Desde hace varios meses la guerra comercial que Estados Unidos plantea al mundo –especialmente a China y a la Unión Europea– estaba y está generando un gran nerviosismo entre los inversores y empresarios. Donald Trump fue el primero en anunciar una subida de los aranceles al aluminio y al acero. Rápidamente, tanto Europa como China respondieron con posibles subidas arancelarias a productos fabricados en Estados Unidos. De hecho, el gigante asiático publicó, hace unas semanas, una lista con los 136 productos americanos a los que subiría las tasas aduaneras.
Tras semanas de fuerte tensión y duras críticas a Trump por emprender una batalla que no beneficia a nadie, parece que la calma ha vuelto recobrar protagonismo. Según informa la CNN, el Gobierno americano ha decidido enviar a un grupo de funcionarios de la Administración a China con la finalidad de evitar la temida guerra comercial.
Por el momento, se desconocen los términos que se están negociando y si esto supondrá la eliminación de las tasas a las importaciones que se establecieron hace solo unas semanas, pero lo que sí parece quedar claro es la intención de la Administración Trump por evitar una confrontación arancelaria con China.
Distinta situación en Europa
El caso europeo es más complejo, principalmente porqueexisten dos bloques. Por un lado, Francia y, por otro, Alemania. El Gobierno de Emmanuel Macron aboga por plantar cara a Estados Unidos elevando tasas a productos como las Harley Davidson, el whisky Bourbon, la ropa de Levi Strauss, etc., mientras que Alemania está dispuesta a negociar con Trump para no tener que entrar en una disputa tarifaria.
El déficit comercial de Estados Unidos con Francia es de 15.000 millones de dólares, pero con Alemania la cantidad asciende a 64.000 –es el 8% del superávit por cuenta corriente del país teutón–. Por eso, Trump tiene en mente estimular la compra de coches americanos en Estados Unidos y frenar la importación de los vehículos alemanes. También quiere hacer algo similar con el champán francés.
Pero aquí no solo está en juego el precio de los productos, sino que Estados Unidos quiere que Alemania aumente el gasto en defensa y la Unión Europea aporte más fondos a la OTAN, algo con lo que la canciller germana, Angela Merkel, parece estar de acuerdo, aunque necesitará el apoyo del fraccionado Parlamento alemán.
Por el momento, Washington ha pospuesto un mes más la aplicación de nuevos aranceles a la UE y Bruselas advierte de que no negociará bajo amenazas, pero habrá que ver cuál es la postura final que se impone en el seno de la UE, la francesa, dispuesta a contestar con más proteccionismo, o la alemana, más favorable a alcanzar un acuerdo con Estados Unidos para evitar un dañino rearme arancelario.