Las organizaciones feministas, con el inestimable apoyo de la amplia izquierda política y mediática que existe en España, han convocado una manifestación para este jueves, 8 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, para reivindicar la igualdad de género y denunciar, entre otras cosas, la presunta discriminación que sufren las mujeres en Occidente y, especialmente, en España, así como la constante violencia e inseguridad a la que se ven sometidas por culpa de los hombres y el actual "sistema capitalista heteropatriarcal".
Sin embargo, más allá de estas soflamas políticas, cuya base no es otra que el marxismo de toda la vida -solo que ahora adornado con teoremas identitarios de raza y sexo en lugar de la habitual teoría de clases, cuya aplicación no solo cosechó un fracaso estrepitoso, sino que se llevó por delante más de 100 millones de vidas humanas-, esta nueva oleada feminista que sacude España se basa en una serie de falacias que, por mucho que se repitan, no dejan de ser mentiras diseñadas con el único fin de engañar o confundir a la opinión pública.
No en vano, si uno escuchara tan sólo las quejas e insignias de las feministas, pensaría que la inmensa mayoría de españolas, excepto aquellas "privilegiadas" e "insolidarias" que no comparten sus postulados ideológicos, sufren un auténtico calvario en su día a día por culpa de un sistema político que no garantiza sus derechos ni libertades, un modelo económico que las margina a nivel laboral y una sociedad controlada por y para los hombres que las denigra, acosa y subestima por el mero hecho de ser mujeres. Visto así, España, al igual que otros "injustos" y "opresores" países capitalistas, sería, sin duda, un auténtico infierno para el género femenino, pero nada más lejos de la realidad.
Los datos, no la demagogia simple y facilona que blande el populismo en busca de apoyo electoral, demuestran que hoy la mujer -al menos en Occidente y/o bajo el capitalismo- está mejor que nunca antes en la historia de la humanidad, tanto a nivel jurídico (igualdad ante la ley) como económico y social. Basta observar mínimamente el caso de España para percatarse del enorme avance que ha experimentado la mujer en las últimas décadas gracias, única y exclusivamente, a su tesón y esfuerzo en el seno de un sistema que le garantiza igualdad de oportunidades y un marco estable de derechos y libertades individuales.
1. ¿Discriminación laboral?
La participación de la mujer en el mercado laboral se situó en el 53,7% en 2015, frente al 65,7% de los hombres, en línea con la media de la OCDE, que agrupa a las 35 economías más ricas del planeta, por encima de Francia (51,6%) y a poca distancia de Alemania (54,7%). Aunque lo más relevante es que, si se echa la vista atrás, resulta que el peso de la mujer trabajadora ha aumentado un 56% en los últimos 25 años, mientras que su brecha con respecto al hombre se ha reducido un 66,4%, al pasar de los 36 puntos porcentuales de diferencia registrados en los años 90 a los 12 existentes en la actualidad.
Si se analiza por edades, dicha evolución es aún más espectacular cuando se acota el espectro a las mujeres de entre 25 y 54 años, cuya participación supera el 82%, frente al 47% de 1990. De hecho, la igualdad plena ya casi se ha alcanzado entre los más jóvenes (menores de 25 años), con una participación del 37% en el caso de las mujeres y del 40,6% en el de los hombres.
Asimismo, España no sólo ya ha recuperado todo el empleo femenino durante la crisis, sino que, actualmente, hay más mujeres trabajando que nunca.
2. ¿Brecha salarial?
Según los últimos datos de Eurostat, las mujeres cobraban en España un 14,2% menos por hora trabajada que los hombres en 2015, inferior, por tanto, a la media de la Unión Europea (16,2%), por debajo de otras grandes potencias como Francia (15,3%), Reino Unido (21%) y Alemania (22%), e incluso mejorando la posición de otros países europeos que destacan por sus políticas de igualdad, como Dinamarca (15,1%), Holanda (16,2%) o Finlandia (17,6%). Además, España es el país de la zona euro que más está reduciendo dicha brecha, con una caída del 4,5 puntos porcentuales desde 2012.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que las mujeres tienen una mayor presencia en sectores peor retribuidos, al tiempo que, de media, cuentan con menor antigüedad laboral, desempeñan cargos de menor responsabilidad y su peso es mayor en contratos temporales y empresas pequeñas y menos productivas. La realidad, por tanto, es que, una vez eliminadas estas diferencias, la famosa brecha se reduce a apenas el 5%. Es decir, hombres y mujeres cobran lo mismo a igual trabajo y condiciones, y prueba de ello es que la discriminación salarial detectada por las inspecciones de Trabajo tan sólo alcanza al 1% de los casos analizados o que la brecha salarial, prácticamente, desaparece entre hombres y mujeres solteros, especialmente entre los jóvenes.
