El economista y financiero Fabio Scacciavillani ha pasado por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y Goldman Sachs. En la actualidad, es un importante gestor de fondos. Libre Mercado se ha sentado con él para hablar de la delicada situación económica que atraviesa su país natal, Italia.
- ¿Por qué se ha estancado la economía italiana?
El estancamiento de la economía italiana es anterior a la entrada en el euro. Sus raíces se hunden en la segunda mitad del siglo XX. A finales de los 60, después del "milagro económico" posterior a la II Guerra Mundial, la política italiana empezó a estar dominada por una coalición de izquierdistas, burócratas, sindicalistas y demócrata-cristianos que se opusieron rabiosamente a la economía de mercado y decidieron centrarse en ensayar un sistema yugoslavo al otro lado del mar Adriático. Este régimen degeneró hasta estar cada vez más desacreditado y corrompido. La herramienta que mantuvo en el poder a esa oligarquía cleptócrata fue un sistema derrochador que impregna a todos los sectores de la sociedad y que condujo a la mayor acumulación de deuda pública de todo el mundo occidental.
Entre 1992 y 1993, el sistema parecía morir, pero solo estuvo suspendido temporalmente, debido a una amplia serie de investigaciones anticorrupción que borraron de un plumazo a los viejos partidos. Sin embargo, con el ascenso político de Berlusconi, las figuras de bajo rango del antiguo régimen recobraron poco a poco el poder y lograron sobrevivir hasta las elecciones generales del 4 de marzo pasado, ganadas por dos partidos populistas que han ganado a base de incitar las bajas pasiones de las masas.
La economía de mercado está asfixiada en Italia como resultado de una tributación insoportable, una burocracia incompetente, una clase política hostil a las inversiones, una corrupción desenfrenada que mata a las empresas, una montaña de regulaciones absurdas y un sistema judicial administrado por una camarilla de jueces izquierdistas. En resumen, la iniciativa privada y la productividad han sido destruidas por una maraña de malas leyes, malos impuestos, delincuentes convertidos en políticos y jueces que han declarado la guerra a la iniciativa privada y al Estado de Derecho.
- Parece que habrá nuevas elecciones. El intento más serio de evitarlas fue el acuerdo de Di Maio con Salvini. ¿Qué opinas del mismo?
Ese pacto es el resultado de una ley electoral estúpida y de un período de cinco años en el que los restos del Partido Comunista y de la Democracia Cristiana intentaron mantener su sistema generador de pobreza, miseria e incluso crimen organizado en las regiones del Sur. Los ganadores de las elecciones son dos incompetentes absolutos, que nunca han tenido un trabajo en toda su vida, que lograron un consenso a través de mentir y de alimentar de populismo a una población que arrastra décadas de estancamiento y que mira con nerviosismo los cambios económicos y el aumento de la inmigración.
Di Maio es esencialmente un títere en manos de Davide Casaleggio, el heredero de una gran compañía. Tanto él como Salvini han unido sus fuerzas después de una campaña en la que intercambiaron insultos y se jactaron de estar radicalmente opuestos a cualquier tipo de acuerdo entre ambas formaciones, Movimiento 5 Estrellas y Liga Norte. De modo que no solo han traicionado y engañado a sus votantes, sino que ahora han negociado un plan que habría resultado, por ejemplo, en la salida de la Eurozona. Un gobierno así representaría una amenaza para todo el continente. Unos y otros intentan replicar el plan concebido por Varufakis en Grecia con el objetivo de chantajear a los demás países de la Unión Europea.
- ¿De modo que no hay nada bueno en los puntos que debatieron los populistas?
El acuerdo colgaba de dos promesas electorales contradictorias. Por un lado, el plan de renta básica, valorado en 780 euros al mes y concedido a desempleados de larga duración. Por otro lado, un tipo fiscal plano en el Impuesto de Sociedades (con un tramo del 15%) y una simplificación del IRPF (con dos tramos del 15% y el 25%). Pero Italia está en bancarrota de facto, se mantiene a flote solo por el apoyo masivo del BCE, de modo que no hay dinero para financiar ninguna de estas medidas.
También han hablado de emitir deuda a corto plazo en una moneda paralela. Esto se haría para eludir el Pacto de Estabilidad que limita el endeudamiento fiscal y para esquivar las normas del BCE que exigen que la única divisa sea el euro. De modo que esta propuesta violaría los Tratados europeos y desencadenaría una reacción severa por parte de la UE y el BCE, pero también de los mercados. Los bancos podrían quedar excluidos de las operaciones de refinanciación y todo el sistema bancario colapsaría en apenas horas, como pasó en Grecia.
El resto del "contrato" que negociaron estos dos enemigos convertidos en compañeros de cama es un caldero de ilusiones chapuceras, entre las cuales podemos encontrar solo algunos elementos vagamente positivos. Por ejemplo, la disminución de los poderes de la Autoridad Tributaria, la reducción de la burocracia, la construcción de nuevas cárceles o la repatriación de inmigrantes ilegales, aunque esto último sería bastante difícil puesto que muchas de estas personas no tienen documentos y, además, no hay dinero para pagar el viaje.
- La situación política no deja de complicarse. Hay nuevas elecciones a la vista y los mercados se tambalean peligrosamente. ¿Qué indicadores debemos vigilar?
La situación fiscal es una gangrena que se extiende por toda la economía italiana. Nuestra deuda rebasa el 130% del PIB, lo cual es muy preocupante. De modo que es muy importante fijarse en la calificación que reciben esos títulos de deuda por parte de las agencias del ramo. Si los bonos del gobierno italiano fuesen rebajados, como ocurrió cuando Grecia cayó al título de "deuda basura", entonces el BCE tendría que detener su programa de compras y se vería obligado a rechazar dichos bonos como garantía para las operaciones de liquidez del banco. En pocas horas, el sistema bancario colapsarla. Luego llegaría la quiebra soberana del país.
Mientras tanto, el diferencial entre los rendimientos de los bonos del gobierno italiano y alemán será el indicador de la confianza que queda reflejado por la "prima de riesgo". Ya hemos rebasado los 200 puntos básicos. Si la brecha con Alemania llega a los 400 puntos básicos, veo posible la entrada en juego del FMI y la petición de un "rescate".
- ¿Cómo está el sector bancario?
Es difícil de evaluar. Los préstamos en riesgo de mora siguen lastrando el balance de las entidades financieras. El valor de dichos préstamos es incierto y la limpieza de los balances está avanzando a un paso muy lento. Los dos principales bancos, Intesa y Unicredit, parecen estar mejor preparados, pero hay docenas de bancos locales administrados por políticos que están en muy malas condiciones y, probablemente, pueden terminar en una situación insolvente.
- Ante toda esta incertidumbre, ¿cabe esperar una resurrección política de Silvio Berlusconi?
Berlusconi llegó al poder prometiendo una revolución liberal, pero terminó dejando la administración de la economía en manos de un grupo de socialistas que llevaron al país al borde del default en 2011. Creo que engañó a sus votantes durante más de veinte años y dedicó sus energías a resolver sus problemas empresariales y judiciales. Está rodeado de gente sospechosa, puesto que alguno de sus más estrechos colaboradores ha terminado encarcelado por su relación con la mafia siciliana.
Desafortunadamente, su control de los canales de televisión le permite contar con un apoyo que sigue siendo sustancial por parte de electores que no están dispuestos a votar por los izquierdistas o los populistas. Por tanto, seguirá teniendo importancia, pero esto implica que Forza Italia frena la aparición de un partido liberal fuerte, como está empezando a ser Ciudadanos en España.