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José T. Raga

Eficiencia vs. tamaño

En conclusión, nada tengo en contra de las fusiones, pero, como decía el prof. Beltrán, sin olvidar lo esencial: que aseguren una mayor eficiencia.

Comienzo hoy pidiendo disculpas a los lectores por una confidencia que nunca antes he hecho más que en voz baja y en reducidos círculos de amigos y compañeros. La hago, además, testimoniando respeto y reverencia a los maestros que entregaron su dedicación a formarnos en el saber, en el hacer y en el ser un honesto universitario.

Éramos un pequeño grupo –apenas media docena– de jóvenes profesores de universidad –me sitúo en los inicios de los setenta–, cuando seguíamos las enseñanzas de nuestro maestro, el profesor Lucas Beltrán, que iban más allá de lo exigible por el programa de la disciplina.

Atentos a su decir, también a su hacer, tratábamos de mejorar en múltiples facetas de la vida científica y de la vocación universitaria. Sus consejos eran, sin lugar a dudas, sabios y provechosos.

Uno de ellos, que sigo recordando hoy casi a diario, decía: "Por mucho que crezcáis en el saber, por mucho que cultivéis especialidades complejas, no dejéis cada año, o como máximo cada dos años, de repasar un manual básico de economía". Y añadía: "Yo sigo leyendo los Principles of Economics de Alfred Marshall, quizá vosotros elijáis Economics de Paul A. Samuelson u otro equivalente, porque nos fascinan tanto las sofisticaciones de nuestras investigaciones que quizá se nos olvide la ley de la demanda".

En una reciente entrevista al gobernador del Banco de España, persona por la que siento el máximo respeto y admiración, publicada en Actualidad Económica, aquél decía: "En España tenemos bancos de diferentes tamaños y existe margen para algún movimiento", dando a entender que aún caben nuevas fusiones bancarias en nuestro sistema financiero.

La veneración por el tamaño de las empresas, tanto en las manufactureras y de servicios como en las financieras, ha sido causa de importantes quiebras o, cuando menos, de grandes dificultades.

La fusión sólo puede justificarse si la empresa resultante es más eficiente de lo que por su parte eran las empresas fusionadas, dominando por ello una mayor parte del mercado. Olvidado esto, la existencia de margen para las fusiones existirá siempre hasta que, por sucesivas fusiones, se alcance una estructura monopolista.

Si repasamos la historia financiera reciente, la crisis del Bank of America en su momento –quizá la primera– no fue por ser pequeño; las dificultades del Deutsche Bank tampoco fueron por su reducido tamaño; en nuestro país, el Banesto, el Banco Central o el Hispano Americano no creo que tuvieran problemas por su escasa dimensión.

Más aún, la reciente crisis de la mayoría de nuestras cajas de ahorros, pese a sus grandes diferencias, no fue por sus reducidas dimensiones sino por su mala gestión y, en muchos casos, por por el latrocinio directo y desmedido de sus gestores.

En conclusión, nada tengo en contra de las fusiones, pero, como decía el prof. Beltrán, sin olvidar lo esencial: que aseguren una mayor eficiencia. De lo contrario, construiremos monstruos ineficientes que serán expulsados del mercado cuando de verdad exista competencia.

En Libre Mercado

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