Lo de Italia ya no es una crisis política, sino institucional, y lo grave es que amenaza con desatar una nueva tormenta financiera en el seno de la Unión Monetaria. La decisión del jefe del Estado, Sergio Mattarella, de no aceptar a Paolo Savona como ministro de Economía por su marcado euroescepticismo ha tumbado la posibilidad de formar gobierno entre los populistas del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la Liga.
Ahora corresponderá esta tarea al exalto cargo del Fondo Monetario Internacional (FMI) Carlo Cottarelli, pero su falta de apoyo parlamentario hace prever la convocatoria de nuevas elecciones a corto plazo. La cuestión es que esta posibilidad abre un nuevo escenario político cargado de riesgos para la estabilidad monetaria y financiera de la zona euro.
El veto de Mattarella ha supuesto, en primer lugar, echar gasolina al discurso de los radicales. Para empezar, el M5S y la Liga han interpretado esta decisión como una especie de golpe de estado contra la democracia italiana. De hecho, han anunciado que registrarán en el Parlamento lo que se conoce como "acto de acusación", un proceso de destitución contra el Jefe de Estado por haber impedido la formación de gobierno.
Crisis institucional
Asimismo, ya han convocado movilizaciones en las calles. El líder del M5S, Luigi di Maio, apeló a la "movilización" de los italianos para defender el resultado de las elecciones del pasado 4 de marzo tras la "decisión incomprensible" del presidente de la República. En un duro mensaje publicado en su perfil en Facebook, tras lo que consideró ser la"noche más oscura de la democracia italiana", arremetió contra Mattarella por tumbar un Gobierno que habría contado con el respaldo de la "mayoría absoluta" en el Parlamento y sustituirlo por otro integrado por técnicos "que nunca han recibido un voto", con Carlo Cottarelli al frente, y que no contará con el apoyo parlamentario.
"Por tanto, tendremos un gobierno que no será votado ni por el pueblo ni por el Parlamento, una vergüenza única en la Historia de la República", lamentó. Así las cosas, Di Maio defendió que "el voto de los italianos ha sido privado de todo su valor y esto no es aceptable", puesto que el pasado 4 de marzo votaron por el cambio y el presidente de la República les ha privado de ello apelando a motivos económicos. Por ello, hizo un llamamiento a la movilización con "símbolos para hacernos ver y escuchar". "Hoy colgaré una bandera en mi ventana para que todos la puedan ver y os pido que hagáis lo mismo", con miras a mostrar "el orgullo de ser ciudadanos italianos" y a reivindicar el "derecho a decidir", incidió.
Además, animó a sus simpatizantes a acudir a Roma el próximo sábado, fiesta nacional de Italia, para protagonizar una gran manifestación, así como a inundar las redes sociales con el hastag #IlMioVotoConta (Mi voto cuenta) y banderas de Italia. Su estrategia política, por tanto, es clara: el veto del presidente no es legítimo y lo que está en juego es la democracia y soberanía de los italianos.
Plebiscito sobre el euro
De este modo, lo que subyace en el trasfondo de esta crisis institucional es un debate mucho más profundo y peligroso acerca de la permanencia de Italia en el euro, ya que, al fin y al cabo, Mattarella justificó su veto en el euroescepticismo del candidato a dirigir la cartera de Economía. Esto supone un importante punto de inflexión con respecto a la anterior campaña electoral, dado que el debate está girando desde los problemas relacionados con la emigración al de la moneda única, tal y como en su día sucedió en Grecia con Syriza.
En Italia "se puede ser ministro si se ha sido condenado o investigado por mafia, corrupción o si va de prostitutas, pero cuidado con criticar a Europa", criticó Di Maio. Por su parte, el líder de la Liga, Matteo Salvini, afirmó que "las próximas elecciones no serán políticas, sino un verdadero referéndum entre quienes quieren que Italia sea un país libre y quienes quieren que sea un país servil y esclavizado […] Hoy Italia no es libre; está ocupada financieramente por alemanes, franceses y eurócratas", alertó.
Por esta razón, son muchos los analistas que piensan que las próximas elecciones se parecerán, de facto, a un referéndum sobre la Unión Europea y el euro, con todo lo que ello supone. Se trataría, en definitiva, del mayor desafío al que se enfrenta Europa desde la crisis de deuda y la salida de Gran Bretaña de la Unión.
En este sentido, cabe recordar que el M5S y la Liga sacaron mayoría en las pasadas elecciones y, de hecho, no descartan unir sus fuerzas en una posible coalición de cara a los próximos comicios. Siendo la tercera economía más grande de la UE –una vez excluida Gran Bretaña–, la más endeudada tras Grecia y la más euroescéptica, es lógico que este panorama haya desatado el pánico entre los inversores.
El mercado entra en pánico
Basta observar la violenta reacción que registró la rentabilidad del bono italiano a dos años para percatarse de la gravedad de la situación, tras protagonizar la mayor subida en un día de la historia.
Lo mismo sucede con el bono italiano a 10 años, después de registrar el mayor repunte desde la crisis de deuda europea en 2011.
Asimismo, la prima de riesgo de Italia, que mide la diferencia entre la rentabilidad del bono italiano a 10 años con respecto al alemán, ha superado los 300 puntos básicos, su nivel más alto en 5 años.
Y ello sin contar el desplome de la bolsa italiana…