Una larga cola espera con el programa de Semana Santa en mano ante un pequeño horno antiguo en la calle para comprar su patata asada rellena de mil y una salsas e ingredientes. Son las nueve de la noche en la malagueña Calle Carretería y los puestos de venta ambulante no dan abasto. Perritos calientes, snakcs, pipas, hamburguesas o los clásicos kebabs, porque sí, también los árabes se apuntan al negocio ligado a estos días de Pasión cristiana.
Los bares en la calle paralela al paso de la Virgen de la Paloma cambian a toda velocidad los barriles de cerveza. Las cañas van y vienen de la barra a la terraza. El gentío se agolpa pegado a las paredes y comen de pie, no hay mesas. Queda poco tiempo para que haga su aparición el Cristo Crucificado. El suelo de las aceras está lleno de cáscaras de todo tipo de frutos secos. Algunas chicas jóvenes prefieren optar por hacer la espera más dulce con un algodón de azúcar rosado que acaban de comprar en un kiosko de feria. El vendedor, con una sonrisa de oreja a oreja, elabora en el torno de metal la nube de algodón comestible. El comerciante tiene más clientes a la espera, hace la competencia con los precios más bajos en manzanas de caramelo y tajadas de coco a sus colegas de la calle de enfrente. Gracias a su carrito de golosinas recaudará una media de 3.000 euros en estos días trabajando, eso sí, sin parar.
En el otro extremo de la acera, un grupo de dos familias sale apresurado. Acaban de ver en el calendario que reparte el Ayuntamiento que "su Cristo", el de "su Hermandad", le quedan pocos minutos para desfilar a un kilómetro de donde ellos se encuentran. Se terminan de comer el pincho de tortilla y avanzan a empujones entre la muchedumbre con paso ligero, como si llegaran tarde a las rebajas o al concierto de su cantante pop favorito.
Numerosas cabezas están pendientes del móvil, el recorrido de las procesiones se puede ver en directo y en tiempo real a través de una moderna app que hace las delicias de creyentes y turistas. Así nadie se pierde nada. Es un auténtico Festival de la Fe. El ambiente es de jolgorio y alegría. Se celebra la resurrección de Jesús y en las cajas de los negocios no dejan de caer monedas tintineando mientras se respira el olor del incienso y la mirra. La suela de los zapatos se queda pegada al asfalto lleno de cera por los cientos de cirios de la procesiones.
Hay música, decenas de puestos de venta ambulante y miles y miles de personas en la calle con la guía en la mano para no perderse nada. Los establecimientos públicos pueden ampliar en dos horas su horario de cierre durante estos días. Más de 100 establecimientos de quita y pon se instalarán en el centro de la ciudad hasta el Domingo de Resurrección, según la delegación de Comercio malagueña.
Una niña tira de la mano a su madre mientras sujeta con la otra la novedad de este último año: nazarenos de chocolate y caramelo son sujetados con un palito a modo de "Chupa Chups". Otros prefieren gastarse el dinero en merchandaising cofrade: "Dame una virgen y dos de Jesús", pide una mujer muy arreglada en una tienda improvisada con santas estampitas, ideales para llevar en el bolsillo o la cartera. Se vende de todo: figuritas, incensiarios, llaveros, imanes y hasta un recortable Cofrade para que los niños no se aburran mientras llega Jesús.
Bien podríamos estar hablando del "Festival de Benicasim" o el "Primavera Sound", pero aquí no hay rock and roll. La música es otra, pero los ingresos son los mismos o mejores. La Semana Santa activa el comercio a todas las escalas y con ello aumenta la riqueza de la clase media trabajadora.
La procesión del pueblo se pone de moda
Los hoteleros que esperan la llegada masiva de turistas cuelgan el cartel de completo y llegan al 100% de la ocupación en lugares como Sevilla. Este año se prevé que la Semana Santa mueva el 1,2% del PIB de la capital, lo que supone alcanzar casi los 300 millones de euros en tan sólo estos benditos días.
Un estudio conjunto realizado por las Agrupaciones y Hermandades de Andalucía revela cómo la ganancia total en la comunidad autónoma asciende a una media de 600 millones de euros de beneficio neto total durante la Semana Santa. En el resto de España el impacto económico se centra en el disfrute de las procesiones, pero también en la venta de atractivos paquetes turísticos que ofrecen esquí, senderismo o rutas por la montaña que se pueden combinar con la visita a la procesión del pueblo más cercano.
Este año el mal tiempo ha propiciado que se elija la opción casita con chimenea de madera y el silencio de los montes. Según un estudio del portal web Casas Rurales, por comunidades autónomas, este 2018 Navarra es la más demandada con el 85% de ocupación media, le siguen Extremadura con un 82% y Castilla y León con un 81% de lleno. Las provincias y pueblos del interior se ponen también de moda, aunque esto no va en detrimento de los que prefieren las olas y los chiringuitos. Sin embargo, este año Cáceres lidera este índice de ocupación con casi un 90%, seguido de Ávila con un 86,2% y Gerona con un 84,9%.
"En Semana Santa cobro más"
La campaña de Semana Santa creará 152.500 empleos, un 12% más que el año anterior, gracias al aumento del turismo, según los datos del portal de empleoJobitur. "Estoy deseando que llegue la Semana Santa porque me doblan el sueldo y gano más en propinas y horas extras", declara Javier, un camarero que trabaja en el puerto deportivo de Marbella. No sólo el sector hotelero ve la gallina de los huevos de oro en esta santa semana, también los centros comerciales ven aumentar la afluencia de visitantes en los focos más turísticos del país. En resumidas cuentas, la Semana Santa beneficia a todos (trabajadores y turistas).