de deuda en el seno de la zona euro situaron al país al borde la quiebra.

Tanto es así que el mercado cerró el grifo a la deuda pública y privada de España entre el 3 y 7 de mayo. Los inversores llegaron a rechazar tipos de interés del 18%, entrando con ello en una especie de quiebra técnica que desató todas las alarmas. Los teléfonos empezaron a sonar en Moncloa para forzar la reacción de Zapatero. Bruselas, el FMI y hasta Washington comenzaron a presionar. Había que hacer algo para tranquilizar a los inversores y, efectivamente, el 12 de mayo, el entonces presidente del Gobierno subió a la tribuna del Congreso cabizbajo y con semblante serio para anunciar el mayor ajuste de gasto público acometido de una sola vez: 15.000 millones de euros.

Zapatero decidió congelar las pensiones, recortar el sueldo a los funcionarios, eliminar la prestación de 2.500 euros por maternidad, eliminar el régimen transitorio para obtener la jubilación parcial, reducir la inversión pública y exigir un ahorro adicional a ayuntamientos y CCAA, entre otras muchas medidas. Era impopular y, por supuesto, contradictorio, puesto que, hasta entonces, el PSOE se había negado a aplicar recortes, pero necesario para aminorar e riesgo de quiebra. Zapatero sabía que su carrera había terminado, no podría repetir como candidato después de aquello y, aún así, lo hizo por el bien del país.

Sin embargo, a pesar de la urgencia y la imperiosa necesidad de recortar el gasto para tratar de afrontar la tormenta financiera, el PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, votó en contra, ya que lo único que buscaba era la caída del Gobierno. El polémico real-decreto salió adelante gracias a la abstención de CiU, CC y UPN, por un simple voto a favor.

España estaba al borde de la quiebra, con todo lo que ello supone, y el PP optó por rechazar unos recortes que eran imprescindibles. Tal y como recoge el Diario de Sesiones del Congreso del 27 de mayo -día de la votación-, Rajoy dijo lo siguiente:

Señor presidente, señorías, simple y claramente, no. Eso es lo que dice el Grupo Parlamentario Popular al decreto-ley que el Gobierno ha traído a esta Cámara para su convalidación. Vamos a votar en contra por estimarlo improvisado, insuficiente e injusto. Las medidas que comprende se han tomado a la ligera, no atienden a las exigencias de la presente situación y cargan injusta e innecesariamente los desaguisados del Gobierno sobre los sectores más indefensos de la sociedad

[…] este decreto-ley es rechazable porque es injusto, profundamente injusto. Contempla un recorte en los gastos sociales como no se había conocido en esta democracia; nunca se había conocido un recorte igual. El señor Rodríguez Zapatero, con las prisas, con las improvisaciones y con el como sea, ha ido a lo fácil, a lo débil, a lo resignado, y castiga particularmente a aquellos a los que ya no les queda ninguna capacidad para defenderse, que son los pensionistas […]

El mismo Rajoy que, una vez en el Gobierno, también redujo el sueldo a los funcionarios y aplicó una subida de las pensiones del 0,25% anual, además de disparar los impuestos, más incluso que Zapatero, con el fin de evitar recortes mayores. La clave, sin embargo, no es su profunda hipocresía, que también, sino su grave irresponsabilidad. De no aprobarse ese real decreto, la situación económica habría empeorado de forma muy sustancial, pero a Rajoy poco le importó.

2. Amenazó con salir del euro en 2012

Una vez alcanzado su objetivo, la ansiada Presidencia del Gobierno, a finales de 2011, el líder popular volvió a hacer gala de su auténtica naturaleza. Para empezar, y pese a que la crisis seguía golpeando con dureza a las empresas y familias, decidió posponer la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, así como la puesta en marcha de la reforma laboral, para tratar de ganar las elecciones autonómicas en Andalucía. Lo primero, el partido, cómo no…

Aunque lo más grave tuvo lugar pocos meses después. En 2012, con la prima de riesgo por encima de los 700 puntos básicos y la rentabilidad de la deuda en máximos, el Gobierno del PP empezó a amenazar a las autoridades comunitarias con la posible salida del euro de España. Ya estaba bien de ajustes, según los asesores más próximos al presidente. El BCE tenía que actuar, es decir, salir al rescate de España mediante masivas compras de deuda si quería evitar la desintegración de la moneda única.

El equipo económico del Gobierno analizó el coste, tanto político y económico, que podría suponer un rescate internacional al estilo de Grecia o la posible salida del euro, sin descartar, llegado el caso, abandonar la moneda común. Hasta ese punto llegó la irresponsabilidad e indecencia del hoy expresidente. Finalmente, el BCE salió al rescate en julio de 2012 para tranquilizar a los mercados con la ya famosa frase de Mario Draghi: "El BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para garantizar el euro. Y créanme, será suficiente". Pero la cuestión es que Rajoy se jugó, literalmente, el bienestar de dos generaciones de españoles para evitar su desgaste electoral.

