El sector privado está haciendo un esfuerzo enorme en la creación de empleo. Desde diciembre de 2015 hasta ahora (es decir, en lo que llevamos de la segunda legislatura de Rajoy), el número de asalariados en el sector privado creció en 859.700 personas (+7,2%). Recordemos algo obvio: cada nuevo puesto de trabajo implica que hay un empresario que se está jugando su dinero. Un empresario que apuesta al crecimiento de su empresa, a la posibilidad de vender más, a superar con éxito los rigores de la competencia.
Si esa apuesta por el crecimiento es de por sí encomiable, en este caso lo es más, pues se realiza en un contexto adverso. Por ejemplo, se realizaron dos elecciones generales (de las que surgió el gobierno con menor apoyo parlamentario propio en 40 años de democracia), hay recurrentes amenazas de nuevos impuestos, trabas y regulaciones en todos los niveles de gobierno, las presiones para aumentar el gasto público son continuas (pese a que la deuda pública ronda el 100% del PIB) y, por si todo lo anterior fuera poco, se produjo un golpe de Estado en Cataluña. En ese contexto, lejos de hacer sus maletas y marcharse, los empresarios apostaron al crecimiento y crearon 859.700 empleos (lo que equivale a unos 1.500 nuevos puestos de trabajo asalariados por cada día laborable). Algo poco menos que heroico.
Incapaces de valorar esta provechosa tarea económica y social, los socialistas de todos los partidos prefieren criticarla. En este caso, desmerecen la creación de empleo porque, según ellos, se trata de puestos "precarios". Un antipático calificativo con el que se refieren, principalmente, a los empleos temporales.
Los empleos asalariados creados se corresponden con 536.900 puestos fijos y 322.800 temporales. Así, el 37,5% de los puestos asalariados creados es temporal. Ese es el dato hacia el que los socialistas de todos los partidos apuntan sus críticas. Más allá de que, como es evidente, un empleo temporal es algo mucho mejor que estar en el paro (precisamente por eso, la gente, que no es tonta, los acepta), hay dos elementos que convierten la crítica socialista en demagógica y sectaria.
Nos parezca excesivo o no ese 37,5% de empleos temporales, lo cierto es que es menos que lo registrado durante los tres primeros años del gobierno de ZP (no tomo los años posteriores porque, desde comienzos de 2007, los datos están afectados por la crisis). Entre marzo de 2004 y diciembre de 2006, el sector privado contrató 1,9 millones de nuevos asalariados, de los cuales 1,1 millones fueron fijos y 813.300 temporales. Durante ese período, el 42,2% de las contrataciones privadas resultaron de carácter temporal.
Pero hay más: los socialistas de todos los partidos, férreos defensores de "lo público", parecen no haber advertido que, desde diciembre de 2015 hasta ahora, el conjunto de Administraciones Públicas contrató con carácter temporal al… 99,5% de sus nuevos asalariados. Frente a 400 nuevos funcionarios fijos, se sumaron 104.700 temporales.
Los socialistas de todos los partidos odian la reforma laboral, pero ahora hay una menor proporción de contrataciones temporales privadas que antes de la misma. Poniendo el foco en lo accesorio y no en lo central, parecen no haber aprendido que el paro solo puede derrotarse con una mayor creación de empleo. Y que esos nuevos empleos tienen que surgir, en esencia, de la inversión que hagan las empresas.
Cuando tuve 19 años, con dos amigos pusimos un kiosco. Perdimos dinero, pero aprendimos mucho. Entonces pensé que, para poder aspirar a un cargo electo, debería exigirse haber tenido un emprendimiento en el sector privado. La mejor escuela de "realidad" que se puede tener. Aunque dejé de lado aquella idea por exagerada, a veces pienso que, tal vez, no lo era tanto.
Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo)