La Unión Europea ha anunciado que tiene intención de crear un nuevo producto financiero que tendría por título bonos soberanos o SBB -bonos respaldados-. En la práctica, esto no es más que juntar bonos de deuda de varios países de la Unión y emitirlos como un único producto. Es decir, en el mismo bono se venderían títulos de deuda de España, de Alemania, de Hungría, etc.
El problema de este producto financiero radica en que los países más solventes servirían de garantía para otros que no lo son y les dejaría vía libre para seguir endeudándose. Si en un SBB se vende deuda alemana, española, irlandesa y griega, países como Grecia o la propia España tendrían la opción de ir ampliando la deuda a un tipo de interés relativamente bajo porque están respaldados por otros países solventes, con la excusa de que como ahora es más barato endeudarme y pagaré menos intereses, gasto más. Muchos países tendrían aquí un incentivo para desequilibrar las cuentas nacionales. Es decir, supondría un aliciente para aumentar el gasto en aquellos Estados donde es necesario aplicar reformas y controlar el presupuesto público.
Esta propuesta se valorará y se estudiará en el Consejo Europeo que tendrá lugar entre los días 28 y 29 de junio, pero ya ha comenzado a tratarse en las reuniones informales del Eurogrupo. Por el momento, países solventes como Finlandia, Alemania o Austria se muestran contrarios a los SBB porque les podría suponer tener que pagar mayores intereses al tener que respaldar a Estados con más riesgo. Sin embargo, países que ahora pagan intereses relativamente altos ven con muy buenos ojos los SBB porque les abarataría la financiación.
Los SBB, hijos de los CDO americanos
La crisis bancaria que sufrieron los bancos americanos y que después se trasladó al resto del mundo surgió, precisamente, por la creación de los CDO -un producto financiero muy parecido a los SBB-. El mercado hipotecario de Estados Unidos vivió un crecimiento vertiginoso en once años. De 1996 a 2007, el precio de la vivienda en el país subió un 196% y los créditos subprime -conocidos como "hipotecas basura" por las pocas garantías que tenían los bancos de recuperar ese dinero- pasaron a tener un volumen de 600.000 millones de dólares, cuando antes solo suponían 30.000 millones.
El por qué se extendieron tanto estas hipotecas subprime tiene su razón de ser en la creación de los CDO. Este producto financiero eran paquetes de deudas hipotecarias y también de otros tipos de crédito que se vendían a los inversores nacionales e internacionales. Es decir, un inversor compraba un CDO en el que había un parte de hipoteca subprime, otra de hipotecas con menos riesgo y, a veces, hasta otros créditos. Cuanto mayor era el porcentaje de subprime en el CDO, mejor rentabilidad tenía para el inversor y también mayor riesgo.
En los primeros años de andanza de los CDO, los inversores iban recuperando su dinero y sacando una gran rentabilidad. Para fomentar esta fiebre, la aseguradora AIG sacó unas permutas que compraban los inversores y que suponían que, si no recibían el dinero de un CDO, la aseguradora les reembolsaría la inversión. Cuando empezaron los impagos de los deudores a los bancos, se desencadenó la crisis.
Realmente, los SBB y los CDO tienen mucho en común. Ambos productos agrupan deudas solventes con deudas de alto riesgo. Para las personas con menos recursos que recibieron créditos subprime, esto era realmente bueno porque ahora veían que las entidades les concedían créditos que antes no, y por eso se endeudaron más. Lo mismo puede ocurrir con los SBB y los países menos solventes, que contarían con fuertes incentivos ara endeudarse por encima de sus posibilidades.