Los países nórdicos, formados por Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia e Islandia, son alabados habitualmente por su estado del bienestar y por los avances sociales, pero hay un dato que llama poderosamente la atención: la media de mujeres en puestos gerentes es mucho más baja que en otros países desarrollados.
Concretamente, solo el 28% de los puestos gerentes daneses son ocupados por mujeres, en el caso finlandés el dato sube al 32%, mientras que en Suecia y Noruega se queda en el 36%. Solamente Islandia, con un 40% de mujeres directivas, se mantiene cerca del 43% de los Estados Unidos. Un hecho más sorprendente si se compara con países como Rusia, Hungría y Lituania, donde el 39% de los puestos gerentes son ocupados por mujeres.
¿Por qué pasa esto?
Según un estudio del Instituto Cato, las causas de la falta de mujeres en los puestos de liderazgo son las siguientes: el monopolio del sector público, las políticas fiscales, las políticas de bienestar y familia y las cuotas de género. Durante el siglo XIX y el siglo XX, las mujeres nórdicas tuvieron un papel mucho más importante y notorio en la sociedad que el resto de féminas de otras naciones. De hecho, la cultura vikinga ya tenía mujeres guerreras y leyes en las que existía una cierta igualdad -las mujeres podían ser herederas, no solo los hombres-.
En el siglo XIX, con el inicio del capitalismo, se permitió a las mujeres nórdicas, especialmente a las solteras, poder poseer empresas propias. Esto fue evolucionando y durante el siglo XX era muy normal que las féminas de estos países liderasen sus propias compañías. Sin embargo, el Estado fue, poco a poco, monopolizando los sectores donde las mujeres tenían sus empresas privadas.
A día de hoy, la tasa de empleados públicos en estos países es muy elevada. En Noruega y Dinamarca, más del 30% de la población activa trabaja para el Estado, mientras que en Suecia y Finlandia se quedan en el 25%, muy por encima de la media de la OCDE (19%). Además, estos puestos son ocupados mayoritariamente por mujeres, que ganan un 5% menos que los empleados del sector privado.
Los permisos de maternidad, que en varios casos son de un año entero, también han supuesto un hándicap, ya que las empresas prefieren no contratar a mujeres para los puestos más delicados y difíciles de sustituir porque perderían a una trabajadora fundamental durante un año e incluso más tiempo. Con las cuotas pasó algo parecido, ya que fueron muchas las empresas que prefirieron cambiar su estructura a hacer igualitarias las directivas. El por qué se encuentra en que muchas de las mujeres que entraron en la gestión contaban, de media, con ocho años menos de experiencia que sus compañeros varones. Es decir, no ascendieron por méritos propios.
Los países nórdicos, por el contrario, sí obtienen buenas notas en cuanto a la entrada de mujeres en el mercado laboral. Sin embargo, su presencia en puestos directivos es inferior a la de otras potencias, lo cual choca con la idea preconcebida de que las políticas nórdicas son las mejores para apoyar el ascenso de las mujeres a la cima laboral. A la hora de la verdad, sin embargo, una serie de factores creados por el estado del bienestar han formado un techo de cristal que no permite a las nórdicas llegar a los puestos de máxima responsabilidad en el sector privado.