3. Forzó la repetición de elecciones en 2016

Algo similar sucedió en 2016. Tras engordar a Podemos concienzudamente para romper la izquierda en dos y azuzar el miedo entre los electores del centro derecha, Rajoy decidió no presentarse a la investidura tras la victoria electoral registrada en los comicios celebrados a finales de 2015, cediendo así la iniciativa política a Pedro Sánchez, sin intención alguna de negociar, con la esperanza de que éste fracasara y, en última instancia, repetir las elecciones.

Su pronóstico, efectivamente, se cumplió, a sabiendas de que Sánchez lo tenía imposible para pactar con Podemos e independentistas, dada la profunda división interna que padecían los socialistas, con Susana Díaz y otros históricos en contra. Pero es que, entonces, Podemos tampoco quería llegar a ningún tipo de acuerdo con el PSOE. En ese momento, las encuestas otorgaban al partido de Pablo Iglesias la posibilidad de completar su ansiado sorpasso, convirtiéndose así en el líder de la oposición, su principal meta política, así que populares y podemitas votaron en contra de Sánchez, provocando la repetición de las elecciones.

De este modo, en caso de que Podemos superara el PSOE en votos, Rajoy se garantizaría la reelección, ya que los socialistas, difícilmente, respaldarían a Iglesias como candidato a presidente. Por suerte, los españoles no respaldaron esta estrategia en las urnas y el PSOE, pese a su desastroso resultado, se mantuvo por delante de Podemos, pero ese riesgo, que habría supuesto un trágico punto de inflexión para la democracia española, existió gracias, una vez más, a Rajoy. Y lo más curioso de todo es que, finalmente, fue el PSOE -aunque sin Sánchez al frente- el que posibilitó la gobernabilidad de España haciendo presidente al líder del PP.

4. Permitió el golpe en Cataluña

Por si fuera poco, también permitió la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre en Cataluña y la posterior declaración de independencia, ya que se resistió a activar el artículo 155 de la Constitución. Tan sólo la acción de la Justicia y la muy oportuna intervención del Rey permitieron parar el golpe al marco constitucional. En este caso, Rajoy se jugó la unidad del país con su parálisis, pensando de nuevo que eso le beneficiaría electoralmente.

5. Hizo presidente a Pedro Sánchez

Y, por último, pero no menos importante, el todavía mandamás popular ha hecho presidente a Pedro Sánchez sin necesidad de pasar por las urnas. Ante el éxito de la moción de censura, Rajoy tenía dos opciones: o bien dimitir, lo cual abriría una ronda de consultas para investir nuevo presidente; o bien permitir la votación, haciendo presidente a Sánchez de forma automática.

El PP se ha esmerado en explicar que la citada dimisión no serviría de nada, ya que Sánchez habría alcanzado la Presidencia de igual modo con el apoyo de Podemos y los grupos separatistas, pero, una vez más, mienten. Simplemente, no es cierto. Una cosa es poner de acuerdo a casi todos los partidos de la oposición para echar a Rajoy y otra muy distinta, con Rajoy ya fuera, hacer presidente a Sánchez mediante la negociación de ciertas condiciones y un determinado programa de gobierno. Las posibilidades reales de que saliera esta segunda opción eran muy bajas debido a la gran debilidad política del PSOE, tal y como ya sucedió en 2016.

Rajoy, por el contrario, ha preferido hacer presidente a Sánchez, impidiendo a todos los españoles el poder pronunciarse en las urnas por dos motivos básicos. En primer lugar, porque, a la vista de las últimas encuestas favorables a Cs, lo último que le conviene al PP en estos momentos es celebrar unas nuevas elecciones generales; y, en segundo término, porque Rajoy, en el fondo, todavía confía en recuperar el poder. A lo mejor sorprende y abre la sucesión en el seno del PP, pero tampoco debería extrañar que se presente de nuevo como candidato a las generales.

Muchos en el PP piensan que este nuevo escenario de inestabilidad abre una ventana de oportunidad para recuperar el Gobierno. Sánchez tendrá muy difícil ejercer el poder apoyándose en populistas e independentistas, y eso le puede conducir a cometer graves errores que los populares confían en rentabilizar. Recurren, una vez más, al discurso de miedo, "o yo o el caos", para movilizar a unos votantes muy descontentos con la deriva de Génova. De ahí que las críticas de los populares se centren mucho más en Ciudadanos, su verdadero enemigo político, que en PSOE, Podemos y separatistas.

Sí, el Gobierno Frankenstein que tanto preocupa a muchos españoles, es el último legado de Rajoy y su quinta gran traición al conjunto de los españoles. Ahora falta por ver si, tal y como ha sucedido en otras ocasiones, esta jugada le sale bien… Pero, una vez más, es el bienestar de la sociedad lo que realmente está en juego. ¿Interés general? ¿Dónde?

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