Y es que el factor clave para explicar estas diferencias no es otro que la maternidad. Así, tal y como muestra un detallado estudio elaborado en Dinamarca, las madres primerizas registran una drástica reducción de sueldo en comparación con las que no tienen hijos, ya que suelen trabajar menos y tienden a optar por empleos que están más cerca de casa y ofrecen una mayor flexibilidad horaria, a pesar de estar peor remunerados. Además, esta interrupción en su vida profesional se traduce, igualmente, en sueldos inferiores cuando los hijos son más mayores, tal y como refleja el siguiente gráfico.
3. ¿Acceso educativo?
El avance logrado en materia educativa también es muy significativo, tanto que la presencia femenina en la universidad es superior a la de los hombres. En concreto, hoy por hoy, más del 66% de las jóvenes españolas está cursando o ya ha completado estudios terciarios, equivalentes a graduados, universitarios y doctores, frente al 52,7% del género masculino. Se trata de uno de los niveles más altos de la OCDE, superior al de EEUU, por ejemplo, con un 64,6%.
4. ¿Violencia de género?
España también destaca por ser uno de los países con menor violencia sobre la mujer al ocupar el puesto 36 de un total de 44 países analizados, con una tasa de 5,15 mujeres asesinadas a manos de cualquier agresor por cada millón de habitantes, la mitad que en la UE (11,66) y ocho veces menos que en América (39,6), según un detallado estudio del Centro Reina Sofía. El resultado apenas varía si se analiza tan sólo la tasa de feminicidios cometidos dentro del ámbito de la pareja (2,81 en 2006, cuando fueron asesinadas 70 mujeres frente a las 48 del pasado año), al ocupar el puesto 24 de un total de 35 países analizados, situándose también a la cola de Europa, cuya media es 3,94.
Asimismo, la última macroencuesta realizada por la Comisión Europea sobre esta materia, con datos de 2012, muestra que el 22% de las españolas mayores de 15 años reconoce haber sufrido algún tipo de "violencia física" (20%), incluyendo empujones y agarrones, o "sexual" (6%) por parte de cualquier agresor, ya sea pareja o no, al menos en una ocasión a lo largo de su vida, situándose, igualmente, muy por debajo de la media comunitaria (33%).
5. ¿Inseguridad?
Por último, las estadísticas oficiales a nivel mundial sitúan a España como uno de los escasos países en los que la mujer goza de una amplia y sólida seguridad, a diferencia del alarmismo que pregonan las feministas.
De hecho, la preocupación de las mujeres por ser agredidas o asaltadas de cualquier forma también registra una de las tasas más bajas de la UE, con el 11%, frente a la media comunitaria del 21%.
Uno de los mejores países para nacer mujer
Todo lo anterior no quita para advertir que siguen existiendo barreras sociales -que no legales- y problemas, como la violencia en pareja, que es necesario superar, pero el lamentable y trágico panorama que pretende vender la izquierda radical, escondida ahora bajo el ropaje del feminismo, no tiene nada que ver con la realidad de Occidente y, particularmente, de España. Las mujeres nunca han sido tan libres e independientes como en la actualidad.
A pesar de las protestas, denuncias y manifestaciones del feminismo patrio, España se encuadra entre los 5 mejores países del mundo para nacer mujer, tal y como revela el ranking internacional Women, Peace, and Security Index. España puntúa especialmente alto en cuanto a inclusión económica, ausencia de leyes discriminatorias y nivel de seguridad, entre otros indicadores.
Una vez alcanzada la igualdad jurídica gracias al triunfo del liberalismo, las mujeres han podido crecer y desarrollar sus proyectos vitales sin más cortapisas que las autoimpuestas, al igual que sucede con los hombres. El problema de fondo es que las feministas no defienden a la mujer como individuo autónomo e independiente, sino como un colectivo homogéneo que debe obedecer de forma férrea a los designios de su nuevo amo, que no es otro que el feminismo radical.
Y lo más triste de todo es que conciben a la mujer como un ser débil e indefenso que es incapaz de conseguir lo que se proponga por sus propios medios, precisando así de la fijación de cuotas y privilegios de carácter legal (discriminación positiva) para progresar en la sociedad. Flaco favor le hacen a las mujeres. El nuevo feminismo no es otra cosa que el machismo de toda la vida, solo que ahora son algunas mujeres las que proyectan un mensaje de odio e irracionalidad hacia el hombre.