Emmanuel Macron llegó a la Presidencia de la República de Francia prometiendo medidas contra el déficit público. De momento, la ejecución presupuestaria de 2017 acaba de arrojar una buena noticia para el líder moderado. Por primera vez desde el año 2007, Francia ha logrado reducir el descuadre de las cuentas públicas por debajo del 3% del PIB.
No hablamos, claro está, de un ajuste hercúleo, pero sí de un cambio a mejor que merece cierto reconocimiento. El curso 2016 había concluido con un saldo negativo equivalente al 3,6% del PIB, mientras que las cifras definitivas para 2017 hablan de un déficit del 2,6% del PIB.
Para Macron, dejar el desajuste fiscal por debajo del 3% del PIB acarrea un notable simbolismo, no solo porque es la primera vez que esto ocurre en más de una década, sino también porque esto supone cumplir los protocolos de estabilidad presupuestaria fijados por las reglas europeas, a diferencia de España que es el único país de la zona euro que todavía supera el umbral máximo de déficit.
El ministro de Finanzas, Bruno Le Mairie, ha explicado que la mejora en la situación de las finanzas públicas se explica por un aumento paulatino de la recaudación. El Fisco galo tuvo unos ingresos equivalentes al 45,4% del PIB, frente al 44,6% observado un año antes. A esto hay que sumarle un crecimiento económico ligeramente superior al observado.
El gasto aumenta, pero menos que los ingresos
Esto no significa que Macron haya embridado el galopante gasto público de nuestro país vecino. Durante las últimas cuatro décadas, los déficits fiscales han sido la norma, con independencia del signo político del Gobierno francés. De hecho, si tomamos el período que va de 1960 a 2010 vemos que las cuentas galas han registrado un déficit promedio del 2,2% del PIB, suficiente para llevar la deuda pública hasta el 97% del PIB.
Lo que sí ha hecho Macron es imponer un techo de gasto relativamente inferior al aumento de la recaudación. Mientras que los ingresos fiscales han aumentado un 4% durante el último año, los desembolsos públicos han crecido solamente un 2,5% a lo largo del mismo período.
¿Amortizar deuda o bajar impuestos?
En el seno de En Marche, la formación centrista que lidera el presidente galo, ha surgido un debate interno sobre la conveniencia de emplear la subida recaudatoria para amortizar deuda o bajar impuestos. Es cierto que, en condiciones normales, lo lógico sería aplazar estas decisiones hasta alcanzar un superávit fiscal, pero los políticos franceses no parecen estar por la labor de aplazar el debate y ya se han lanzado a la piscina.
De momento, el ministro de Finanzas, vinculado históricamente a los republicanos pero socio de Macron desde las últimas elecciones presidenciales, ha anunciado que su criterio es el primero, de modo que no cabe esperar grandes alivios fiscales durante el próximo año. En cualquier caso, el debate está servido, sobre todo porque los pasados comicios estuvieron marcados por un intenso debate sobre la importancia de reducir el peso del Estado y aliviar el esfuerzo fiscal soportado por los contribuyentes, un mensaje más ligado a la derecha, pero también cercano a los postulados de Macron en esta materia.