A medida que internet y las redes de alta velocidad han ido instalándose a lo largo y ancho del mundo, muchas cosas han comenzado a cambiar. Una de ellas ha sido el trato de los datos de empresas y usuarios. Una compañía que trabaje en varios países, necesita recabar datos de todos los lugares donde opera para poder tomar decisiones. Pero es algo que se torna, cada vez, más complejo. Sin ir más lejos, la empresa de transporte sueca Scania, que opera en diversos países, tiene instalados en cada uno de sus vehículos una pequeña caja negra dedicada a recabar datos sobre velocidad, combustible gastado, rendimiento del motor e incluso la técnica de conducción. Esos datos se envían a la sede central en Suecia para mejorar la flota.
El problema surge cuando estos datos tienen que ser enviados desde un país diferente a Suecia, dado que en ese caso comienzan las restricciones. Cuando Scania opera en China, la regulación es todavía más compleja y los costes para poder transmitir esos datos se disparan. "Tenemos que regionalizar mucho nuestras operaciones y configurar cada procesamiento con las regulaciones locales. Es algo que ocurre también dentro de la Unión Europea", explica uno de los directivos de la compañía sueca.
Según publica el McKinsey Global Institute, los flujos transfronterizos de bienes, servicios y datos agregaron un 10% al PIB mundial. La aportación por la transmisión de datos irá aumentando cada año. Sin embargo, a medida que las transferencias de datos aumentan, las regulaciones estatales también lo hacen, lo cual eleva los costes para las compañías. Pero ya no es solo el coste, sino que repercute en una peor eficiencia al tener que operar regionalmente. En los últimos años, los gobiernos de todo el mundo han aumentado drásticamente las medidas para que la información se mantenga en servidores dentro del país.
El Centro Europeo para la Economía Política Internacional calcula que, hasta 2016, el número de regulaciones sobre las transferencias de datos aumentó de 31 normas importantes a 84. Son varios los países de la Unión Europea que han decidido poner restricciones a la transmisión de información. Una actitud que ha provocado que el PIB de la Unión se reduzca medio punto porcentual cada año -en la UE hay fuertes restricciones entre países para transmitir datos referentes a los bancos, los juegos de azar y los registros impositivos-.
Dentro del Viejo Continente, España, Portugal, Italia, los países del Este y algunos de los balcánicos son los que menos regulaciones tienen al respecto. Por su parte, Francia, Alemania y Reino Unido, entre otros, son mucho más restrictivos.
A nivel mundial, China es el que más restringe el envío de información. Según la Cámara de Comercio de Estados Unidos, las normativas chinas provocarán una reducción del PIB asiático del 3,4%, en el peor de los casos. Rusia tampoco se queda atrás, ya que ha prohibido a LinkedIn trabajar en el país tras la negación de la red social a transferir datos de los usuarios rusos a los servidores locales.
Los expertos apuntan que una de las maneras de combatir el proteccionismo de datos sería un gran acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, es algo que parece del todo improbable. Barack Obama calificó las políticas europeas de "proteccionistas" y Donald Trump no se ha mostrado dispuesto a sentarse a negociar sobre este asunto con Europa. Por su parte, Alemania, desde hace varios años, se ha mostrado muy dura con la privacidad. Además, el nuevo Reglamento General de Protección de Datos de la UE, que entra en vigor el 25 de mayo, impone una larga lista de requisitos a las compañías que procesan datos personales bajo pena de multas que podrían sumar hasta el 4% de la facturación anual.