El sentido literal de la palabra sería "surfear sofás" porque, básicamente, es en lo que consiste Couchsurfing. Este intercambio gratuito de alojamiento funciona como una red de viajeros con ganas de conocer otras culturas a través de personas locales, gastando lo menos posible. Gracias a esta técnica, se puede recorrer medio mundo sin preocuparse por el precio de las habitaciones de hotel. Eso sí, toca dormir en el sofá de un desconocido.
Couchsurfing surgió en 2004 en Estados Unidos como una organización sin ánimo de lucro hasta que en 2011 recibió 7,6 millones de dólares de los inversores de Benchmark Capital y Omidyar Network. La empresa de capital riesgo estadounidense Benchmark ha respaldado a gigantes de internet como Dropbox, eBay e Instagram.
La idea de Couchsurfing surgió, tal como aseguran en su página web oficial, "de un email a un grupo de estudiantes en Islandia. En cualquier lugar hay gente que compartiría su casa con extraños". Su funcionamiento es bastante sencillo, solo hay que crear un perfil con datos personales, aficiones, idiomas, países a los que ha viajado el usuario y en los que ha vivido y alguna que otra foto. De esta manera, tanto los huéspedes como los anfitriones conocerán cómo es la persona con la que convivirán un cierto periodo de tiempo.
Ya son más de catorce millones de personas provenientes de 200.000 ciudades las que han optado por ser usuarios de esta plataforma. Sin embargo, muchos de esos usuarios solo realizan la función de acoger a viajeros (los denominados host) y no se plantean ir a otras casas a dormir. "A mis 77 años prefiero reservar un hotel, me lo puedo permitir", asegura Steffen Borup, miembro de Couchsurfing desde hace seis años. Steffen, danés de nacimiento, ha acogido en su casa a más de 300 couchsurfers de más de 30 nacionalidades. "Desde que mis hijos me dijeron que lo probara no he parado, he adaptado mi apartamento para los viajeros. Todos los días tengo a alguien en casa, no me siento solo". Únicamente se arrepintió el día que acogió a 16 personas a la vez: "Era un caos, no paraba de hacer viajes al aeropuerto. Al final no sabía quién vivía en mi casa, perdí la cuenta".
¿Es seguro?
Hay varias maneras para comprobar que tanto el anfitrión como el huésped son de fiar. Desde su página web, afirman que "sitios y gente nueva ofrecen oportunidades para la aventura", pero aseguran que "viajar también puede ser desconcertante". Por eso, proponen varias formas de estar seguro durante la experiencia.
La primera es informarse previamente del host o el couchsurfer, si tiene fotos, descripción, si ha verificado su cuenta con tarjeta de crédito o Paypal (para llevar un seguimiento ante cualquier problema) y, sobre todo, si otros usuarios han dejado opiniones positivas en su muro. También aconsejan mantener cualquier tipo de comunicación antes del viaje únicamente a través del chat de Couchsurfing y no dar datos personales. A pesar de todo esto, si se viaja en solitario, proponen alojarse con una familia o pareja y mantener contacto habitual con familia o amigos. Asimismo, la entidad dispone de un centro de ayuda para informar sobre cualquier tipo de problema.
No solo una forma de alojamiento
Además de encontrar alojamiento, Couchsurfing anima a sus miembros a aumentar sus experiencias internacionales a través de la sección "Eventos" de su página web. Se realizan encuentros en las ciudades que abarca el mapa couchsurfer y estos se basan principalmente en intercambios de idiomas en un bar o fiestas con ambiente Erasmus. De esta manera, se puede conocer a otros viajeros o a gente local sin que sea necesario compartir casa. También es una buena oportunidad para practicar ese oxidado inglés que se aprendió en el colegio.