El levantamiento de las restricciones en el sector automovilístico en China, donde los fabricantes extranjeros ya no necesitarán tener filiales conjuntas para operar, ofrece oportunidades para compañías como Volskwagen o Daimler, aunque éstas no contemplan abandonar a sus socios locales.
Coincidiendo esta semana con la publicación del crecimiento del producto interior bruto (PIB) del país en el primer trimestre, que repuntó un 6,8% interanual, las autoridades chinas anunciaron una apertura casi total a la inversión extranjera en la fabricación de automóviles, barcos y aviones. En concreto, China eliminará este año el límite de accionariado del 50% para los vehículos especiales y automóviles eléctricos e híbridos, en 2020 extenderá esta medida a los comerciales y en 2022 a los de de pasajeros.
Esta reforma implica que las firmas extranjeras podrán fabricar con empresas que sean 100% de su propiedad sin necesidad de contar con un socio local, lo que a priori se vio como una amenaza para las actuales sociedades conjuntas ("joint ventures") existentes en el sector en el país. No obstante, el Grupo Volkswagen (VAG), que acumula las mayores ventas del mercado chino, confirmó a Efe a través de un portavoz que seguirá trabajando junto a sus tres socios locales (SAIC, FAW y JAC), y que la medida "no impactará" en sus sociedades conjuntas.
"Apoyamos firmemente y damos la bienvenida a que China avance en su reforma y estrategia de apertura, que ha tenido un impacto positivo en la capacidad de innovación. Examinaremos cuidadosamente si hay también nuevas oportunidades para el Grupo Volskwagen China y sus marcas", agregó la fuente. En esa misma línea se mantiene la también alemana Daimler, que comparte su filial en el país con el grupo BAIC, y que está "satisfecha" con su "exitosa línea en China" y sus acuerdos, y sigue de cerca los avances regulatorios del país, según indicó a Efe.
Otras firmas que operan en China con este sistema son la estadounidense General Motors, aliada con SAIC y FAW; la alemana BMW, que opera con Brilliance Auto; el grupo francés PSA, asociado con Dongfeng Group, o la japonesa Toyota, que tiene empresas conjuntss con Guangzhou Auto -GAC- y con FAW.
Según la agencia de calificación Fitch, "es poco probable que se produzca un cambio significativo en las sociedades conjuntas, que han funcionado bien tanto para las marcas extranjeras como para los socios locales. Es más probable que se sienta el impacto en sectores nicho donde las extranjeras podrían ver oportunidades de entrada y crecimiento".
El cambio de regulación podría afectar también a firmas como el productor de vehículos eléctricos Tesla, que todavía no cuenta con una planta de montaje en China pero sí tiene entre sus planes la apertura de una fábrica para aumentar el ritmo de producción de su Model 3. Tesla podría encontrar un importante nicho de mercado en China, donde el Gobierno está fomentando la compra de este tipo de vehículos como estrategia para luchar contra los elevados índices de contaminación en el país y con el objetivo de liderar la innovación tecnológica del sector.
En 2017, las ventas de vehículos eléctricos e híbridos subieron un 53%, hasta las 777.000 unidades, mientras que en los tres primeros meses de 2018 se dispararon un 154,3% interanual, hasta las 143.000. Dentro de doce años "China podría representar cada año hasta el 40% de las ventas de vehículos eléctricos e híbridos a nivel mundial", pronosticaba recientemente en un informe la gestora de fondos estadounidense BlackRock.
Aunque las medidas aperturistas han sido recibidas de forma positiva por el sector automovilístico internacional, que los últimos días ha experimentado subidas en los parqués bursátiles, los fabricantes domésticos de China podrían sufrir el aumento de competencia. La firma BYD, con sede en Shenzhen y cada vez más orientada a los vehículos eléctricos e híbridos, no quiso hacer comentarios al respecto al ser preguntada por Efe.