La economía española inició en 2014 su recuperación tras cinco años de caída del PIB. A partir de las Cuentas Anuales de los sectores institucionales que publica el INE es posible identificar cómo se ha repartido la mejora del PIB entre los hogares, las empresas y las administraciones públicas.
En el siguiente gráfico se descompone el PIB según cinco tipos de renta: la suma de los impuestos indirectos sobre la producción, cotizaciones sobre los salarios y subvenciones, la derivada del excedente bruto de las empresas, los salarios, las rentas imputadas y las rentas generadas por los autónomos. La primera se asigna al sector de las administraciones públicas, la segunda a las empresas y las tres últimas a los hogares.
Sobre la composición de las rentas de los hogares, para simplificar se suele considerar como remuneración del capital las rentas de los autónomos y las imputadas, y, por tanto, asignarse a la renta empresarial. Sin pretender extenderme (ver aquí un artículo sobre rentas salariales y empresariales) sólo precisar que las rentas mixtas (definidas en el artículo como de los autónomos) o de los hogares, si bien se trata de un excedente de explotación, se limita a las empresas no constituidas en sociedades y que, por tanto, pertenecen al sector de laa familias. Por su parte, las imputadas son el resultado de estimar la renta que un hogar genera por la propiedad de su vivienda.
La participación de los hogares en el PIB descendió desde el 58% en el inicio de la pasada década al 54% con la crisis, para, prácticamente, estabilizarse en la fase de recuperación. En estos últimos años, la participación de los hogares ha descendido apenas un 0,8% a favor de las empresas y de las administraciones públicas.
Asimismo, entre 2014 y 2016 -último año disponible-, los hogares han incrementado su renta en algo más de 40.000 millones de euros en términos absolutos, en comparación con poco más de 20.000 millones de empresas y administraciones públicas, gracias al crecimiento de los salarios y dado que la mejora de las rentas de los autónomos ha compensado la caída de las rentas imputadas.
En lo que respecta a la renta de las empresas, ha crecido especialmente en los dos últimos años, destinando más del 50% de su excedente de explotación a recuperar la inversión empresarial, que fue el principal ajuste de las empresas en los años de crisis, y un 20% a reducir su deuda. Por su parte, la partida de remuneración del capital o dividendos supone un 14% de la renta en el año 2016.
La progresiva reducción de la deuda y la recuperación de los ingresos ha permitido que la ratio de endeudamiento de las empresas no financieras se haya normalizado desde niveles insostenibles en los años del boom económico hasta converger en la actualidad con el promedio de la eurozona.
Este proceso de reducción de la deuda es general en el sector privado, si bien ha sido cada vez menos intenso en los hogares hasta llegar a volver a subir su endeudamiento, según el avance de 2017. Por su parte, el conjunto de las administraciones públicas sigue incrementando su deuda pese a que el saldo sea hoy en día equivalente al PIB de la economía española.
En resumen, la recuperación económica está beneficiando a los hogares en una proporción similar al de la participación de su renta en el PIB, mientras que las empresas han realizado un tremendo esfuerzo en reducir su abultada deuda acumulada en los años de crecimiento "a crédito".