Karoshi es el término japonés que se puede traducir como muerte por exceso de trabajo. El Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar de Japón reconoce esta palabra desde 1987, debido a la gran cantidad de fallecimientos registrados. Sin embargo, existen casos de este estilo desde 1969, cuando un empleado de un importante periódico nipón falleció por una apoplejía (síndrome que produce la suspensión de la actividad cerebral) a los 29 años después de haber acumulado demasiadas horas de trabajo.
Para que la causa de una muerte sea certificada como karoshi, el fallecido tendría que haber trabajado el mes anterior más de 100 horas extra o 80 horas en dos meses consecutivos. El término incluye las muertes causadas por enfermedades cerebrovasculares y cardiacas, además de los suicidios. Las familias de las víctimas reciben ayudas del Gobierno por valor de 17.000 euros y compensaciones de la empresa de hasta 1,4 millones de euros.
En 2016, el país registró 117 muertes aunque fueron denunciadas 260. Además, aunque se suicidaron cerca de 500 personas, las autoridades solo identificaron 84. El Consejo Nacional en Defensa de las Víctimas de Karoshi incrementa estas cifras asegurando que este fenómeno llega a registrar 10.000 muertes al año.
El estrés, la falta de sueño y largos periodos de tiempo en la oficina aumentan la posibilidad de muerte por karoshi. Y, aunque Japón es el país con más fallecimientos por esta causa, otros países asiáticos también han adoptado este término a sus respectivos idiomas. Guolaosi en China y gwarosa en Corea del Sur.
La historia del karoshi
Tras la Segunda Guerra Mundial, el trabajo supuso un alivio para los japoneses ante los estragos de la guerra. Además, las empresas incentivaron a sus trabajadores a realizar más horas a cambio de una subida salarial. En los 80, las jornadas de trabajo se ampliaron hasta alcanzar las 60 horas semanales.
En ese momento, el país nipón se encontraba en una burbuja económica donde cerca de siete millones de personas trabajaban 20 horas más a la semana que en el resto del mundo. La burbuja estalló a principios de los 90 y el karoshi aumentó en gran medida, de ahí la aceptación por el Ministerio de Sanidad nipón.
Para reducir esta situación, Japón modificó en el 2014 sus políticas laborales, aprobando en el Parlamento una ley que limita las jornadas a 40 horas semanales, aunque permite que se trabajen horas extras con previo acuerdo entre las partes. También impulsa campañas como el Premium Friday que fomenta salir del trabajo a las tres de la tarde el último viernes de cada mes.