¿Prohibimos el coche o buscamos alternativas? Esa es la pregunta que lanzó la Red Floridablanca a dos de los políticos más importantes de la esfera municipal madrileña: Begoña Villacís, líder de Ciudadanos, e Íñigo Henríquez de Luna, portavoz adjunto del Partido Popular. El coloquio fue moderado por Isabel Benjumea, directora de la iniciativa liberal-conservadora, que insistió en la importancia de "plantear estos debates con ánimo de desarrollar un modelo abierto de ciudad, válido para las próximas décadas".
"La solución a los problemas de movilidad y medio ambiente no puede ser prohibir por prohibir. El Ayuntamiento de Madrid está gestionando muy mal esta cuestión. Cuando se aplicó por primera vez el protocolo anticontaminación, nuestra reacción fue la de apoyar al gobierno local, porque la medida era impopular, pero estaba avalada por los datos de polución. El problema es que, desde entonces, el enfoque del consistorio ha sido insistir en la prohibición, insistir en el veto, insistir en las restricciones. No hay reflexiones amplias sobre el coste que tiene una política así. No hay empatía ni sensibilidad con los problemas y obstáculos que enfrentan a diario los madrileños. Este equipo de gobierno se quedó simplemente instalado en las prohibiciones", apuntó Begoña Villacís.
"A mí me parece que, a la hora de resolver la tensión entre movilidad y medio ambiente, tenemos que apostar por amplificar la libertad en los dos campos, no por enfrentar posturas. Escuchamos, por ejemplo, que anualmente hay 30.000 muertos por contaminación. Son datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente. Pero, si rascamos en la estadística, encontramos que el coche solo explica el 13% de esa polución, de modo que hay otro 87% del que no se está hablando: calderas, emisiones industriales, autobuses públicos, etc. Por tanto, si nos preocupa la calidad del aire, tenemos que abrir el debate y no centrarlo solamente en el coche. Además, aunque nos centremos en el coche, la apuesta debe ser la de compatibilizar el derecho a la movilidad con el derecho al medio ambiente, al contrario de lo que defiende la izquierda, que es prohibirlo todo", señaló a continuación Henríquez de Luna.
"Madrid sí incumple los niveles de contaminación que fija Bruselas, por tanto es oportuno desarrollar planes de calidad del aire y no podemos cerrarnos a abordar este debate. La clave, realmente, es que esa conversación sirva para encontrar alternativas. En los años de gobierno municipal del PP, los indicadores de contaminación mejoraron un 40% gracias a los planes de renovación de calderas y a infraestructuras de soterramiento del tráfico como la M-30. Sin embargo, en los dos años de gobierno de Manuela Carmena hemos visto que esos indicadores han empeorado. Por tanto, las restricciones no funcionan. De hecho, las emisiones de dióxido de nitrógeno han crecido con Ahora Madrid, porque no están en solucionar problemas, solo en restringir libertades", apuntó el popular.
"La renovación de la EMT, por ejemplo, es asequible en términos presupuestarios pero no se está acometiendo con la rapidez necesaria. Del total de compras de nuevos autobuses que hemos pedido los grupos de la oposición solamente se ha realizado el 40%. También quieren hacer una gran Área de Prioridad Residencial en el centro de Madrid, básicamente para seguir restringiendo el tráfico rodado. Nosotros creemos que esos pasos no se pueden dar, que puede tener sentido reducir la circulación en algunos puntos, pero ofreciendo alternativas reales. ¿Por qué no se vuelve a apostar por renovar calderas, como hicimos nosotros? ¿Por qué no se crea una gran plataforma logística en el centro de Madrid que permita derivar la carga y descarga hacia vehículos eléctricos? ¿Por qué todas estas soluciones están fuera del debate?", se quejó Henríquez de Luna.
"El cierre de Gran Vía se aprobó sin informes"
Por su parte, Villacís defendió que "hay que reconocer que Madrid es una ciudad compleja y diversa, como toda capital internacional. Yo, por ejemplo, vivía en Cea Bermúdez y apenas empleaba el coche. Sin embargo, cuando fui madre, el coche se convirtió en una necesidad para mí. Lejos de ser algo malo, era una forma de mejorar la conciliación. Por tanto, el mundo público no puede darle la espalda a las necesidades del mundo privado. De hecho, el Ayuntamiento está improvisando continuamente, mientras que las empresas y las familias necesitan tener soluciones de largo plazo para seguir su vida de forma predecible. ¿Somos conscientes, por ejemplo, de que el cierre de la Gran Vía se ha aprobado sin encargar ni un solo informe de impacto?".
"La tecnología puede ayudarnos a abordar estos debates. Por esa vía podemos conocer mejor cómo fluye el tráfico, cómo se ordena la circulación… Y eso ayuda a ordenar mejor la movilidad. Pero, todo sea dicho, hay otra variable en este debate: el suelo, o en el caso de Madrid, la falta del mismo. Estamos apostando por encarecer la vivienda y lo único que logramos así es expulsar a miles de personas, que se tienen que ir a vivir a Rivas, Parla, Getafe, Las Rozas, Pozuelo… Mucha de esa gente mantiene su empleo en Madrid, como es lógico, de modo que lo único que conseguimos paralizando el desarrollo de viviendas es aumentar el tráfico que entra y sale de la ciudad. Se estima que más del 50% de los vehículos que discurren por la capital son coches de personas que viven fuera, pero trabajan aquí. Y lo peor de todo es que solo tenemos estimaciones porque la alcaldía no invierte ni un euro en desarrollar ciudades inteligentes", apuntó la portavoz naranja.