La pasada semana se presentó en la Fundación Rafael del Pino una nueva edición del monumental trabajo de "series largas" elaborado desde hace años por Leandro Prados de la Escosura, catedrático de Historia Económica en la Universidad Carlos III de Madrid. En el corazón de dicha investigación está el objetivo de reconstruir los grandes datos de la Contabilidad Nacional española para un período que abarca desde 1850 hasta nuestros días.
Esas "series largas" nos permiten comprobar, por ejemplo, el espectacular salto adelante que ha experimentado la economía española a lo largo de la etapa histórica estudiada. Y es que, a mediados del siglo XIX, el PIB nacional era de 25.600 millones, muy por debajo del umbral del billón de euros que alcanzamos por primera vez en 2006.
Prados de la Escosura, Doctor en Economía por la Universidad Complutense y la Universidad de Oxford, nos ayuda a entender mejor esta evolución gracias a su enfoque a largo plazo. Esta perspectiva resulta especialmente interesante a la hora de estudiar la creciente internacionalización de la economía española. Una primera forma de comprobarlo consiste en calcular el grado de "apertura" de nuestro PIB. Llegamos a dicho indicador a base de sumar el peso de las importaciones y las exportaciones sobre el conjunto del Producto Interior Bruto. Esta operación arroja una tasa de "apertura" del 8,4% en 1850, año de partida de las "series largas".
Medio siglo después, en el año 1900, el modelo económico de la Restauración ha ido de la mano de una mayor "apertura" comercial, de modo que la suma de importaciones y exportaciones suponía ya el 23,7% del PIB. Pero la inestabilidad política de las primeras décadas del siglo XX y la depresión internacional desencadenada en 1929 termina dejando este indicador en el mísero 9,3% alcanzado en 1935, a las puertas de la Guerra Civil.
El proteccionismo del primer franquismo hizo que el grado de "apertura" comercial se mantuviese bajo mínimos hasta la década de 1950. Entonces, la suma de importaciones y exportaciones crece de nuevo por encima del 10% del PIB y escala de forma sostenida hasta el 28,9% logrado en 1975, año en que arranca la Transición a la Democracia. La entrada en la Comunidad Económica Europea y la liberalización progresiva del tejido productivo nacional ayudó a que el proceso de integración en la globalización fuese cobrando cada vez más velocidad. Llegado el año 2000, antes de la entrada en la Eurozona, España registraba unos niveles de "apertura" comercial cercanos al 60% del PIB.
Sin embargo, la llegada del euro coincide con un período inicial de ajuste en el que el grado de "apertura" de nuestra economía se ve mermado, hasta el punto de alcanzar en 2009 niveles cercanos al 45% del PIB. Semejante desplome dio pie a un nuevo salto exportador que, acompañado de la recuperación de las importaciones, ha resultado en una tasa de "apertura" equivalente en 2017 al 65,5% del PIB nacional.
Desde la perspectiva de las exportaciones, el aumento ha sido acusado desde 1960 hasta hoy, viéndose interrumpido solamente en la primera mitad de los años 90 (crisis económica) y la primera mitad de los años 2000 (primeros años de pertenencia a la Eurozona). Sin embargo, el impulso de internacionalización se ha recuperado con fuerza y, pese al encarecimiento del tipo de cambio que supuso la entrada en la moneda única europea, España exporta hoy más que nunca.
De hecho, si repasamos el saldo comercial (diferencia entre importaciones y exportaciones), vemos que España ha acumulado sucesivos déficits entre 1986 y 2012, si bien esta tendencia se invierte en los últimos cinco años, dando pie a una histórica acumulación de superávits que, en el caso de mantenerse, confirmaría la "germanización" del modelo económico español, más volcado que nunca a las ventas al extranjero y capaz de contener el crecimiento de las importaciones por debajo de la senda que siguen las exportaciones.
